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He aquí yo estoy a la puerta y llamo - Robert J. Wieland

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proceder de nuestros propios hermanos. (Mensajes<br />

Selectos, vol. 1, p. 276).<br />

Debido al "ignominioso trato dado a Jesús" en<br />

una de nuestras Asambleas de <strong>la</strong> Asociación<br />

General, es necesaria una expiación, o<br />

reconciliación final. Esa es una de <strong>la</strong>s razones.<br />

Realmente, <strong>la</strong> verdad tal como se <strong>la</strong> hal<strong>la</strong> en el<br />

mensaje de E. White, constituye una "sorprendente<br />

denuncia" (Joyas de los Testimonios, vol. 1, p.<br />

328), denuncia que querríamos ver cubierta de<br />

tierra por siempre, o bien de alguna forma negada.<br />

Pero <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras empleadas por Cristo en el<br />

mensaje a Laodicea indican que nuestro engaño es<br />

de naturaleza fundamentalmente histórica. La<br />

expresión griega se emplea con muy poca<br />

frecuencia. En el<strong>la</strong> se repite <strong>la</strong> idea de sentirse<br />

"rico" en <strong>la</strong> misma oración, pero en diferente<br />

tiempo y voz. Pone en nuestros <strong>la</strong>bios <strong>la</strong> expresión<br />

de una jactancia orgullosa, ‘soy rico (comprendo <strong>la</strong><br />

justificación por <strong>la</strong> fe) porque he sido bendecido en<br />

mi historia al aceptar un gran enriquecimiento’<br />

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