30Ánima Barda - Pulp MagazineTodas asintieron rápidamente con lacabeza y Jack, completamente agotado,comenzó su retirada triunfal hacia suhabitación.Se perdió unas cinco veces antes dedar de nuevo con su dormitorio. Estabaahora realmente fatigado, le pesabacada minúsculo átomo de su cuerpo,pero sabía mejor que nadie que no podríadormir, no después de lo sucedidodurante el día y aquella caótica noche.Encontró el pomo frío y metálico enla oscuridad y lo giró para acceder a suhabitación. Una vez dentro, destronó ala oscuridad de aquel territorio encendiendola luz. Se acercó a la cama y prácticamentese dejó caer. Miraba al techo,agotado y perturbado. No dejaba tan siquieraun instante de pensar en aquellaniña, porqué nadie excepto él era capazde verla y la trasformación que habíatenido aquella noche; su mente ahoratrabajaba como un potente ordenadormientras que el cuerpo descansaba sobreaquel duro y maloliente colchón.“Necesito descansar” Sentenció definitivamente;salvo que esta vez, fue unpensamiento en voz alta.Se levantó y entró en el baño. Sacó elpañuelo de tela que le había regaladosu tía unos cinco años atrás; éste aúnestaba ennegrecido, fruto de la oportunalimpieza del letrero que le condujoa aquella casa de locos. Lo limpió conmás ímpetu que cuidado, dejándolo inmaculado.Ahora, sentado de nuevo sobre sucama comenzó a registrarse los bolsillos.De uno de ellos sacó la aguja aúnplastificada que había cogido con anterioridad;y del otro bolsillo, sacó undiminuto bote de cristal que conteníaun líquido turbio y transparente. Doblóel pañuelo, de forma que consiguió unrectángulo de tela. Abrió despacio elrecipiente que contenía la aguja y unavez esta fue liberada, la clavó en la tapade plástico del bote, le dio la vuelta, yextrajo una diminuta cantidad dentrode la aguja. A continuación, apuntó haciael rectángulo de tela y proyectó elcontenido sobre él. Antes de realizar elúltimo paso, depositó la aguja y el botesobre la mesita de noche, junto al despertador.Una vez hizo esto, agarró el pañuelocon la mano y mientras lo miraba fijamentepronunció “Cloroformo, bienvenidoseas en mi” Él mismo se tapóla boca con el húmedo pañuelo, apenastardó tres segundos en desplomarse totalmenteinconsciente sobre el colchón.Así terminaba para Jack Mauler suprimer día en aquel monumento a la locura,en aquel infierno, en aquel “ExsulisDomus”.
31Victor M. Yeste - HASTA QUE LA MUERTE OS... Nº3Hasta que la muerte os... nº3Ya tienen a un sospechoso, pero surgen nuevos detalles que captan la atencióndel detective privado Ryley Knight. ¿Quién será el culpable de este caso?Y es que, muchas veces, lo que parece sencillo puede llegar a ser muy complejo.por Víctor M. YesteCerraron la puerta de la celda justoenfrente del sospechoso. Los barrotesde metal casi aplastaron la nariz de SeamusFreyd, quien los cogió con fuerza yprofirió juramentos de todo tipo.- ¡Os digo que soy inocente, estúpidos!- Claro, y por eso corrías como ungamo, ¿eh? –replicó con sorna Daylime,acercando el rostro al de su interlocutor.Seamus inclinó la cabeza hacia atrásy le escupió en la cara al guardia. Éstese apartó, asqueado, y sacó un pañuelodel bolsillo.- En todo rebaño tiene que haber unaoveja negra... -refunfuñó, limpiándoselos esputos.- Lo importante es que, si él es el asesino,ya no habrá más muertes –afirmóRyley, cogiendo su sombrero de unamesa cercana.- ¡No tenéis pruebas! ¡No podéis demostrarnada, inútiles! –bramó Seamus.Ryley Knight era conocido por muchascosas, pero no poseía el don de lapaciencia. Se dirigió al preso y, cogiéndolode la solapa, lo acercó a él.- ¿Te crees que somos tontos? –murmuróel detective, entrecerrando losojos-. Qué casualidad que el orden delas muertes sea el de los primogénitosde la familia Freyd. ¿A por quién pensabasir después, a por Jon? Es el siguienteen la lista, ¿no?- No tienes ni puñetera idea –le espetóéste, separándolo de un empellón-. Y tedarás cuenta de tu error la próxima vezque muera alguien.