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LA GUERRA DE LAS MUJERES

A la acción, intriga y rapidez descriptiva se suma el amor, con su inevitable acompañamiento de celos y rivalidad femenina, pues las dos protagonistas de esta excelente novela se enamorarán del mismo hombre. Dumas recrea una estampa de la guerra de La Fronda, con dos personajes que quieren ser los equivalentes femeninos de sus célebres mosqueteros: la astuta y encendida amante del duque Epernón, Nanón de Lartigues, y la rubia y valerosa Claire de Cambes.

A la acción, intriga y rapidez descriptiva se suma el amor, con su inevitable acompañamiento de celos y rivalidad femenina, pues las dos protagonistas de esta excelente novela se enamorarán del mismo hombre. Dumas recrea una estampa de la guerra de La Fronda, con dos personajes que quieren ser los equivalentes femeninos de sus célebres mosqueteros: la astuta y encendida amante del duque Epernón, Nanón de Lartigues, y la rubia y valerosa Claire de Cambes.

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nombre de Su Majestad.<br />

Barrabás tendió su nombramiento al procurador, que le rechazó con la<br />

mano, temiendo hacerle una injuria leyéndolo.<br />

—Ahora —dijo Cauviñac—, mientras que Barrabás, temeroso de<br />

equivocarse, contaba el dinero; ahora es menester seguirme.<br />

—¿Seguiros?<br />

—Sin duda. ¿No os he dicho que sois sospechoso?<br />

—¡Pero, señor! Os juro no tiene Su Majestad un servidor más leal que yo.<br />

—Nada hay más fácil que afirmar, vos mejor que nadie lo sabéis, señor<br />

procurador; y en justicia no basta con la afirmación del presunto reo, se<br />

necesitan pruebas.<br />

—Pruebas, las daré.<br />

—¿Cuáles?<br />

—Toda mi vida pasada.<br />

—Eso no es bastante; es menester una garantía para lo futuro.<br />

—Indicadme lo que sea preciso, y lo haré.<br />

—Hay un excelente medio de probar de manera incontestable vuestra<br />

lealtad al rey.<br />

—¿Cuál?<br />

—En este momento se encuentra en Orléans un capitán amigo mío, que<br />

forma una compañía para el rey.<br />

—¿Y bien?<br />

—Deberíais alistaros es esa compañía.<br />

—¿Yo, caballero? ¡Un procurador!…<br />

—El rey tiene mucha necesidad de procuradores, caballero, porque sus<br />

negocios andan muy embrollados.<br />

—Lo haría con mucho gusto, señor; pero ¿y mi despacho?<br />

—Vuestros oficiales le desempeñarán.<br />

—¡Es imposible! ¿Y las firmas?<br />

—Disimulad, señor, si me mezclo en la conversación —dijo Barrabás.<br />

—¿Cómo? —dijo el procurador—, hablad, caballero, hablad.<br />

—Me parece que si en su lugar el señor, que haría un triste soldado…

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