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MOSCÚ<br />
“SIENTO NOSTALGIA<br />
POR UNA ÉPOCA QUE<br />
FUE CLARAMENTE<br />
INFERIOR A LA<br />
ACTUAL”<br />
Desde la derecha El<br />
hotel Leningradskaya de<br />
Moscú; el restaurador de<br />
autos Ilya Sorokin; el gran<br />
lobby del Leningradskaya<br />
Dos<br />
de las Siete<br />
Hermanas son hoteles: el Ukraina y el<br />
Leningradskaya. Hace unos 21 años, me<br />
quedé en el Leningradskaya mientras<br />
escribía una guía para un país que, yo no lo<br />
sabía, estaba a punto de disolverse. Como la<br />
URSS misma, el hotel era grandioso y malo<br />
al mismo tiempo: sus antiguos ascensores<br />
hacían ruidos alarmantes a medida que<br />
subían a los pisos superiores, el otrora<br />
opulento interior se había ido deteriorando y<br />
el Libro Verde del Coronel Gaddaffi estaba a<br />
la venta en la librería del lobby. En el oscuro<br />
restaurante donde los mozos solicitaban<br />
coimas abiertamente, los rusos bailaban<br />
lambada siguiendo los melancólicos acordes<br />
de Llorando se Fue – que salían de un<br />
sintetizador y que parecían escucharse en<br />
todos los salones de la Unión Soviética.<br />
Ahora, un ascensor de última generación te<br />
lleva hasta tu piso. Las cortinas, las alfombras<br />
gastadas y el escaso suministro de agua<br />
soviéticos han desaparecido, reemplazados<br />
por una eficiencia y abundancia uniformes.<br />
Mirando hacia las calles atestadas de tráfico<br />
de la ciudad, me sorprende un sentimiento de<br />
nostalgia por una época que era claramente<br />
inferior a la actual.<br />
“Tenemos un dicho sobre el pasado: “Los<br />
días del pasado eran mejores, las chicas<br />
también eran más jóvenes””, dice Ilya<br />
Sorokin. Tiene 43 años y lleva un sombrero<br />
de capitán sobre su cabeza afeitada. En el<br />
showroom de autos de lujo donde nos<br />
encontramos, cuatro autos soviéticos atraen<br />
sonrisas complacientes y recuerdos de<br />
moscovitas que aprendieron a aspirar a cosas<br />
mejores.<br />
La gente como Ilya, que recuerdan los<br />
defectos de la URSS y que han florecido<br />
desde su disolución, está descubriendo un<br />
cariño por la tierra desaparecida de su<br />
infancia. La revelación puede aparecer de<br />
manera sorpresiva; Ilya tuvo su epifanía en<br />
un show de autos donde vio un antiguo<br />
camión soviético, un GAZ-51, junto a un<br />
lujoso Mercedes 300SL y se dio cuenta de<br />
que el antiguo y aparatoso camión era, a sus<br />
ojos, mucho más bonito. “Trabajé en una<br />
granja colectiva durante mis primeras<br />
vacaciones después de la facultad – era<br />
septiembre de 1986”, recuerda. “Mis<br />
compañeros y yo ayudábamos en la cosecha<br />
de papas, y nos llevaban y traían de los<br />
campos en un GAZ-51. Fue un momento<br />
realmente especial en mi vida y establecí un<br />
vínculo muy fuerte con esos tipos. Había<br />
chicas, y cantábamos y bebíamos. Ese<br />
camión fue parte de mi vida. Al Mercedes<br />
solamente lo había visto en el cine. Era un<br />
auto que siempre había querido tener. Pero<br />
en realidad no significa nada para mí”.<br />
Ahora Ilya organiza exhibiciones de autos<br />
antiguos. Ha visto que hay un nuevo interés en<br />
objetos del pasado soviético como el Volga, el<br />
Zhiguli y el Zil – la selección de autos de lujo<br />
de los apparatchiks (funcionarios del partido<br />
comunista). En los años de la Perestroika y<br />
posteriores al colapso, los rusos tenían un<br />
pronunciado complejo de inferioridad acerca<br />
de ellos mismos: un sentimiento de que todo<br />
lo extranjero era lo mejor. Coca-Cola,<br />
McDonald’s y Mercedes eran el progreso. Sin<br />
embargo, en la Moscú actual, hay un<br />
sentimiento de que los rusos han<br />
reconsiderado el pasado soviético y aprendido<br />
a sentir un cierto cariño por el mismo.<br />
El GUM, al otro lado del Kremlin, era<br />
supuestamente la principal tienda del país<br />
– la Harrods de la Unión Soviética. De hecho,<br />
sus estanterías por lo general estaban<br />
lamentablemente vacías. Ahora es un<br />
pujante centro comercial. Sus salones<br />
rodeados de columnas albergan todo tipo de<br />
productos, desde botas de diseñadores hasta<br />
bicicletas retro, y el patio de comidas de la<br />
planta baja es la imagen de la abundancia:<br />
sushi enrollado a mano, esturión ahumado,<br />
tés exóticos y aceite de oliva.<br />
Entre todo ello, hay tributos a la nostalgia<br />
soviética: pilas de latas de leche condensada<br />
soviética, cerveza Zhiguli y emblemáticos<br />
caramelos soviéticos. Botellas de Baikal y<br />
Duchess – la Tizer y Fanta de las infancias<br />
soviéticas – atraen sin culpa a los rusos de<br />
mediana edad: “Experimentá el sabor de tu<br />
infancia. El placer de bebidas preparadas<br />
según las recetas originales de 1980 con<br />
ingredientes naturales y agua cristalina ¡te<br />
harán volver a tu infancia despreocupada!”<br />
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<strong>Junio</strong> <strong>2018</strong>