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mayo 2007 - Revista La Calle

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70 ■ Sociedad MAYO’07<br />

◗<br />

PRISMA<br />

En el Día de la Madre<br />

JACQUELINE VERA MONGE<br />

fragilidad tienes el alma de<br />

acero; el metal forjado en mil<br />

¡Madre! Hoy es tu día y pen-<br />

cambios de temperatura, co-<br />

sé escribirte esta carta con la<br />

mo tu alma forjada en batalla-<br />

cual postrarme ante ti y pedir-<br />

res y luchas, luchas y espe-<br />

te perdón por mis errores. Se<br />

ranzas por el bienestar de tus<br />

me hace muy difícil empezar-<br />

hijos.<br />

la, pues las ideas, los pensa-<br />

El tiempo pasa, Madre, y<br />

mientos, los recuerdos, se<br />

es inexorable. Ya no están ni<br />

arremolinan en mi mente en<br />

estarán más tus niños, tus<br />

un torbellino de emociones<br />

bebés; ya desarrollaron, ya<br />

distantes y presentes, lleno<br />

crecieron, pero a pesar de<br />

de nostalgia y alegría, de<br />

ello queremos seguir sintién-<br />

amor, de ternura.<br />

donos cobijados bajo tu rega-<br />

Cuando medito sobre<br />

zo protector cual ave que cui-<br />

nuestro corto paso por este<br />

da sus críos, a quienes todo<br />

mundo, imagino a todos los<br />

perdona.<br />

gos del tiempo; cada una de<br />

Ellos descubrían mi alma<br />

que han desperdiciado el pri-<br />

Madre, recuerdo cuando<br />

ellas conoce su dueño.<br />

apenada, mis luchas, secre-<br />

vilegio de poder decirle a su<br />

te decía: «Venga madrecita,<br />

Recuerdo esa mañanas<br />

tos, angustias. Silencios.<br />

madre cuánto la aman. Sé que<br />

venga aquí, a mi lado, quiero<br />

cuando me servias un “tesito”,<br />

Tú siempre supiste lenguajes<br />

estas cortas palabras jamás<br />

que charlemos de cosas, de<br />

con esas manitas, las mismas<br />

del alma, ése que hoy me sir-<br />

serán suficientes para expre-<br />

historias... las tuyas, las mí-<br />

que me acariciaban, las que<br />

ve para hablar contigo, el que<br />

sar toda mi admiración por<br />

as; las bellas, las otras... las<br />

me mecían, las que me abri-<br />

siempre ayuda a decir las co-<br />

ti, pero, en su sencillez, espe-<br />

cosas del alma». Y entonces te<br />

gaban, las que cocinaban la<br />

sas que salen de adentro, que<br />

ro que sirvan, cuando menos,<br />

miraba y veía tu pelo, cómo<br />

mejor comida y las que arre-<br />

vienen del cielo, que huelen a<br />

para saludarte en tu día.<br />

de lo negro que era se iba<br />

glaban mi ropa estropeada.<br />

limpio y saben a dulce. Tú<br />

La vida es dura, Madre;<br />

convirtiendo en gris platea-<br />

Y tú me mirabas con esos ojos<br />

que además eres adivina, que<br />

quién te lo podría refutar. A ti,<br />

do, y sólo pensaba que refle-<br />

lindos, esos ojos puros, lle-<br />

de tan sólo mirarme sabías<br />

que la has palpado a cada ins-<br />

ja los años, los años pasa-<br />

nos de esperanzas, colmados<br />

lo que yo quería, la que me<br />

tante; a tí, quien en aparente<br />

dos… y tus arruguitas, testi-<br />

de asombro…<br />

abrazaba cuando quería un

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