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La vida cristiana - Editorial Sal Terrae

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tiene un acento fuertemente antropológico y ético. En el fondo, respondenal giro antropocéntrico propio de la modernidad, la opción por elhombre, y entienden que la existencia de Dios hace imposible la <strong>vida</strong>humana, la realización, autonomía, libertad y plenitud del hombre. Pasadoslos años, y visto el proceso de la historia y del pensamiento, conlos resultados y los retos que nuestra post-modernidad constata, quedael interrogante sobre la concepción de Dios y la concepción del hombreque escondía aquella contraposición. Es evidente que el pensamientoposterior no puede prescindir de aquella extraordinaria revoluciónde las ideas y de las convicciones; incluso es evidente que ha deaprender mucho de su propia crítica, de manera que ya no es posibleuna recuperación ingenua de los esquemas anteriores; pero el fundamentode la <strong>vida</strong> humana y de la ética continúa sobre la mesa, especialmenteen la misma comprensión del hombre y de Dios 12 .L A VIDA CRIST IANA. T EOLOGÍA MORAL F UNDAMEN TAL24b) «Dios es una referencia imposible para la ética humana universal»Es la convicción de la actual post-modernidad. Alrededor de la idea deDios hay demasiados debates. Por una parte, las religiones tienen diversosconceptos de Dios; por otra, una buena parte de la humanidad sedeclara atea o agnóstica. Parece que hay que buscar otro eje que puedaaglutinar a toda la humanidad, con su extraordinaria diversidad, de caraa la formulación de una ética humana universalmente válida. Y esteción del más allá. Para S. Freud, la idea de Dios tiene repercusiones represorasy patológicas y supone una amenaza para la salud psíquica de las personas concretas.F. Nietzsche supone una inversión de todos los valores, especialmentecristianos, en función de la <strong>vida</strong> plena, que no es bondad, humildad, piedad,compasión y amor, sino orgullo, riesgo y voluntad de poder. Véase H. WEBER,Teología Moral General, 24; M. VIDAL, Moral de actitudes, I, 139-140.12. Es interesante el estudio de Aranguren sobre el proceso moderno de la relaciónentre religión y moral (Ética, 171-192), que pasa de la justificación del ser humanoante Dios –la moral subordinada a la religión–, pasando por la justificacióndel ser humano ante sí mismo –la ética autónoma, separada de la religión–, hastala justificación y la condena de Dios ante el ser humano –la ética superadoray anuladora de la religión. Acaba constatando la vía muerta del proceso: «Elateísmo ético se reduce, por tanto, a sí mismo, al absurdo, y, si es consecuente,tiene que desembocar en el derrocamiento nietzscheano de la moral, en el inmoralismode André Gide, en la filosofía del absurdo de Camus, en el tremendo desordenmoral de la filosofía de Sartre, en el nihilismo que denuncia Heideggercomo signo de nuestro tiempo [...] <strong>La</strong> actitud ética separada [de la religión] termina,pues, como vemos, en el absurdo, pasando precisamente por el ateismo ético.Pero su raíz se encuentra en el racionalismo. El ateísmo es un producto racionalista,una simplificación racionalista de la realidad» (ibid., 190-191).

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