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Junio 2018

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Una tranquila mañana<br />

en santo André<br />

Derecha Bicicleteada<br />

hasta la playa de Mutá.<br />

SANTA CRUZ CABRÁLIA ES<br />

un municipio ubicado en la<br />

Costa del Descubrimiento del<br />

Estado de Bahía, en el<br />

nordeste de Brasil. Fue el lugar<br />

al cual arribaron las primeras<br />

embarcaciones portuguesas<br />

allá por el 1500, y de sus edificaciones<br />

coloniales, sin dudas son sus templos<br />

religiosos los que le dan su aire distintivo.<br />

Entre ellos se destaca la Iglesia de Nuestra<br />

Señora de la Concepción, situada en la<br />

ciudad alta del centro histórico.<br />

Desde las inmediaciones del pueblo se<br />

observa la desembocadura del río Joao de<br />

Tiba a un mar de aguas cristalinas con<br />

corales de arrecife y una impecable<br />

vegetación de mata atlántica.<br />

Esta costa comenzó a popularizarse por<br />

su notable belleza que combina coloridos<br />

acantilados, bosques de palmeras a orillas<br />

del mar, un clima generalmente soleado<br />

con variaciones mínimas de temperatura y,<br />

por supuesto, maravillosas playas.<br />

El camino en bicicleta desde la playa se<br />

hizo pesado. Aunque las agujas del reloj no<br />

habían alcanzado las diez de la mañana, el<br />

calor ya atacaba fuerte y la arena todavía<br />

húmeda hacía dificultoso el pedalear.<br />

Protegida por arrecifes que forman<br />

piscinas naturales, a unos kilómetros al sur<br />

de Cabralia, la playa de Coroa Vermelha es la<br />

favorita de muchos en la Costa del Descubrimiento,<br />

tanto entre locales como turistas.<br />

De agua transparente y con una temperatura<br />

perfecta, es el lugar ideal para tomar<br />

una caipirinha o un jugo de ananá descansando<br />

en una reposera. La premisa es una<br />

sola: disfrutar. Para los que planean pasar el<br />

día, hay restaurantes con variada oferta que<br />

va desde platos típicos como una moqueca<br />

de mariscos hasta una hamburguesa.<br />

En el ingreso a la playa se destaca una<br />

cruz de 13 metros de alto y 5 de ancho hecha<br />

en acero inoxidable. Levantada en el centro<br />

de la plaza principal, conmemora la<br />

celebración de la primer misa realizada el 26<br />

de abril de 1500 en suelo brasileño por Frei<br />

Henrique de Coimbra, capellán de la<br />

armada del portugués Pedro Álvares Cabral.<br />

Siguiendo un tramo más por la Avenida<br />

Beira Mar -costanera- llegamos a otro de<br />

los lugares que no pueden dejar de visitarse<br />

en la Costa del Descubrimiento: la playa de<br />

Punta de Mutá, una de las más bellas y<br />

relajadas de la región, donde descansar en<br />

sus arenas finas y blancas, mientras las<br />

olitas golpetean en la orilla y los hielos en<br />

nuestra caipirinha, es un plan inmejorable.<br />

Esa serenidad fue la que enamoró a<br />

Roberto Calamai, un arquitecto italiano<br />

que llegó desde la Toscana a Brasil en 2012<br />

con un plan concreto: verificar la construcción<br />

y posteriormente vender el complejo<br />

hotelero Village Mutá.<br />

Aquel apart de 35 unidades habitacionales,<br />

por el cual se quedaría dos años en Brasil,<br />

terminó siendo su proyecto de por vida.<br />

“No fue fácil, no vengo de la industria<br />

hotelera. Me pasé noches enteras estudiando,<br />

y hasta llorando, para dar una mejor<br />

atención. Tuve que aprender el portugués y<br />

mucho sobre servicio, pero es bueno siempre<br />

tener objetivos y algo para mejorar”.<br />

Roberto destaca que mantener la calma,<br />

el sonido de la naturaleza y el ambiente<br />

familiar, aquel que reina en la región, es su<br />

misión para el complejo.<br />

Cambiando el ángulo, y ahora con la<br />

vista puesta hacia el norte de Cabralia,<br />

llegamos a Santo André, un idílico caserío<br />

de pescadores a tan sólo diez minutos en<br />

ferry desde el puerto de Cabralia. Sí, uno de<br />

los secretos mejores guardados de la Costa<br />

del Descubrimiento, se encuentra junto al<br />

mar en la mencionada desembocadura del<br />

río Joao de Tiba.<br />

En este pueblo de 800 habitantes, de<br />

cocoteros, casitas descoloridas y angostas<br />

calles de arena, relajarse y tomar un baño<br />

de sal en su agreste playa de Ponta de Santo<br />

André es un plan insuperable.<br />

Como tanta otra gente, Thiago reafirmó<br />

que aquel paraíso es su lugar en el mundo.<br />

“Aquí es el único lugar donde realmente<br />

consigo ser feliz”, confiesa el cocinero<br />

mientras presenta un lomo de atún grillado<br />

con pesto de rúcula, cilantro y puré de<br />

iñami, productos todos cultivados en su<br />

huerta y servidos en su restaurante.<br />

“Mi filosofía en la cocina es saber de<br />

dónde viene cada producto”, continúa el<br />

bahiano de 28 años, enormes ojos verdes, y<br />

con tatuajes alusivos a su pasión, como una<br />

gran imagen del chef francés Escoffier en<br />

su brazo derecho.<br />

Su otra pasión es su Santo André Natal,<br />

lugar al que decidió retornar pese a haber<br />

triunfado en el mundo (ganó una competencia<br />

de gastronomía que lo llevaría por<br />

tres meses a suiza, donde finalmente<br />

permaneció dos años, y trabajó en uno de<br />

los más prestigiosos restaurantes de<br />

Miami). Las luces del primer mundo no<br />

lograron opacar lo que siente al pisar su<br />

lugar de origen.<br />

64 <strong>Junio</strong> <strong>2018</strong>

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