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He aquí yo estoy a la puerta y llamo - Robert J. Wieland

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ocasiones E. White re<strong>la</strong>cionó ambas cosas. Por<br />

ejemplo, consideremos esta dec<strong>la</strong>ración, tomada de<br />

una carta escrita en el contexto del mensaje de<br />

1888:<br />

Ha estado resonando el mensaje a Laodicea.<br />

Tomad este mensaje en todas sus fases y<br />

propagadlo a <strong>la</strong> gente doquiera <strong>la</strong> Providencia abra<br />

el camino. La justificación por <strong>la</strong> fe y <strong>la</strong> justicia de<br />

Cristo son los temas que deben presentarse a un<br />

mundo que perece. (Id., p. 975; Carta 24, 1892).<br />

Los remedios divinamente seña<strong>la</strong>dos para curar<br />

el orgullo <strong>la</strong>odicense son "oro afinado en fuego",<br />

"vestiduras b<strong>la</strong>ncas" y "colirio". Esos fueron los<br />

ingredientes esenciales del mensaje de 1888. Con<br />

el devenir de los años, se hace cada vez más<br />

patente que <strong>la</strong> iglesia remanente no ha<br />

comprendido jamás c<strong>la</strong>ramente <strong>la</strong> dinámica de ese<br />

mensaje. ¿Se atreverá alguien a negar que <strong>la</strong><br />

siguiente reprensión, dada en 1890, es aplicable<br />

hoy?:<br />

¿Cómo pueden nuestros pastores venir a ser<br />

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