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He aquí yo estoy a la puerta y llamo - Robert J. Wieland

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ase y centro del mensaje de Jones y Waggoner<br />

estaba positivamente errado, y también E. White,<br />

por haberlo apoyado de <strong>la</strong> forma en <strong>la</strong> que lo hizo.<br />

Se hacen considerables esfuerzos por reunir<br />

citas de E. White que den <strong>la</strong> impresión de que se<br />

opuso a <strong>la</strong> postura de Jones y Waggoner 1. Ante el<br />

contraste con sus numerosas dec<strong>la</strong>raciones de<br />

apo<strong>yo</strong> a <strong>la</strong> posición de estos, el resultado neto es <strong>la</strong><br />

confusión. Se diría que hasta el día de hoy ningún<br />

teólogo haya sabido reconciliar <strong>la</strong> naturaleza<br />

aparentemente contradictoria de esas dos<br />

colecciones de citas. Allí donde se trate el tema,<br />

una de <strong>la</strong>s colecciones es invariablemente utilizada<br />

para anu<strong>la</strong>r a <strong>la</strong> otra. Pero si E. White se hubiese<br />

contradicho de esa forma, ¿no habría sido acaso<br />

una falsa profetisa?<br />

Nunca seremos capaces de comprender esas<br />

dec<strong>la</strong>raciones aparentemente irreconciliables, a<br />

menos que <strong>la</strong>s estudiemos en su verdadero<br />

contexto: el mensaje de 1888 traído por Jones y<br />

Waggoner. "Me han llegado cartas que afirman que<br />

Cristo no podría haber tenido <strong>la</strong> misma naturaleza<br />

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