26<strong>Cristo</strong> en los <strong>evangel</strong>ios del año litúrgico(crítica textual), concentraba su interés interpretativo principalmenteen la forma final del texto tal como lo tenemos en laBiblia. De hecho, yo sugeriría que esta es la única aproximacióncorrecta para un homileta. Predicar la palabra de Dios no es exponerteorías exegéticas sobre el origen, situaciones o fuentes hipotéticas,o ediciones imaginarias del texto bíblico, sino anunciarla palabra de Dios tal como es proclamada en una determinadaforma en el canon y reunida en el leccionario.Aunque los métodos exegéticos han evolucionado desde entoncesen otras muchas direcciones, la crítica de la redacción hahecho una aportación duradera a los estudios bíblicos. Nos hapermitido ver permanentemente la unicidad de cada <strong>evangel</strong>io ysu manera de narrar el relato de Jesús. Esta es la razón por la quelos libros de Brown sobre la predicación siguen siendo tan útiles.En mi experiencia, muchos homiletas (y, por supuesto, muchascomunidades) tienen que captar aún la riqueza del mensaje de los<strong>evangel</strong>ios, leyéndolos en cuatro «claves» a la vez, porque cada unode ellos cuenta la historia del mismo Jesús de Nazaret, el <strong>Cristo</strong>,pero de formas únicas. La presentación de Brown pone de relieveesta diversidad y proporciona una mina de oro de perspectivas parala predicación que pueden ser exploradas a lo largo del tiempo.Debo añadir que el método histórico-crítico sigue siendocontrovertido, a pesar de los frutos que ha dado durante variasdécadas. Algunos, también dentro de la Iglesia católica, lo hanatacado como una amenaza para la fe. Pero yo desearía señalarque el papa Benedicto XVI, que como cardenal prefecto de laCongregación para la Doctrina de la fe expresó algunas gravespreocupaciones sobre los excesos de ciertas aplicaciones del métodohistórico-crítico, puso de relieve en su libro sobre Jesús deNazaret que este método es «una herramienta indispensable» 10 .10. Joseph RATZINGER – BENEDICTO XVI, Jesus of Nazareth (Doubleday, NewYork 2007, xvi [trad. esp. del orig. alemán: Jesús de Nazaret, La Esfera de losLibros, Madrid 2008]). El papa se esfuerza también en subrayar las limitacionesde este método y acentuar la necesidad de métodos suplementarios, comola incorporación de ideas patrísticas y la apertura al sentido espiritual delas Escrituras. La Pontificia Comisión Bíblica insiste en que el método histórico-críticoes «indispensable» para el estudio de la Biblia (La interpretación dela Biblia en la Iglesia [1993], § I.A). Cualquier persona que aplique este mé-
La hermenéutica de Raymond E. Brown 27Sin él no es posible explorar adecuadamente la Escritura. Peroeste método no es la última palabra en la interpretación bíblica.Aun cuando Brown era un experto en la aplicación del métodohistórico-crítico a la Escritura, era también sensible a otrascuestiones. Por ejemplo, estaba abierto claramente a sentidosprofundos de la Escritura que estaban más allá del sentido literal(por ejemplo, el sentido espiritual) e incorporaba las ideas delos intérpretes primeros, precríticos, patrísticos y medievalesdonde eran útiles. Pero deberíamos admitir que el verdadero geniode Brown estaba en la aplicación del método histórico-críticoque había ido afinando durante toda una vida de investigacióny publicación de estudios.ConclusiónDespués de haber tratado estos tres temas –contexto; perspectivade fe y servicio a la Iglesia; el método histórico-crítico y suaplicación–, no pretendo haber analizado el método hermenéuticode Brown en su totalidad. Pero he tratado de explicar porqué la publicación de estos seis libros en una nueva edición, conocasión del décimo aniversario de la muerte de RaymondBrown, puede prestar un servicio a la Iglesia. A los homiletas ya los oyentes que estén interesados en familiarizarse con los <strong>evangel</strong>iosy con el libro de los Hechos, tal como son leídos en el contextode un nuevo año litúrgico, les recomiendo que lean estaobra de Brown. Él sería también el primero en aconsejar que, sibien sus escritos pueden orientar hacia una lectura útil y másprofunda de la Escritura, nada puede sustituir al hecho de encontrarsecon la palabra de Dios directamente. Así pues, mi consejosería el mismo que dio san Agustín hace mucho tiempo:Tolle, lege! ¡Toma la palabra de Dios y léela! Pero ten a RaymondBrown a tu lado, porque te ayudará a entenderla.RONALD D. WITHERUP, SStodo reconocerá que no es la única forma de interpretar la Biblia. No obstante,quienes desean desterrarlo por completo están reaccionando de maneraexagerada a los excesos del método, que hoy son relativamente escasos.