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AnimaBarda_Abril2012

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8Ánima Barda - Pulp Magazineconducir los buenos líderes; y yo era unjoven acostumbrado a cazar en el bosquey a cortar madera, que no había vistomás mundo que los alrededores demi pueblo y las montañas. ¿Qué posibilidadestenía yo de convertirme en unafigura de autoridad para el mercenario?¿Qué le impedía matarme y huir con eldinero?Mientras el posadero ponía los platoshumantes ante nosotros, pregunté a Alricel porqué de esa decisión, a lo que élme contestó encogiéndose de hombros.- Godert –me dijo-, sé sensato. Hacedos días que no vemos ninguna señalde la criatura. La hemos perdido. Esprobable que haya descubierto que leseguíamos y haya intentado despistarnos–añadió-. Era cuestión de tiempo,mejor ahora que aún estamos a tiempode volver.A eso yo no tenía replica. Las dos últimasjornadas habían resultado desalentadorasy lo cierto era que andábamos aciegas, aunque la perspectiva de abandonarme parecía aún peor. La rabia meinundó y decidí pagarlo con el mercenario.- ¿Y entonces por qué aceptaste el trabajo,Alric? Si sabías que esto iba pasar,mejor haberte quedado en la taberna.Brewersen me miró con dureza, apretandolas mandíbulas.- Que te quede bien claro que no pensabaque esto pudiera pasar, no cuandodecidí venir contigo. Aún así, viniste enun mal momento, chico. No es buenaidea proponer aventuras y venganzas aun hombre borracho y ocioso, sin nadamejor que hacer que proteger a sebososcomerciantes –y, como dando por finalizadala conversación, se concentró enel estofado.La ira seguía bulléndome por dentro,así que empleé mis energías en repasarmentalmente lo ocurrido hasta entonces,buscando algún hecho que se noshubiera pasado por alto.Habían transcurrido ya ocho díasdesde que luchamos con la tribu boribergy seis desde que decidí acudir a Alricen busca de ayuda tras ver como mipueblo natal, Norringe, con todos sushabitantes, ardía hasta las cenizas. Él sehabía quedado en la capital, Ramnusfel,bebiendo y peleando en una taberna demala muerte. Allí le conté lo que habíavisto al llegar a casa y cómo el rastrodel ser sin luz, aquella oscura criaturaencapuchada que dejaba marcas de fuegoallá por donde pasaba y con la quenos habíamos topado accidentalmenteen nuestra misión, se alejaba del puebloen dirección al sur. Le pedí que me ayudaraa encontrarle y matarle, si es queacaso podía morir. A cambio, le pagaríacon el oro que nuestro pueblo, de formacomunitaria, había ahorrado durantemucho tiempo. Él lo rechazó, argumentandoque sería necesario para costearel viaje, y que para pagarle a él bastabacon que me ocupara de correr con losgastos del día a día y alguna que otranecesidad elemental.Y hasta ahí todo bien, partimos enapenas una hora y volvimos a Norringepara ir desde allí tras la pista del sersin luz. Fuimos hacia el sur durante tresdías, siguiendo las huellas recientes enla nieve entre altas coníferas, acercándonoscada vez más a la criatura. Alamanecer del cuarto día, las marcas defuego salían del bosque, atravesaban elVag Sodra, la carretera principal queune la capital con las poblaciones delsur, y se internaban en el páramo hacia

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