06.02.2019 Views

LA GUERRA DE LAS MUJERES

A la acción, intriga y rapidez descriptiva se suma el amor, con su inevitable acompañamiento de celos y rivalidad femenina, pues las dos protagonistas de esta excelente novela se enamorarán del mismo hombre. Dumas recrea una estampa de la guerra de La Fronda, con dos personajes que quieren ser los equivalentes femeninos de sus célebres mosqueteros: la astuta y encendida amante del duque Epernón, Nanón de Lartigues, y la rubia y valerosa Claire de Cambes.

A la acción, intriga y rapidez descriptiva se suma el amor, con su inevitable acompañamiento de celos y rivalidad femenina, pues las dos protagonistas de esta excelente novela se enamorarán del mismo hombre. Dumas recrea una estampa de la guerra de La Fronda, con dos personajes que quieren ser los equivalentes femeninos de sus célebres mosqueteros: la astuta y encendida amante del duque Epernón, Nanón de Lartigues, y la rubia y valerosa Claire de Cambes.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Canolles hizo un movimiento, cual si viniese del país de las abstracciones.<br />

—Sí, sí, perfectamente —dijo—. ¿Y puedo entrar?<br />

—Sin duda, pues que os espera.<br />

—¡Vamos, pues! —dijo Canolles.<br />

Y latiendo violentamente su corazón, sin ver a dónde iba, sintiendo<br />

confundirse sus temores y sus deseos, a punto de creerse próximo a<br />

enloquecer, empujó el barón una segunda puerta, y percibió detrás de una<br />

tapicería a la alegre, a la bulliciosa Nanón, que dando un grito como para<br />

asustarle, vino a echar sus brazos al cuello del caballero.<br />

El barón quedó inmóvil, con los brazos caídos y la mirada atónita.<br />

—¡Vos! —dijo balbuceando.<br />

—¡Yo! —contestó ella multiplicando sus risas y sus besos.<br />

La memoria de sus agravios cruzó por la imaginación del barón, que<br />

conociendo en el acto el nuevo beneficio de aquella fiel amiga, quedó<br />

agobiado bajo el peso de los remordimientos y la gratitud.<br />

—¡Ah! —dijo por último—, vos me habéis salvado, cuando me perdía<br />

como un insensato: vos velabais sobre mí; sois mi ángel tutelar.<br />

—No me llaméis vuestro ángel, porque soy un diablo —repuso Nanón—;<br />

sólo que no aparezco sino en los buenos momentos, confesadlo.<br />

—Tenéis razón, querida amiga; porque a la verdad, creo que me salváis del<br />

patíbulo.<br />

—También lo creo. Vaya, barón, ¿cómo estabais, siendo tan perspicaz, tan<br />

fino, para dejaros llevar por esas princesas remilgadas? El barón se abochornó<br />

en extremo; pero Nanón se había propuesto no echar de ver nada de su<br />

turbación.<br />

—No lo sé —dijo él—. A la verdad, yo mismo no lo comprendo.<br />

—¡Oh, son muy astutas! ¡Señores, señores, queréis hacer la guerra a las<br />

mujeres! ¿Qué es lo que me han contado? Os han mostrado en vez de la joven<br />

princesa una doncella de honor, una camarera, un muñeco… ¿qué sé yo?<br />

El barón sentía tocar la fiebre con sus trémulos dedos y su cerebro<br />

trastornado.<br />

—He creído ver a la princesa —contestó—, yo no la conocía.<br />

—¿Y quién era?<br />

—Una dama de honor, según creo.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!