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Junio 2018

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MOSCÚ<br />

“SIENTO NOSTALGIA<br />

POR UNA ÉPOCA QUE<br />

FUE CLARAMENTE<br />

INFERIOR A LA<br />

ACTUAL”<br />

Desde la derecha El<br />

hotel Leningradskaya de<br />

Moscú; el restaurador de<br />

autos Ilya Sorokin; el gran<br />

lobby del Leningradskaya<br />

Dos<br />

de las Siete<br />

Hermanas son hoteles: el Ukraina y el<br />

Leningradskaya. Hace unos 21 años, me<br />

quedé en el Leningradskaya mientras<br />

escribía una guía para un país que, yo no lo<br />

sabía, estaba a punto de disolverse. Como la<br />

URSS misma, el hotel era grandioso y malo<br />

al mismo tiempo: sus antiguos ascensores<br />

hacían ruidos alarmantes a medida que<br />

subían a los pisos superiores, el otrora<br />

opulento interior se había ido deteriorando y<br />

el Libro Verde del Coronel Gaddaffi estaba a<br />

la venta en la librería del lobby. En el oscuro<br />

restaurante donde los mozos solicitaban<br />

coimas abiertamente, los rusos bailaban<br />

lambada siguiendo los melancólicos acordes<br />

de Llorando se Fue – que salían de un<br />

sintetizador y que parecían escucharse en<br />

todos los salones de la Unión Soviética.<br />

Ahora, un ascensor de última generación te<br />

lleva hasta tu piso. Las cortinas, las alfombras<br />

gastadas y el escaso suministro de agua<br />

soviéticos han desaparecido, reemplazados<br />

por una eficiencia y abundancia uniformes.<br />

Mirando hacia las calles atestadas de tráfico<br />

de la ciudad, me sorprende un sentimiento de<br />

nostalgia por una época que era claramente<br />

inferior a la actual.<br />

“Tenemos un dicho sobre el pasado: “Los<br />

días del pasado eran mejores, las chicas<br />

también eran más jóvenes””, dice Ilya<br />

Sorokin. Tiene 43 años y lleva un sombrero<br />

de capitán sobre su cabeza afeitada. En el<br />

showroom de autos de lujo donde nos<br />

encontramos, cuatro autos soviéticos atraen<br />

sonrisas complacientes y recuerdos de<br />

moscovitas que aprendieron a aspirar a cosas<br />

mejores.<br />

La gente como Ilya, que recuerdan los<br />

defectos de la URSS y que han florecido<br />

desde su disolución, está descubriendo un<br />

cariño por la tierra desaparecida de su<br />

infancia. La revelación puede aparecer de<br />

manera sorpresiva; Ilya tuvo su epifanía en<br />

un show de autos donde vio un antiguo<br />

camión soviético, un GAZ-51, junto a un<br />

lujoso Mercedes 300SL y se dio cuenta de<br />

que el antiguo y aparatoso camión era, a sus<br />

ojos, mucho más bonito. “Trabajé en una<br />

granja colectiva durante mis primeras<br />

vacaciones después de la facultad – era<br />

septiembre de 1986”, recuerda. “Mis<br />

compañeros y yo ayudábamos en la cosecha<br />

de papas, y nos llevaban y traían de los<br />

campos en un GAZ-51. Fue un momento<br />

realmente especial en mi vida y establecí un<br />

vínculo muy fuerte con esos tipos. Había<br />

chicas, y cantábamos y bebíamos. Ese<br />

camión fue parte de mi vida. Al Mercedes<br />

solamente lo había visto en el cine. Era un<br />

auto que siempre había querido tener. Pero<br />

en realidad no significa nada para mí”.<br />

Ahora Ilya organiza exhibiciones de autos<br />

antiguos. Ha visto que hay un nuevo interés en<br />

objetos del pasado soviético como el Volga, el<br />

Zhiguli y el Zil – la selección de autos de lujo<br />

de los apparatchiks (funcionarios del partido<br />

comunista). En los años de la Perestroika y<br />

posteriores al colapso, los rusos tenían un<br />

pronunciado complejo de inferioridad acerca<br />

de ellos mismos: un sentimiento de que todo<br />

lo extranjero era lo mejor. Coca-Cola,<br />

McDonald’s y Mercedes eran el progreso. Sin<br />

embargo, en la Moscú actual, hay un<br />

sentimiento de que los rusos han<br />

reconsiderado el pasado soviético y aprendido<br />

a sentir un cierto cariño por el mismo.<br />

El GUM, al otro lado del Kremlin, era<br />

supuestamente la principal tienda del país<br />

– la Harrods de la Unión Soviética. De hecho,<br />

sus estanterías por lo general estaban<br />

lamentablemente vacías. Ahora es un<br />

pujante centro comercial. Sus salones<br />

rodeados de columnas albergan todo tipo de<br />

productos, desde botas de diseñadores hasta<br />

bicicletas retro, y el patio de comidas de la<br />

planta baja es la imagen de la abundancia:<br />

sushi enrollado a mano, esturión ahumado,<br />

tés exóticos y aceite de oliva.<br />

Entre todo ello, hay tributos a la nostalgia<br />

soviética: pilas de latas de leche condensada<br />

soviética, cerveza Zhiguli y emblemáticos<br />

caramelos soviéticos. Botellas de Baikal y<br />

Duchess – la Tizer y Fanta de las infancias<br />

soviéticas – atraen sin culpa a los rusos de<br />

mediana edad: “Experimentá el sabor de tu<br />

infancia. El placer de bebidas preparadas<br />

según las recetas originales de 1980 con<br />

ingredientes naturales y agua cristalina ¡te<br />

harán volver a tu infancia despreocupada!”<br />

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<strong>Junio</strong> <strong>2018</strong>

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