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por un jovencísimo Mel Gibson–, un patrullero al que le van pasando<br />
una sucesión de “eventos desafortunados” (asesinato de su mujer e<br />
hija incluidos) que lo llevan de ser un sujeto moralmente dubitativo,<br />
a convertirse en una máquina alienada y deseosa de venganza: Mad<br />
Max (el “loco” Max).<br />
A la primera película la siguieron dos secuelas, de las cuales la<br />
más recordada (y valorada) es la segunda. En El Guerrero de la Carretera,<br />
Miller lleva su mundo apocalíptico post-punk y el culto obsesivo<br />
a las máquinas rodantes al paroxismo. Es una especie de western desatado,<br />
lleno de personajes sado-maso, y todo tipo de vehículos tuneados<br />
punk-style que se van destruyendo uno a uno en persecuciones de<br />
antología. Max, el antihéroe indestructible, sobrevive para una tercera<br />
entrega –Más allá de la Cúpula del Trueno– con menos persecuciones,<br />
más diálogos y la gran Tina Turner haciendo el papel de villana.<br />
EL CAMINO DE LA FURIA<br />
Pasaron casi 35 años desde esa última película y, en el interín, el mundo<br />
parecía haber llegado un límite de saturación con el cine mainstream de<br />
acción. Cada nuevo blockbuster no aportaba nada nuevo: fórmulas repetidas,<br />
elencos taquilleros pero sin corazón, y la única búsqueda de<br />
convertir en franquicia, a pura secuela, cada idea.<br />
En ese contexto apareció un tráiler en el que sonaba la<br />
Cavalleria Rusticana de fondo y una persecución rodada como<br />
jamás se había visto. ¡Pum! No estábamos listos. George Miller<br />
lo hizo de nuevo, pero recargado. Mad Max, Fury Road logró antes<br />
de estrenarse una de las calificaciones más altas en toda la<br />
historia de IMDB (Internet Movie Database), y no parece haber<br />
nadie en ningún lugar que se resista a su arrasador encanto. Es<br />
una experiencia para disfrutar más de una vez. Cuatro o cinco<br />
parecen no bastar.<br />
Miller dice haber delirado la historia a bordo de un avión.<br />
Aterrizó, tomó notas, encomendó 3500 dibujos antes de tener un<br />
guión, y se lanzó al ruedo con una obra maestra que demandó 5<br />
meses de rodaje en el exótico desierto de Namibia. Convocó a Tom<br />
Hardy (el villano Bane de la última Batman) y a la bella Charlize<br />
Theron, puso un vestuario y una fotografía que vuelan la cabeza<br />
y, sin recurrir demasiado a efectos generados por computadora<br />
(CGI), filmó las mejores persecuciones desde… ¿siempre?