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AnimaBarda_Abril2012

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85Diego Fdez. Villaverde - EL PROMETIDO HUIDOlidad. En la última parada, ella contraatacócon fiereza, replica que el asesinoevitó agachándose. La ladrona entoncestrató de herir las piernas del asesino,que evitó con un salto hacia atrás. Conotro hacia delante, embistió a Eva conlas dos dagas por delate, y ésta tuvoque bloquearlas con la empuñadura desus dos armas. La fuerza del ataque yel barro la deslizaron hacia atrás, y apunto estuvo de perder el equilibrio. Elasesino siguió empujando, pero Eva encontrósuelo firme y fijo con fuerza suspiernas.- Muy solicitado está el pobre Dionisio-dijo Eva, mientras mantenía el agarre-.Unos quieren secuestrarle, otrosmatarle…- Cosas de nobles -le contestó su oponente-.Ya sabes, si el chico muere, otrose casará con su prometida. Y con ellairá su enorme dote.- Ah, el amor -suspiró Eva. Entonceslevantó los brazos con todas sus fuerzasy desequilibró al asesino.Rápidamente, ella realizó con la dagaun corte veloz en la frente de su rival.Él se separó de ella, mientras se tocabacon una mano la herida. No era grave,pero empezaba a sangrar bastante, y sila sangre llegaba a los ojos perdería visibilidad,poniéndole en una gran desventaja.Desesperado, lanzó a Eva unade las dagas. Ella no esperaba el ataque,y lo evitó lateralmente demasiado tarde.Aunque el arma no llegó a clavarse,le causó un buen tajo en el brazoizquierdo, que obligándola a soltar ladaga. Eva se agachó a recoger su armamientras le apuntaba con el estoque.- Dime, ¿tus dagas están envenenadas?-le preguntó con cierto miedo Eva.- No sé a quién te enfrentas normalgremial.¿Podrás cargar con él?- Eva, puedo ayudarte…- Es una orden, Ricco. ¿Podrás con él?-insistió ella. El callejón era demasiadoestrecho, y podría resultar una molestiatener un compañero en esta pelea.- Creo que sí. -Ricco puso un brazo deDionisio sobre sus hombros y le rodeócon el suyo la espalda-. Pero tardarébastante.- ¡No te lo llevarás a ninguna parte!-gritó el asesino, cargando contra ellos.Eva no era de las que se quedan esperando,así que corrió a su encuentro.La chica lanzó una rápida estocada asu oponente, pero el asesino se paró enseco y desvió el estoque con una de susdagas, intentando apuñalar a Eva en elcuello con la otra. Ella bloqueó el ataquecon su propia daga, y lanzó unos cuantostajos con el estoque para obligarle aretroceder.- ¡Vete, Ricco! -gritó Eva.Ricco asintió y se puso en marcha,alejándose del callejón lentamente. Evatenía que hacer lo posible por detenera ese hombre, pues el suelo aún estabaembarrado y podría seguir las huellasde Ricco, que se movería despaciomientras cargara él sólo con Dionisio. Yaunque era un excelente ladrón, comoluchador dejaba bastante que desear.El asesino volvió al ataque, pero ellaparaba todos sus envites con el estoquemientras esperaba a que apareciera unhueco en sus defensas.- Eres bastante buena para ser unamujer –se burló.- Pues tú eres bastante malo, para serun asesino profesional -contestó Eva, ydespués le sacó la lengua.Ofendido, lanzó una serie de cortescontra ella, que rechazó con mucha faci-

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