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Junio 2018

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MOSCÚ<br />

“ME DESPERTÉ<br />

POR EL TEMBLOR<br />

DE MI VENTANA…<br />

VI TANQUES QUE<br />

ROMPÍAN EL ASFALTO<br />

CON SUS ORUGAS”<br />

Desde la derecha El<br />

hotel Leningradskaya de<br />

Moscú; el restaurador de<br />

autos Ilya Sorokin; el gran<br />

lobby del Leningradskaya<br />

En<br />

lo que era el<br />

restaurante del GUM, recrearon una cantina<br />

de la era soviética – al estilo de las que todos<br />

los lugares de trabajo tenían para sus<br />

empleados. Curiosamente, en realidad fui a<br />

la cantina original del GUM hace 21 años –<br />

casi en el mismo mes – y si mal no recuerdo,<br />

comí unos misteriosos trozos de carne sobre<br />

una pila de trigo sarraceno, con una bebida<br />

de frutos rojos. En la actualidad, los posters<br />

de propaganda sobre las paredes son irónicos<br />

(“Señoras, ¡cuiden su dieta!; “¡Pidan por una<br />

salchicha en todas partes!; “¡Frutas y<br />

vegetales les ayudarán a mantenerse en<br />

forma!”) y el buffet rebalsa de caviar, borscht,<br />

arenque, salmón ahumado, torta de<br />

chocolate y espressos. El juego final que<br />

condujo a la disolución de la Unión<br />

Soviética comenzó en agosto de 1991 con un<br />

malogrado golpe de estado. Los comunistas<br />

más acérrimos trataron de detener las<br />

reformas del Presidente Gorbachev con una<br />

demostración de poderío militar, pero sólo<br />

sirvió para acelerar la ruptura final. “Ese día<br />

tenía una entrevista de trabajo en el<br />

Kremlin”, comenta Viktor Belyaev. Tiene<br />

alrededor de 50 años, y sorprendentemente<br />

ojos de dos colores, uno azul y el otro<br />

marrón. “A las 7.30 de la mañana, alguien<br />

me llamó por teléfono y dijo que había<br />

tanques en las calles. Le dije que se dejara de<br />

embromar y colgué. Cerca de una hora<br />

después, me desperté con el temblor de mi<br />

ventana. Miré hacia afuera y vi los tanques<br />

sobre Leninsky Prospekt, que rompían el<br />

asfalto con sus orugas”.<br />

Viktor se había graduado como el mejor de<br />

su clase en la escuela de cocina y trabajaba<br />

en Praga, el restaurante soviético más<br />

prestigioso de la época, junto con chefs<br />

octogenarios que alguna vez habían<br />

cocinado para el Zar. Fue destinado a<br />

trabajar en el Kremlin, donde pudo ver de<br />

primera mano las contradicciones que<br />

socavaron el poder soviético. En su lugar de<br />

trabajo, preparaba los mejores platos para<br />

los oficiales soviéticos. “Manzanas, carne,<br />

pescado, uvas, manteca. La mejor calidad”,<br />

recuerda. “Deseaba que mis hijos pudieran<br />

probarlos. Un salmón ahumado tan tierno<br />

que podías cortarlo pasándole un cuchillo<br />

sin filo”. Mientras tanto, la falta de<br />

productos básicos como la leche, el jabón y<br />

los zapatos eran una frustración diaria para<br />

los ciudadanos de a pie.<br />

Viktor actualmente es un chef muy<br />

galardonado con su propia firma de catering.<br />

De todos modos, como muchos rusos de más<br />

edad, para quienes la noción comunista del<br />

“nuevo hombre soviético” era un ideal de<br />

ciudadanía y responsabilidad, tiene<br />

sentimientos encontrados acerca de los<br />

cambios que han vivido. “Hace poco un<br />

hombre vestido de traje estaba tirado en la<br />

calle. Pregunté qué había sucedido y alguien<br />

dijo “Está borracho”. Me acerqué al hombre<br />

– conozco de primeros auxilios y había<br />

tenido un ataque al corazón. Le pregunté<br />

cuánto hacía que estaba allí y me contestó<br />

que hacía algunas horas. Eso no hubiera<br />

pasado en la época soviética. Alguien se<br />

habría acercado a ayudarlo”.<br />

No hay nada que ejemplifique mejor el<br />

patetismo y la aspiración de la URSS que el<br />

All-Russia Exhibition Centre, conocido por<br />

su antigua sigla soviética como el VDNKh.<br />

Este es un enorme parque de la era estalinista<br />

al norte de la ciudad donde una serie de<br />

pabellones y de esculturas externas<br />

conmemoran las 15 repúblicas que<br />

constituyeron la URSS y sus logros creativos<br />

y tecnológicos. En la entrada se encuentra la<br />

obra de la escultora soviética Vera Mukhina,<br />

el enorme Trabajador y Mujer de Kolkhoz. En<br />

su interior, una serie de estructuras extrañas<br />

compiten entre sí en monumentalismo y<br />

extravagancia. En el extremo más alejado<br />

hay un cohete de tamaño real del estilo de<br />

los que llevaban a los cosmonautas<br />

soviéticos al espacio.<br />

En la actualidad, el VDNKh necesita una<br />

importante renovación. Sus ornamentados<br />

pabellones todavía se mantienen<br />

curiosamente bonitos, pero el parque en sí<br />

está muy abandonado y está cubierto de<br />

atracciones de feria de mal gusto. Por alguna<br />

razón incomprensible, el Pabellón de<br />

Bielorrusia alberga una venta de ropa<br />

femenina y hay una muestra de tapados de<br />

piel en el pabellón de Electrificación.<br />

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<strong>Junio</strong> <strong>2018</strong>

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