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Universidad Centroamericana - Capacity4Dev - Europa

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intereses económico‐sociales. Se trataba más bien de espacios alternativos de participaciónpolítica para grandes sectores de la población que vieron frustrada su decisión de ejercicio político,debido a los grandes fraudes en que culminaron los procesos electorales de 1972 y 1977.Estuvieron, además, fundamentadas en una fuerte legitimidad más que en una legalidad. Esto esexplicable desde el momento en que el Estado sufría una crisis de autoridad, la cual llegó a unasituación de ingobernabilidad a finales de la década.Inicialmente, los objetivos de las organizaciones populares fueron reivindicativos einmediatos pero, debido a la intransigencia de los centros de poder y a la represión con que seenfrentó sus demandas, los objetivos adquirieron rápidamente un carácter estructural y de largoplazo. La confrontación continua con los centros de poder multiplicó y retroalimentó los niveles deorganización y conciencia crítica de las organizaciones populares. Crecientemente se observó unatendencia hacia la formación de coordinaciones, intercoordinaciones y frentes, cuyas demandas yactividades alcanzan impacto y trascendencia nacionales.Las organizaciones populares salvadoreñas de los años setenta se convirtieron en uno delos movimientos populares de masas más fuertes en América Latina. Sus demandas englobaron lanecesidad de cambios estructurales en lo social, en lo económico y en lo político. Losagrupamientos más destacados de este fenómeno fueron el Bloque Popular Revolucionario (BPR),el Frente de Acción Popular Unificada (FAPU) y las Ligas Populares 28 de Febrero (LP‐28). Dichosfrentes fueron protagonistas de grandes acciones de desobediencia civil que pusieron en crisis a losgobiernos militares, constituyéndose en un factor determinante en el estallido de la crisis nacionalen 1979.El proceso de organización popular se nutrió en gran medida de la transformación queestaba ocurriendo en las dos esferas más importantes del campo ideológico: la iglesia y laeducación. Desde el campo de la educación, desde la huelga histórica de maestros y maestras de1968, el magisterio nacional se transformó en una fuerza social poderosa que confrontó al Estadoautoritario. Una nueva conciencia social, cultural y política comenzó a difundirse en diversosniveles de la sociedad. La idea de una educación legitimadora del statu quo fue cuestionada enprofundidad proponiéndose la concepción de una educación para el cambio social.La persecución a miembros de la Iglesia católica y las ocupaciones militares de la<strong>Universidad</strong> de El Salvador, en los setenta, pusieron de manifiesto la incapacidad del Estado paralograr, a través del consenso, el funcionamiento articulado de los principales aparatos ideológicos.En el contexto de una crisis por la hegemonía que caracterizó la segunda mitad de la década de lossetenta, la energía social de la sociedad civil se expresó como manifestación de desobediencia civilcon el fin de lograr un cambio social. El golpe militar de 1979 se propuso contener la explosividadsocial, mientras al mismo tiempo brindaba una serie de reformas concebidas principalmente comouna de las formas de mediatización del movimiento reivindicativo. La reforma agraria, laestatización de la banca y del comercio exterior tendrían a lo largo de la década una granimportancia, pero su ejecución en el marco de la coerción política y social como características delEstado contrainsurgente, comprometieron, desde el inicio, sus potencialidades de éxito.Hasta antes de los años ochenta cualquiera que estudiara las organizaciones de la sociedadcivil hubiera encontrado una lista de instituciones cuyo perfil describe más bien a organizacionesde beneficencia, asistencia social, filantrópicas. De éstas siempre se dijo que jugaban un papelsupletorio del Estado, ya que completaban de forma secundaria, la distribución de servicios y laatención social centralizadas por el aparato estatal. El espacio ocupado por este tipo deinstituciones, en relación a otras organizaciones de la sociedad civil y al mismo Estado, eraconsiderado por los actores sociopolíticos nacionales e internacionales como un ámbitoirrelevante.27

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