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Una tranquila mañana<br />
en santo André<br />
Derecha Bicicleteada<br />
hasta la playa de Mutá.<br />
SANTA CRUZ CABRÁLIA ES<br />
un municipio ubicado en la<br />
Costa del Descubrimiento del<br />
Estado de Bahía, en el<br />
nordeste de Brasil. Fue el lugar<br />
al cual arribaron las primeras<br />
embarcaciones portuguesas<br />
allá por el 1500, y de sus edificaciones<br />
coloniales, sin dudas son sus templos<br />
religiosos los que le dan su aire distintivo.<br />
Entre ellos se destaca la Iglesia de Nuestra<br />
Señora de la Concepción, situada en la<br />
ciudad alta del centro histórico.<br />
Desde las inmediaciones del pueblo se<br />
observa la desembocadura del río Joao de<br />
Tiba a un mar de aguas cristalinas con<br />
corales de arrecife y una impecable<br />
vegetación de mata atlántica.<br />
Esta costa comenzó a popularizarse por<br />
su notable belleza que combina coloridos<br />
acantilados, bosques de palmeras a orillas<br />
del mar, un clima generalmente soleado<br />
con variaciones mínimas de temperatura y,<br />
por supuesto, maravillosas playas.<br />
El camino en bicicleta desde la playa se<br />
hizo pesado. Aunque las agujas del reloj no<br />
habían alcanzado las diez de la mañana, el<br />
calor ya atacaba fuerte y la arena todavía<br />
húmeda hacía dificultoso el pedalear.<br />
Protegida por arrecifes que forman<br />
piscinas naturales, a unos kilómetros al sur<br />
de Cabralia, la playa de Coroa Vermelha es la<br />
favorita de muchos en la Costa del Descubrimiento,<br />
tanto entre locales como turistas.<br />
De agua transparente y con una temperatura<br />
perfecta, es el lugar ideal para tomar<br />
una caipirinha o un jugo de ananá descansando<br />
en una reposera. La premisa es una<br />
sola: disfrutar. Para los que planean pasar el<br />
día, hay restaurantes con variada oferta que<br />
va desde platos típicos como una moqueca<br />
de mariscos hasta una hamburguesa.<br />
En el ingreso a la playa se destaca una<br />
cruz de 13 metros de alto y 5 de ancho hecha<br />
en acero inoxidable. Levantada en el centro<br />
de la plaza principal, conmemora la<br />
celebración de la primer misa realizada el 26<br />
de abril de 1500 en suelo brasileño por Frei<br />
Henrique de Coimbra, capellán de la<br />
armada del portugués Pedro Álvares Cabral.<br />
Siguiendo un tramo más por la Avenida<br />
Beira Mar -costanera- llegamos a otro de<br />
los lugares que no pueden dejar de visitarse<br />
en la Costa del Descubrimiento: la playa de<br />
Punta de Mutá, una de las más bellas y<br />
relajadas de la región, donde descansar en<br />
sus arenas finas y blancas, mientras las<br />
olitas golpetean en la orilla y los hielos en<br />
nuestra caipirinha, es un plan inmejorable.<br />
Esa serenidad fue la que enamoró a<br />
Roberto Calamai, un arquitecto italiano<br />
que llegó desde la Toscana a Brasil en 2012<br />
con un plan concreto: verificar la construcción<br />
y posteriormente vender el complejo<br />
hotelero Village Mutá.<br />
Aquel apart de 35 unidades habitacionales,<br />
por el cual se quedaría dos años en Brasil,<br />
terminó siendo su proyecto de por vida.<br />
“No fue fácil, no vengo de la industria<br />
hotelera. Me pasé noches enteras estudiando,<br />
y hasta llorando, para dar una mejor<br />
atención. Tuve que aprender el portugués y<br />
mucho sobre servicio, pero es bueno siempre<br />
tener objetivos y algo para mejorar”.<br />
Roberto destaca que mantener la calma,<br />
el sonido de la naturaleza y el ambiente<br />
familiar, aquel que reina en la región, es su<br />
misión para el complejo.<br />
Cambiando el ángulo, y ahora con la<br />
vista puesta hacia el norte de Cabralia,<br />
llegamos a Santo André, un idílico caserío<br />
de pescadores a tan sólo diez minutos en<br />
ferry desde el puerto de Cabralia. Sí, uno de<br />
los secretos mejores guardados de la Costa<br />
del Descubrimiento, se encuentra junto al<br />
mar en la mencionada desembocadura del<br />
río Joao de Tiba.<br />
En este pueblo de 800 habitantes, de<br />
cocoteros, casitas descoloridas y angostas<br />
calles de arena, relajarse y tomar un baño<br />
de sal en su agreste playa de Ponta de Santo<br />
André es un plan insuperable.<br />
Como tanta otra gente, Thiago reafirmó<br />
que aquel paraíso es su lugar en el mundo.<br />
“Aquí es el único lugar donde realmente<br />
consigo ser feliz”, confiesa el cocinero<br />
mientras presenta un lomo de atún grillado<br />
con pesto de rúcula, cilantro y puré de<br />
iñami, productos todos cultivados en su<br />
huerta y servidos en su restaurante.<br />
“Mi filosofía en la cocina es saber de<br />
dónde viene cada producto”, continúa el<br />
bahiano de 28 años, enormes ojos verdes, y<br />
con tatuajes alusivos a su pasión, como una<br />
gran imagen del chef francés Escoffier en<br />
su brazo derecho.<br />
Su otra pasión es su Santo André Natal,<br />
lugar al que decidió retornar pese a haber<br />
triunfado en el mundo (ganó una competencia<br />
de gastronomía que lo llevaría por<br />
tres meses a suiza, donde finalmente<br />
permaneció dos años, y trabajó en uno de<br />
los más prestigiosos restaurantes de<br />
Miami). Las luces del primer mundo no<br />
lograron opacar lo que siente al pisar su<br />
lugar de origen.<br />
64 <strong>Junio</strong> <strong>2018</strong>