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Entrevista<br />
once<br />
La reina del<br />
chick-lit<br />
No se animaba a mandar sus libros a una editorial porque tenía miedo al rechazo. En 2013, a los pocos<br />
meses de publicarlos online, cumplió su sueño de verlos en papel. Desde entonces, la escritora española<br />
ELÍSABET BENAVENT lleva publicadas quince novelas chick-lit y más de 800.000 ejemplares vendidos<br />
POR María Fernanda Guillot<br />
Apagó el cigarrillo en la puerta de ingreso a la multinacional<br />
en la que había trabajado durante casi siete años y, mientras<br />
escuchaba el aplauso de despedida de sus compañeros, sintió<br />
que el futuro la abrazaba fuerte. Era un 30 de septiembre de<br />
sol rotundo en Madrid. Elisabet Benavent había renunciado<br />
a su empleo en el departamento de Comunicaciones para ser<br />
escritora. Estrenaba fuerzas y optimismo, como cualquiera<br />
que impone su propia decisión al destino.<br />
Al día siguiente, se acurrucó en el sillón y, en pijama, lloró<br />
durante horas. “¿Qué he hecho?”, se lamentaba. También se<br />
lo preguntó a su madre y a su marido, a los que llamó aterrada.<br />
“Ya no tenía sitio adónde ir por las mañanas ni una rutina<br />
que cumplir. A partir de ese momento iba a depender de mi<br />
disciplina, algo que no tenía en aquel entonces”, cuenta la<br />
autora de varias sagas de novelas chick-lit.<br />
–¿Imaginaba que esa resolución la llevaría al éxito? Sus<br />
Paco Navarro © Foto Gentileza Random House<br />
libros son best sellers, vendió los derechos de una saga<br />
a la televisión, realiza giras internacionales… Para nada,<br />
esto ha superado mis expectativas hace muchísimo tiempo.<br />
Yo soñaba muy pequeñito. Cuando vi el libro por primera vez<br />
en una librería, pensé: “¡No puede ser!”. Nunca me animé a<br />
mandar un original a las editoriales por miedo a recibir una<br />
respuesta del estilo: “No es lo que estamos buscando”. Le<br />
tenía tanto pánico a eso, que preferí quedarme con la duda.<br />
–¿Qué la animó a “sacarse la duda”? A comienzos de 2013,<br />
por insistencia de unos amigos, publiqué la saga de Valeria (En<br />
los zapatos de Valeria, Valeria en el espejo, Valeria en blanco y<br />
negro, Valeria al desnudo) en Amazon. Dos meses después, me<br />
contactó por Twitter la que hoy es mi editora: “Hemos visto<br />
tu libro, nos interesa leer el original”. Yo les pregunté cuál de<br />
ellos y cuando se enteró de que eran cuatro, quiso ver todos.<br />
A las pocas semanas, firmé el contrato. Trabajaba once horas<br />
en la oficina, volvía a casa y escribía. Me pedía días de vacaciones<br />
para cumplir con las promociones. Entonces, renuncié<br />
en 2004. Para entonces ya tenía publicados siete libros. Es<br />
que mientras escribía la saga de Valeria, cada vez que tenía un<br />
bloqueo empezaba otro libro, y así nacieron Mi isla y la bilogía<br />
Persiguiendo a Silvia y Encontrando a Silvia.<br />
–¿Cómo era la convivencia con esa multitud de personajes<br />
y sus historias? Los mantenía en cuartos separados<br />
y abría uno en el momento de trabajar con ese proyecto. De<br />
otra manera habría sido imposible porque se hubieran contagiado<br />
entre ellos. Ahora, que tengo fechas de entrega, me es<br />
difícil ocuparme de varios proyectos a la vez: suelo tener un<br />
libro en marcha y las bases para el siguiente.<br />
–Finalmente, aprendió a ser disciplinada… A la fuerza,<br />
claro. Cuando dejé el trabajo, durante el primer año y medio<br />
intenté trabajar en casa, pero era terrible. No tenía horarios y,<br />
a veces, mi marido regresaba de noche a casa y me encontraba<br />
escribiendo en pijama. En otras ocasiones me sentaba en<br />
mi escritorio recién después del almuerzo porque antes iba al<br />
supermercado o ponía a lavar la ropa. Después conocí a José,<br />
un diseñador con el que empezamos a trabajar juntos en su<br />
casa o en la mía, pero a cada rato interrumpíamos para un<br />
café o un cigarrito. Entonces, alquilamos una oficina en un<br />
barrio industrial, la amoblamos con cosas de segunda mano y<br />
desde entonces somos más productivos.<br />
–¿Cuál es su mayor preocupación como autora? Cada<br />
vez que entrego un libro, me salen ronchones que me pican.<br />
Mis amigos me dicen de vernos y les respondo: “Hoy no soy<br />
buena compañía”. Me pasó especialmente con la trilogía Mi<br />
elección, había apostado con mis editores que era capaz de<br />
manejar un tono erótico y, aunque me sentí contenta con el<br />
resultado, el cambio me costó mucho. De hecho, no voy a<br />
retomar ese tono nunca más, no es el mío. Mi mayor temor<br />
como autora es decepcionar al lector. No quiero que lean<br />
un libro y sientan que se aburren, como no quisiera repetirme.<br />
Trato de ser muy cuidadosa para que las historias o los<br />
personajes no se parezcan entre sí. Tengo una especie de<br />
paranoia con ese tema.<br />
–¿Qué es lo que hace interesante a un personaje? Las<br />
luces y sombras. Que no sea perfecto, que tenga un aspecto<br />
atractivo y otro que desconcierte. Uno de mis personajes predilectos,<br />
el que más disfruté escribir, es Pablo, de la bilogía<br />
de Martina. Me enamoré de él como si existiera y despedirme<br />
fue un verdadero proceso de duelo. Es un apasionado<br />
sin medias tintas, al que le da igual lo que opinen los demás.<br />
Tiene una cara oculta, un temperamento muy difícil y conoce<br />
de amores enfermizos.<br />
–¿Cuál es su experiencia con el amor? Conocí a mi<br />
marido en la facultad de Comunicación Audiovisual. Yo<br />
no creía en eso de los “flechazos” hasta que lo vi. Íbamos<br />
caminando por un pasillo hacia la que iba a ser nuestra aula,<br />
Oscar iba mirando hacia atrás, hacia mí, y se llevó por delante<br />
un matafuegos. Él insiste en que no chocó, pero la verdad es<br />
que se dio un golpazo… Ese día me propuso ser su pareja en<br />
las prácticas de radio. A los nueve meses, se me declaró en la<br />
boda de mi hermana. Nos casamos a los diez años de ese día,<br />
a la misma hora y en el mismo lugar. Nos prometimos que<br />
íbamos a bañarnos en todos los mares del mundo: tenemos<br />
un mapa en el que vamos tachando los que ya visitamos.<br />
–Con usted no funcionaría el dicho “En casa de herrero,<br />
cuchillo de palo”. Parece que es muy aplicada en el<br />
amor a la hora de escribir y de vivir. Para mí, una pareja<br />
es un trabajo de jornada completa en el que hay que inventar<br />
para no repetirse. Uno no debe dejarse llevar por la inercia<br />
porque la rutina es muy tranquilizadora en algunos aspectos,<br />
pero muy negativa en otros. Con Oscar tratamos de que el<br />
poco tiempo que pasamos juntos sea de calidad, sin celulares<br />
ni televisión de por medio. Si hace calorcito, cenamos en la terraza,<br />
ponemos un vinilo y hablamos. El diálogo y las risas son<br />
fundamentales para nosotros. Con él somos compañeros, amigos,<br />
amantes. He tenido mucha suerte porque Oscar entiende<br />
el amor igual que yo: como una vía paralela. Una pareja no te<br />
convierte en el 50% de algo, cada uno es el 100% de sí mismo,<br />
con un camino vital que no siempre coincide con el del otro.<br />
–Muchos consideran que el chick-lit es un género<br />
menor, casi un outsider de la literatura. ¿La afecta ese<br />
prejuicio? Nunca he sentido ese prejuicio por parte de mis<br />
compañeros, jamás me han tratado como una autora menor.<br />
Me relaciono con ellos independientemente del género que<br />
escriban: poesía, novela negra, no ficción… A veces, alguno<br />
hace algún comentario despectivo, pero no lo tomo como<br />
algo personal. Pero es cierto que mucha gente no se acerca<br />
al chick-lit por prejuicio. Se trata de un género optimista,<br />
entretenido, amable, es una buena compañía. El mundo<br />
está muy complicado, es necesario distraerse por un rato,<br />
como quien ve una serie. El chick-lit invita a soñar, a salir de<br />
puntillas de tu vida por un rato para probarte otra sin que<br />
eso suponga un problema<br />
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