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LA GUERRA DE LAS MUJERES

A la acción, intriga y rapidez descriptiva se suma el amor, con su inevitable acompañamiento de celos y rivalidad femenina, pues las dos protagonistas de esta excelente novela se enamorarán del mismo hombre. Dumas recrea una estampa de la guerra de La Fronda, con dos personajes que quieren ser los equivalentes femeninos de sus célebres mosqueteros: la astuta y encendida amante del duque Epernón, Nanón de Lartigues, y la rubia y valerosa Claire de Cambes.

A la acción, intriga y rapidez descriptiva se suma el amor, con su inevitable acompañamiento de celos y rivalidad femenina, pues las dos protagonistas de esta excelente novela se enamorarán del mismo hombre. Dumas recrea una estampa de la guerra de La Fronda, con dos personajes que quieren ser los equivalentes femeninos de sus célebres mosqueteros: la astuta y encendida amante del duque Epernón, Nanón de Lartigues, y la rubia y valerosa Claire de Cambes.

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—¡Señora, señora —dijo el duque—, esto es ya traspasar los límites!…<br />

—Por Dios, señor duque, dejadme concluir.<br />

—¿Qué más queréis que oiga? ¿Qué os resta que decirme?<br />

—Que tengo al señor de Canolles el más tierno interés.<br />

—¡Pardiez! ¡Demasiado lo sé!<br />

—Que mi cuerpo y mi alma están a su servicio.<br />

—Señora, esto es abusar…<br />

—Que le serviré fiel hasta la muerte, y esto porque…<br />

—Porque es vuestro amante, eso no es difícil de adivinar.<br />

—¡Porque —continuó, asiéndose por un movimiento dramático al brazo<br />

trémulo del duque—, porque es mi hermano!<br />

—¡Vuestro hermano!<br />

Nanón hizo una señal afirmativa con la cabeza, acompañada de una sonrisa<br />

de triunfo.<br />

Al cabo de algunos momentos exclamó el duque:<br />

—Eso requiere una explicación.<br />

—Y os la voy a dar —dijo Nanón—. ¿Cuánto tiempo hace que murió mi<br />

padre?<br />

—Hará… —contestó el duque calculando—, unos ocho meses, lo más.<br />

—¿Por cuándo firmasteis el despacho del capitán a favor del señor de<br />

Canolles?<br />

—Hacia esa misma época —continuó el duque.<br />

—Quince días después… sí, eso vendrá a hacer.<br />

—¡Es demasiado triste para mí —continuó Nanón—, revelar la deshonra<br />

de otra mujer, divulgar su secreto, que es el nuestro, entendéis! Pero vuestros<br />

extraños celos me precisan, vuestras crueles maneras me obligan a ello.<br />

—No hago más que imitaros, señor duque, si soy poco generosa.<br />

—Seguid, seguid —exclamó el duque—, algo preso ya en las redes que la<br />

imaginación de la bella gascona forjaba.<br />

—Pues bien; mi padre era un abogado que no carecía de alguna celebridad,<br />

veinte años hace era joven, y siempre había sido hermoso. Antes de casarse<br />

amó a la madre de Canolles, pero había sido rechazado su amor, porque ella<br />

era noble y él plebeyo. Como sucede con frecuencia, el amor cuidó de reparar

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