La sirena varada: Año 1, Número 1
El primer número de La sirena varada: Revista literaria bimestral.
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<strong>La</strong> llovizna apagó la pipa, el calcetín<br />
empezaba a humedecerse por el<br />
agujero de mi zapato. Estaba haciéndole<br />
un favor al sargento Sánchez,<br />
estos trabajos gratis a la policía me tienen<br />
podrido —es mentira—, si me pagan,<br />
pero el pago se demora en llegar,<br />
gracias a la gran burocracia que existe<br />
y mis medias mojadas y agujereadas<br />
no pueden esperar.<br />
—¿Qué crees que paso? —dijo el<br />
sargento.<br />
—No tengo ni puta idea —contesté—<br />
ni siquiera me imagino quien pudo hacer<br />
esto.<br />
Era una imagen increíble la que observamos<br />
el sargento, Felipe y yo. Me<br />
trajo a la memoria el recuerdo de aquel<br />
ángel mujer, violado, con las alas rotas,<br />
muerta en la cárcel en donde yo trabajaba,<br />
pero esa historia no sé si algún<br />
día te la contaré mi querido escritor.<br />
Nos hallábamos en la avenida diecinueve<br />
a tres cuadras de la avenida<br />
principal, eran las once de la noche, la<br />
calle estaba vacía, hacía frío y junto a<br />
nosotros el cadáver de un ángel, era<br />
hermosa cómo los de su especie, su ala<br />
derecha estaba rota, su cuerpo había<br />
perdido su brillo, su rostro contra el<br />
piso, bañado en sangre. Vestía ropas<br />
nuestras, minifalda negra y corsé del<br />
mismo color, eso quería decir que llevaba<br />
tiempo viviendo entre nosotros.<br />
—Trata de encender mi pipa —dije a<br />
Felipe con enojo—, deja de intentar ver<br />
debajo de su falda, es suficiente con ver<br />
sus piernas desnudas, siempre me sentía<br />
incómodo con la belleza de un ángel<br />
o un vampiro. El sargento se encontraba<br />
tan asombrado cómo yo, quien haya<br />
sido, debe tener una fuerza sobrenatural,<br />
para poder romper sus alas.<br />
—Dame una pista.<br />
—No lo sé, sargento —le dije con pesimismo,<br />
no puedo entender que ocurrió<br />
para que ella terminara así.<br />
—Necesitamos averiguarlo, es un<br />
ángel, alguien preguntará por lo sucedido<br />
y eso me creara molestias. Si hubiera<br />
sido un vampiro, el asunto sería<br />
diferente.<br />
Que fácil olvida mi amigo, fue un<br />
vampiro, un ángel de alas negras, y una<br />
hechicera los que salvaron a Bogotá,<br />
en el momento del terremoto cuando<br />
aquel loco había sumido a la ciudad en<br />
el caos. No dije nada, muy pocas veces<br />
podía ver a mi amigo tan nervioso. Felipe<br />
al fin había logrado encender mi<br />
pipa, di una buena fumada y empecé<br />
a observar con detalle el escenario de<br />
dicho crimen, me sentía abrumado, jamás<br />
encontraríamos al que lo hizo.<br />
<strong>La</strong> lluvia había terminado, pero el<br />
frío se introducía por nuestras ropas<br />
húmedas. Empecé a dar unas vueltas<br />
alrededor del cuerpo, vi un zapato de<br />
tacón a diez pasos de la chica, estaba<br />
roto, fuera de eso no había nada extraño,<br />
ni una pista de su agresor o de<br />
lo que había sucedido, me fijé en la<br />
blancura de sus piernas, las plumas de<br />
sus alas empezaban a pegarse al suelo,<br />
mojado que albergaba su figura, esa figura<br />
que debió de ser un crimen para<br />
los normales.<br />
Hubo algo que llamó mi atención era<br />
un brillo junto a su rostro, lo había pasado<br />
por alto, pensé que era el reflejo<br />
del agua de aquel charco, era un trozo<br />
de lente que era tan grueso como el<br />
culo de una botella y lo vi allí escondido<br />
entre su pecho, una de sus patas<br />
salía de su top, amenazando como un<br />
insecto sobre ella, era la pata de una<br />
gafa, unas gafas redondas al estilo de<br />
John Lennon.<br />
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