padreen - Universidad de Desarrollo Sustentable
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UN PADRE QUE NUNCA<br />
NOS ABANDONA<br />
¿yqué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio<br />
su po<strong>de</strong>r, soportó con mucha paciencia los vasos<br />
<strong>de</strong> ira preparados para <strong>de</strong>strucción, y para<br />
hacer notorias las riquezas <strong>de</strong> su gloria,<br />
las mostró para con los vasos <strong>de</strong> misericordia<br />
que él preparó <strong>de</strong> antemano para gloria . . . ?<br />
El apóstol Pablo (Romanos 9:22-23)<br />
Pero cuando se manifestó la bondad <strong>de</strong> Dios<br />
nuestro Salvador, y su amorpara con los hombres,<br />
nos salvó, no por obras <strong>de</strong> justicia que nosotros<br />
hubiéramos hecho, sino por su misericordia . . .<br />
El apóstol Pablo (Tito 3:4-5)<br />
L levé a mis hijos a jugar boliche por segunda vez cuando<br />
tenían ocho años. Fuimos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la escuela aprovechando<br />
que las pistas no estaban ocupadas. Cuando llegamos,<br />
noté que el lugar estaba casi vacío salvo por un grupo <strong>de</strong><br />
minusválidos que jugaban en sillas <strong>de</strong> ruedas.<br />
Mis hijos y yo comenzamos a jugarretirados como a ocho pistas<br />
<strong>de</strong> ellos. Yonunca antes había visto a nadiejugarboliche ensillas<br />
<strong>de</strong> ruedas y muy intrigado los observé durantela siguientemedia<br />
hora. Tenían varios grados <strong>de</strong> <strong>de</strong>streza y <strong>de</strong> incapacidad física.<br />
No podía ver sus anotaciones, aunque suponía que no eran muy<br />
buenas. Sin embargo, algo era evi<strong>de</strong>nte: se estaban divirtiendo, y<br />
no por los tantos que ganaban.<br />
Entretanto, mis hijos no estaban haciéndolo muy bien tampoco.<br />
Los aconsejé y traté <strong>de</strong> ayudarlos con algunas técnicas.<br />
Pero el ver a los jugadores minusválidos <strong>de</strong> alguna manera<br />
había atemperado la presión <strong>de</strong> conseguir una marca alta.<br />
Entonces los minusválidos se fueron. Al tiempo entró un<br />
joven, quizás <strong>de</strong> unos diecisiete años, y comenzó 'a jugar a sólo<br />
dos pistas <strong>de</strong> nosotros. Ahora sólo dos pistas estaban en uso en<br />
todo el edificio, la suya y la nuestra. Como en muchas <strong>de</strong> las<br />
boleras nuevas, ésta llevaba la puntuación automáticamente<br />
exhibiéndola en gran<strong>de</strong>s pantallas como a metro y medio sobre<br />
las pistas a vista <strong>de</strong> todos. Eso no importa cuando se juegabien.<br />
No había notado al joven jugador hasta que oí el estallido<br />
violento <strong>de</strong> los bolos en su pista. Entonces lo observé interesado<br />
cuando él hacía cuatro chuzas consecutivas. Jugaba con<br />
precisión, velocidad y fuerza. Cada bola golpeaba con un impacto<br />
<strong>de</strong>cisivo y violento haciendo volar los bolos en todas direcciones.<br />
En otro arranque conté cinco chuzas seguidas. Estaba<br />
impresionado e intimidado.<br />
Mis hijos rodaban torpemente sus bolas, con el único interés<br />
<strong>de</strong> mantenerlas sobre la pista y fuera <strong>de</strong>l canal. No lo estaban<br />
haciendo bien <strong>de</strong>l todo. Tampoco su papá. En mis años <strong>de</strong><br />
adolescente fui un buen jugador. Por lo general tengo un juego