No. 27 - Its Gran Canaria Magazine

EDICIÓN 27
GET TO KNOW GRAN CANARIA I CONOCE GRAN CANARIA
El Hornillo
Un recóndito y privilegiado caserío
en el corazón de Gran Canaria
25
Por Mathias Valles
Gran Canaria es una isla llena de sorpresas y lugares
que merecen ser descubiertos. En este artículo,
iremos al corazón de la isla para descubrir su lado
más rural y deshabitado. Flanqueada por plantaciones
en terrazas, la tranquilidad que se respira en
este caserío invita a la desconexión del ritmo frenético
de la vida urbana, a la vez que nos anima a
conectarnos con la naturaleza más sosegada.
En el municipio de Agaete, aproximadamente a
750 metros sobre el nivel del mar, se encuentra el
recóndito núcleo poblacional de El Hornillo. Menos
de 20 vecinos son los afortunados de vivir en
esta zona que derrocha encanto y soledad a partes
iguales. Aquí, la gente vive a un ritmo más lento y
se respira una tranquilidad que es imposible de encontrar
en las zonas más turísticas de la isla. Pasan
10 minutos de las 5 de la tarde en la plaza de este
paraje y no se atisba ninguna presencia humana, a
la vez que el tiempo parece detenerse para permitirnos
disfrutar del encanto de la naturaleza.
Las vistas desde aquí son maravillosas. El Hornillo
asoma al barranco de Agaete, en uno de tantos
de esos balcones privilegiados que tiene este accidente
geográfico. Este pequeño caserío en sí no
tiene más que la calle que te lleva hasta él y acaba
en un diminuto estacionamiento para solo unos
pocos coches. Al lado está la plaza que alberga El
Refugio, el único sitio para comer, y la bonita ermita
de Santa Teresita que espera al tercer domingo
del mes de junio para celebrar su festividad. Pero
este rincón solitario de la isla invita a conocer su
otra cara, una que no se ve a primera vista y que se
esconde a las faldas de altas paredes de toba volcánica
de la montaña.
Si algo caracteriza a este caserío es que el tipo de
vivienda que predomina por aquí es de tipo troglodita.
Son cuevas y terrazas esculpidas en la roca, un
elemento fundamental de la cultura prehispánica
que ha heredado la isla. Las casas cueva son una
de las señas de identidad, casas excavadas en un
tipo de roca ligera, de consistencia porosa como es
la toba volcánica, formada por la acumulación de
cenizas y otros elementos muy pequeños que permitieron
la difícil tarea de labrar este material por
parte de los antiguos pobladores de la isla y que
hoy en día continúan resguardando de los vientos
y otras inclemencias a los actuales y pocos vecinos
que aún quedan.
Las plantaciones en terrazas que se observan en
los alrededores son un tesoro que vale la pena
descubrir. En ellas, las personas han intervenido
directamente en las montañas y barrancos para
modificar su forma y función hídrica natural con
el fin de utilizarlas para la agricultura. A menudo,
se realizan varias de estas intervenciones en una
misma ladera, creando una combinación de rellanos
y escarpes a los que se suelen adosar muros
de piedra. Estas modificaciones son un ejemplo de
la ingeniosa adaptación humana a las condiciones
adversas del ambiente para el cultivo, permitiendo
superar la escasez de superficies llanas y la falta
de agua. Estos paisajes culturales requirieron una
gran cantidad de mano de obra y sabiduría popular
para construirlos y cultivarlos, y son un legado
de nuestros antepasados que los utilizaron para alimentar
a varias generaciones. Además, la belleza
de estas plantaciones es innegable e impresionante,
y representan una oportunidad más para disfrutar
de los paisajes que El Hornillo tiene para ofrecer.
Otra actividad muy popular que se puede hacer
por esta zona y que ayuda a apreciar mejor la belleza
del paisaje es realizar rutas de senderismo.
Hay varias opciones desde el caserío de El Hornillo,
adecuadas para todos los niveles de dificultad. Incluso
una de ellas es perfecta para descubrir otra
joya de esta región como lo es La Presa de Los Pérez.
El embalse se encuentra rodeado por un bosque
de pinos y una carretera de tierra circundante
a los pies de montañas con más casas cuevas.
Además, otra de las rutas de senderismo te puede
llevar al Yacimiento Arqueológico del Risco Caído,
que no está muy lejos de aquí. Este lugar de culto
es también de tipo troglodita y está formado por
21 cuevas con importantes manifestaciones rupestres
relacionadas con creencias mágico-religiosas
y cultos de fertilidad. Una de estas cuevas cuenta
con una pequeña entrada de luz en su bóveda que
permite que, desde el solsticio de verano hasta el
otoño, pase un haz de luz que se proyecta en las
paredes e ilumina una serie de grabados rupestres.
Por ello, muchos arqueólogos consideran que Risco
Caído podría haber servido como marcador astronómico
prehistórico.
Sin lugar a duda, El Hornillo es el lugar perfecto
para quienes quieren desconectar de su día a día
y conectar con la naturaleza, la aventura y, sobre
todo, la tranquilidad y el descanso.