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La sirena varada: Año 1, Número 1

El primer número de La sirena varada: Revista literaria bimestral.

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Llegaron a la presa «El Carrizo» convertidas<br />

en grandes aves nocturnas…<br />

sus siluetas dibujadas bajo<br />

las sombras de los carrizos y reflejadas<br />

en el agua por efecto de los rayos<br />

de la luna me inspiraban a las hadas<br />

preferidas en los cuentos de niños; las<br />

primeras en llegar eran completamente<br />

blancas como garzas gigantes, en<br />

tanto las rezagadas en el vuelo tenían<br />

las alas bordeadas de negro diferenciándose<br />

en el tono que iba del claro<br />

al oscuro profundo. Una a una se fueron<br />

posando en el borde de la presa de<br />

agua tranquila, serena y transparente,<br />

en tanto sus alas iban desapareciendo<br />

en su cuerpo mismo transformándose<br />

en voluptuosas ninfas celestiales como<br />

damas de la fresca noche, lanzándose<br />

una a una en las aguas quietas de la<br />

presa acuífera haciendo olas concéntricas<br />

transformando su figura reflejada.<br />

<strong>La</strong> noche serena y tranquila de plenilunio<br />

me permitía atisbar desde entre el<br />

follaje de las plantas de viravira a donde<br />

me había trepado escondido y asustado<br />

por la sorpresa que representaban en<br />

mi camino al pueblo de la colina. En el<br />

agua de la presa empezaron a cogerse<br />

por las manos, recostando sus cuerpos,<br />

haciendo olas con ellos, empezando<br />

una danza sin fin, jugando a la ronda<br />

alegremente como cisnes en un ballet<br />

entre luces naturales; jugaban dando<br />

pequeños saltos de alegría en tanto con<br />

las manos sacaban el agua que se transformaba<br />

en pequeñas gotas cristalinas<br />

resbalando por sus cuerpos desnudos.<br />

Era medianoche y la luna llena brillaba<br />

intensa en un cielo sin nubes<br />

empezando a descender desde el cénit,<br />

cuando decidieron abandonar su<br />

reunión y salir al borde de la presa empezando<br />

otra vez a crecerle las alas; en<br />

tanto unas a otras se acicalaban el plumaje<br />

para volver a emprender su vuelo<br />

nocturno luego del breve descanso,<br />

desapareciendo en la distancia en la<br />

tranquilidad de la noche entre luciérnagas<br />

que prendían de tanto en tanto<br />

sus luces por entre bichos nocturnos<br />

que cantaban en las ciénegas cerca al<br />

camino. Bajé del árbol haciendo uso<br />

del tino juvenil, desafiando a los misterios<br />

de la noche, y tomé el camino<br />

cuesta arriba siguiendo mi destino con<br />

dirección al pueblo de mis amores juveniles.<br />

En el camino avanzaba recordando<br />

mis clases de mitología y cuentos<br />

griegos explicados con dedicación<br />

por el director del colegio en el que<br />

estudiaba, hablándonos de Demóstenes<br />

en la Grecia antigua explicando del<br />

equilibrio perfecto y la desnudez femenina,<br />

resumiéndolo en una frase que ha<br />

trascendido los siglos: «Nosotros tenemos<br />

compañeras (hetairas) para la voluptuosidad<br />

del alma y prostitutas para<br />

la satisfacción de los sentidos; mujeres<br />

legítimas para darnos hijos de nuestra<br />

sangre y llenar nuestras casas…» En<br />

tanto Ateneo, el famoso gramático griego<br />

escribía en su momento sobre Friné:<br />

«Era bella todo en aquello que no se ve»,<br />

y lo era tanto que inspiró a Apeles para<br />

su Afrodita Anadiomena, es decir; Afrodita<br />

saliendo de las aguas.<br />

Nuestro profesor resumía a Friné,<br />

como una de «las señoritas de moral<br />

elástica dedicadas al rubro artístico y a<br />

la prostitución», difícilmente podía vérsele<br />

en los baños públicos de la época<br />

y solamente una vez, en la fiesta de los<br />

misterios de Eleusis, se bañó desnuda<br />

en el mar saliendo de entre las aguas a<br />

la vista de todos los asistentes que se supone<br />

inspiró al pintor que se encontraba<br />

por ahí de pura casualidad. <strong>La</strong> misma<br />

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