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Turismo<br />
internacional<br />
Polinesia<br />
Luna de miel eterna<br />
POR Horacio de Dios<br />
Primavera continua, aguas turquesas, playas de arenas blancas,<br />
y de fondo un ukelele para acompañar los movimientos<br />
de cadera de una imaginaria Shakira.<br />
Un itinerario clásico, constante o perdurable que se puede<br />
reiterar a voluntad con parejas cambiantes para el “Hula” que<br />
se anticipó a “Despacito”. No es un paraíso perdido porque<br />
está a nueve mil kilómetros de Buenos Aires, con un largo<br />
viaje de once horas sobre el Océano Pacífico y un costo alto<br />
pero accesible, en los avisos se ofrece desde veinte mil pesos<br />
argentinos: con una escala en Chile, pasando por la Isla de<br />
Pascua y aterrizando en Papeete. La capital de Tahití es la<br />
puerta de entrada a la Colectividad de Ultramar de Francia,<br />
que cuenta con 118 islas y 67 atolones habitados. Atolón es<br />
un arrecife coralino con una laguna interior que se comunica<br />
con el mar a través de pasos estrechos. A veces ganan los<br />
titulares con hechos fuera de serie, como una prueba atómica<br />
(ahora prohibida) o la compra del islote por Marlon Brando<br />
luego de filmar el Motín del Bounty.<br />
Tahití, punto de partida cultural<br />
En el imaginario colectivo es territorio de enamorados aunque<br />
no excluye a nadie, porque es un destino soñado. Y está<br />
asociado a grandes aventureros de la literatura, el cine y hasta<br />
las historietas. Paul Gauguin (1848-1903) y Jacques Brel<br />
(1929-1978) vivieron y murieron en las islas Marquesas;<br />
Hugo Pratt (1927-1995, nacido en Rímini) con la novela<br />
gráfica La balada del Mar Salado donde apareció Corto Maltés,<br />
cuyos episodios se mantienen más allá de la muerte.<br />
La seductora Polinesia también ha sido escenario del cine de<br />
todos los tiempos, Melies o Murnau y estrellas como Jean<br />
Paul Belmondo y Katherine Hepburn, que protagonizó<br />
allí su última película, así como Glenn Close y Anthony<br />
Hopkins pasaron allí días de rodaje.<br />
La presencia constante de Gauguin fue el tema de una novela<br />
de Romain Gary, uno más entre los escritores que pisaron<br />
tierras y navegaron mares de la Polinesia. En una corta síntesis<br />
podemos recordar a Herman Melville, Pierre Loti, Jack<br />
London, Robert Louis Stevenson o Somerset Maugham<br />
que en La luna y seis peniques (más tarde una película<br />
nominada al Oscar) se inspiró en un personaje inspirado por<br />
Gauguin. En nuestro Museo Nacional de Bellas Artes podemos<br />
entrar en clima viendo la magnífica pintura Mujer del mar.<br />
Hablando de dinero<br />
No existe una diferencia notable en precios entre la temporada<br />
alta y la baja. El tiempo siempre es bueno con una<br />
temperatura promedio de 25 grados de mayo a octubre, en el<br />
invierno seco, con muy pocas lluvias y con temperaturas más<br />
bajas. De diciembre a febrero, hay algunas lluvias pero livianas<br />
y cortas. No son un problema, nada lo es en la Polinesia.<br />
La meteorología no maneja la economía. Más importantes<br />
son las decisiones de los visitantes que deciden, por ejemplo,<br />
vacacionar menos días y alojarse en hoteles muy buenos o<br />
más días en alojamientos más modestos. Lo que importa es<br />
la naturaleza exuberante. El surtido es muy amplio para una<br />
pareja en clase turista y depende de nuestras decisiones compartidas,<br />
porque lo recordaremos aun con divorcios.<br />
Por supuesto que no es lo mismo ver el amanecer en un bungalow<br />
con piso de vidrio mirando los peces coloridos que en un<br />
cuarto interno rodeado de paredes. Otro aspecto a considerar<br />
es el de la comida porque el almuerzo se presta a “cualquier<br />
cosita” y la cena forma parte de la noche, que es otra cosa.<br />
Las “extras” pesan. Desde las excursiones a las llamadas de<br />
larga distancia, porque la telefonía tiene tarifas para turistas<br />
lo mismo que el uso de Internet. A propósito, aunque en las<br />
promociones se lo incluya, conviene confirmarlo al llegar para<br />
evitar discutir al irse. Y sacar uso de una gran ventaja que es<br />
la facilidad de recorrer las islas en bicicleta, que se pueden<br />
alquilar y en algunos hoteles hasta las prestan.<br />
Todo comienza con la valija<br />
Lejos de casa, y más para los recién casados sin mamá o suegra<br />
cerca, olvidarse de algo imprescindible es un problema. Tanto<br />
los documentos como la receta de un remedio. La valija exige<br />
organización para no cargar de más ni de menos. Por ejemplo:<br />
los arrecifes y las rocas de algunas playas hacen imprescindibles<br />
sandalias de plástico para evitar molestias o mejor<br />
zapatillas simples. Lo mismo la provisión de protectores solares<br />
tan imprescindibles como los anteojos oscuros, los sombreros<br />
o gorras, como nos plazcan. También es útil contar con un<br />
impermeable por las dudas, aunque las lluvias suelen ser muy<br />
cortas. En la publicidad no hablan de los mosquitos pero conviene<br />
tener un repelente. O más de uno según los gustos. Por<br />
último, pero no menos importante, ropa cómoda de algodón o<br />
lino (nada de polyester) y lo mismo para paquetear y estar presentables<br />
para las fotos del celular. Así como el Hombre Feliz<br />
no usaba camisa, un viajero se siente muy cómodo cuando su<br />
equipaje pesa poco. Especialmente en los vuelos entre las islas,<br />
con avionetas, donde se factura el exceso de equipaje permitido<br />
aunque se trate de un equipo de buceo o el snorkel.<br />
De aquí hasta los veleros<br />
La Polinesia francesa es un genérico. No importa qué isla se<br />
visite, todas son seductoras. Lo que cambia es la manera en<br />
la que el viajero arma su itinerario. Papeete es el punto de<br />
partida y se haga lo que se haga, siempre se va a acertar. Cada<br />
uno decide cuál será su itinerario. Hay más de cincuenta aeropuertos<br />
que permiten elegir entre aviones livianos que pueden<br />
aterrizar en todos lados, barcos de todo tipo y también ferry.<br />
Al llegar a Papetee conviene armar su estada eligiendo las<br />
islas más cercanas. A la hora de los proyectos, el viajero<br />
debe tener en cuenta que aunque sea un saltito le va a llevar<br />
tiempo y no se justifica perderlo esperando un vuelo, aunque<br />
pueda aprovechar las ventajas económicas del Air Pass Tahiti.<br />
El que mucho abarca poco aprieta y no se trata de multiplicar<br />
lugares porque sí, todo traslado implica tiempo y dinero.<br />
Los conocedores aconsejan para una estada de una semana,<br />
visitar solo dos islas. Para la gente como uno/una, lo conveniente<br />
es organizar el plan para disfrutar el doble y gastar lo menos<br />
posible. Respetando que lo bueno tiene precio y que la Polinesia<br />
no es un catálogo de ofertas. Pasa lo mismo que en el Caribe<br />
francés o París. Hay que calcular que la estada diaria está en los<br />
cien dólares o euros y depende del tren de vida que elijamos a la<br />
hora de comer y dormir más las compras del regreso. Las excursiones<br />
pueden ser tentadoras pero en algunos sitios lo mejor es<br />
hacer autotour en bicicleta, que es muy común y seguro.<br />
Elegir las cercanas Moorea y Bora Bora<br />
Si la estada es mayor, puede ampliar su ruta y llegar hasta las<br />
Marquesas, territorios de Gauguin o Brel, que tenía su velero<br />
de veinte metros y un avión. Un aventurero sin medios puede<br />
embarcarse como marinero. Hay varias páginas en Internet<br />
para ayudarlo (www.crewseakers.net; www.sailingnetworks.com<br />
y www.findacrew.net).<br />
Si no le gusta un crucero convencional con miles de pasajeros<br />
busque un up grade para ricos y famosos con un gran velero<br />
para menos de trescientas personas: just yatching, not cruising,<br />
“en yate, no en crucero”.<br />
Todo vale porque los sueños, sueños son. Y la Polinesia es un<br />
sueño perdurable que no sufre el desgaste de la realidad<br />
TESTIMONIO PERSONAL<br />
Horacio de Dios<br />
La cuna de Corto Maltés<br />
Hugo Pratt, el creador de Corto Maltés, nació en Rímini, cerca<br />
de Venecia, igual que Federico Fellini. Y ambos comparten la<br />
relación con las imágenes y las fantasías. En mi caso me lleva a<br />
la adolescencia cuando leía las revistas de historietas Misterix,<br />
Hora Cero o Frontera.<br />
El dibujante había llegado a Buenos Aires en 1949, a los 22 años<br />
invitado por el italiano César Civita editor de la editorial Abril, que<br />
incluso lo invitó a que fuera un personaje de fotonovelas. Aquí<br />
vivió y trabajó hasta los 32. Durante esos diez años no solo nos<br />
acompañó con las imágenes del Sargento Kirk, Ticonderoga o<br />
Ernie Pike (con guiones de Germán Oesterheld) sino que también<br />
enseñó en la Escuela Panamericana de Arte, semillero de<br />
creadores. Es un orgullo saber que Argentina, junto con Estados<br />
Unidos y la dupla de Francia y Bélgica, es cuna de los más importantes<br />
dibujantes de historietas del mundo.<br />
Y fue en 1967, con la publicación de La balada del Mar Salado, que<br />
nació su personaje memorable, Corto Maltés, precisamente en<br />
estas aguas perdurables del rosario de islas y atolones del Pacífico<br />
Sur. Le dedicó 29 episodios que los especialistas consideran el<br />
punto más alto de viajes, relatos y dibujos. Hasta el punto que el<br />
propio personaje imaginario se fusiona entre la realidad y la fantasía.<br />
En uno de sus últimos episodios, en 1981, se acercó nuevamente<br />
a nosotros con Tango y una selección musical que titulaba con el<br />
clásico “Y todo a media luz”. Tenía 54 años y mucha tela para cortar<br />
porque se multiplicaban sus libros, con ventas millonarias y a los<br />
50 años del personaje. En Europa le preguntaron cuándo moriría el<br />
héroe y contestó: “Cualquier fin sería siempre un mal fin. Ocurrirá,<br />
habrá un final para Corto, pero no pienso hacerlo yo, porque Corto<br />
Maltés encontrará otro dibujante que le dé vida. Corto ya no me<br />
pertenece exclusivamente”. Y así ocurrió, porque hay nuevos dibujantes<br />
que lo recrean y confirman su perdurabilidad.<br />
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