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Cuatro estaciones - Diverdi

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Dos genios andan<br />

sueltos<br />

Formidable recital de Diego Ares<br />

dedicado a Domenico Scarlatti<br />

Eduardo Torrico<br />

Muchas veces el espíritu que encierra un disco<br />

queda gráficamente resumido en su título. Este<br />

“Vivi felice” que el clavecinista vigués Diego Ares<br />

le dedica a Domenico Scarlatti es la más perfecta<br />

explicación de la modestia que caracterizaba al<br />

genio napolitano, cuyo largo medio millar de sonatas<br />

para teclado no deja nunca de ser una caja de<br />

sorpresas sin fondo. En el prólogo de su colección<br />

Essercizi per gravicemvalo (Londres, 1738), Scarlatti<br />

advertía, tanto al intérprete versado como al diletante,<br />

de que no encontrarían en ellos ningún virtuosismo,<br />

sino un mero método de entrenamiento,<br />

al tiempo que lanzaba un animoso “¡Vive feliz!”.<br />

Es cierto que las sonatas de Scarlatti, las treinta contenidas<br />

en los Essercizi y las demás que escribió a<br />

lo largo de su dilatada carrera (casi todas ellas,<br />

durante su estancia en España) son una invitación<br />

a la felicidad, acaso derivada de las fuentes populares<br />

en las que bebió en no pocos casos. Pero mentía<br />

el napolitano al querer reducirlas a un mero<br />

ejercicio práctico, porque si algo las caracteriza es<br />

una endiablada dificultad técnica, encaminada a<br />

explorar y a explotar todas las posibilidades técnicas<br />

del instrumento. Hace falta ser muy buen<br />

intérprete para tocarlas realmente bien y créanme<br />

si les digo que no se me ocurren muchos más cualificados<br />

para hallar la verdadera esencia de la música<br />

de Scarlatti que Ares, a pesar de su insultante<br />

juventud (no ha entrado aún en la treintena). Lo<br />

escuché por primera vez hace cuatro años en el<br />

auditorio del Conde Duque, con las Variaciones<br />

Goldberg, y su descomunal lectura me dejó perplejo.<br />

Luego, su primer registro en solitario, con<br />

música del padre Soler, me ratificó en el convencimiento<br />

de que estamos ante un intérprete mayúsculo.<br />

Sin embargo, el presente disco me dice que<br />

quizás entonces me quedé corto en mis previsiones,<br />

porque lo de Ares sólo está a la altura de los<br />

más privilegiados.<br />

DOMENICO SCARLATTI (1685-1757): Vivi felice (sonatas<br />

para clave)<br />

Diego Ares, clave / PAN CLASSICS / Ref.: PAN 10258 (1 CD)<br />

D2<br />

antigua 212 / marzo 2012<br />

Deslumbrantes <strong>Cuatro</strong> <strong>estaciones</strong><br />

Forma Antiqva firma una lectura antológica de los archiconocidos<br />

conciertos vivaldianos<br />

¡¿Una más?! Supongo que es la interrogante admirativa<br />

que se plantea el melómano cuando ve anunciada<br />

la aparición de una de esas obras que ya han<br />

sido grabadas decenas y decenas de veces. Supongo,<br />

también, que cuando un artista se embarca en la<br />

empresa de registrar música tan archiconocida es<br />

porque está en la certeza de que tiene cosas importantes<br />

o, al menos, diferentes que decir. Pues sí, he<br />

aquí una nueva versión, la enésima, de Las cuatro<br />

<strong>estaciones</strong> vivaldianas, con el interés apriorístico de<br />

que nunca antes ningún grupo español las había<br />

plasmado en disco. Tenía que ser Forma Antiqva,<br />

claro, la que afrontara el reto. Desde el principio,<br />

la formación de los hermanos Zapico ha entendido<br />

esto de la música como una actividad de riesgo,<br />

lo cual la ha llevado a explorar territorios ignotos<br />

y a buscar enfoques inusuales, dentro, eso sí, de la<br />

más pura ortodoxia historicista. Cosas de juventud,<br />

pensarán algunos. Pero van pasando los años<br />

y Forma Antiqva, sin perder un ápice de su lozanía,<br />

va adquiriendo un poso de experiencia que le<br />

permite exclamar sin complejos eso de “¡eh, que<br />

aquí estoy yo!”. Y sí, aquí están ellos, para ofrecernos<br />

una de las más vibrantes, apasionadas,<br />

ardientes, impetuosas, desenfrenadas, apoteósicas<br />

y alucinantes lecturas que se hayan hecho jamás<br />

de los cuatro célebres conciertos del prete rosso.<br />

Siendo como son conciertos para violín, hay<br />

que centrarse en la figura de Aitor Hevia. Lo primero<br />

que hice nada más acabar de escuchar el disco<br />

fue ponerme a indagar de dónde había salido esta<br />

auténtica “bestia parda” (perdón por la expresión).<br />

Asturiano, como los Zapico, había sido compañero<br />

en el conservatorio de Aarón, el mayor de los<br />

hermanos y director artístico de Forma Antiqva.<br />

Hevia, integrante del Cuarteto Quiroga, no es un<br />

13<br />

Eduardo Torrico<br />

especialista en el violín barroco (aunque quede<br />

claro que el que utiliza en esta grabación es un<br />

Grancino-Landolfi milanés del XVIII) y, a la vista<br />

de los resultados, ni falta hace que lo sea. Sonará<br />

a perogrullada, pero cada vez estoy más convencido<br />

de que para hacer buena música lo que verdaderamente<br />

hace falta es ser buen músico y Hevia<br />

demuestra aquí que es un músico superlativo, como<br />

lo son el resto de intérpretes reunidos ad hoc para<br />

este fascinante proyecto.<br />

Un proyecto un tanto híbrido pues, junto a<br />

estas obras representativas del apogeo barroco, se<br />

insertan musicalizados los poemas sobre Las cuatro<br />

<strong>estaciones</strong> que la leyenda atribuye al propio<br />

Vivaldi. O, más concretamente, la traducción de<br />

dichos poemas al inglés. Esa tarea de musicalización,<br />

con enfoque jazzístico, ha sido encomendada<br />

a Uri Caine, que nunca deja a nadie indiferente,<br />

y a Theo Bleckmann. Ellos son, además, los encargados<br />

de la interpretación: Caine toca el piano y<br />

los distintos instrumentos electrónicos, en tanto<br />

que Bleckmann pone la voz y realiza el procesado.<br />

No hace falta presentar a estas alturas a Caine,<br />

uno de los buques insignia de Winter & Winter,<br />

para el que ha grabado, con el presente, veintidós<br />

discos. Cada poema precede a su correspondiente<br />

concierto. Dos estilos absolutamente contrapuestos.<br />

Música del siglo XVIII y música del siglo<br />

XXI parece un matrimonio contra natura, pero<br />

este tipo de transgresiones no sólo son frecuentes<br />

“Una de las más vibrantes, apasionadas, ardientes,<br />

impetuosas, desenfrenadas, apoteósicas y alucinantes<br />

lecturas que se hayan hecho jamás de los cuatro<br />

célebres conciertos.”<br />

en W&W, sino que constituyen la propia esencia<br />

del exitoso sello alemán.<br />

La audición de Las cuatro <strong>estaciones</strong> de Forma<br />

Antiqva ha supuesto para quien esto firma la misma<br />

conmoción que supuso la audición, a principios<br />

de los 90, de la versión de Il Giardino Armonico.<br />

Cuando se van acumulando años en el carnet de<br />

identidad y discos en las estanterías de casa, las<br />

conmociones musicales cada vez son más infrecuentes.<br />

Por eso, no puedo por menos que agradecer<br />

a Hevia, a los Zapico y a sus acompañantes<br />

tan fastuoso regalo. Con permiso del mencionado<br />

Il Giardino Armonico y de Gli Incogniti<br />

(Amandine Beyer), no les quepa la más mínima<br />

duda de que estamos antes las mejores <strong>Cuatro</strong> <strong>estaciones</strong><br />

de la Historia.<br />

ANTONIO VIVALDI (1678-1741): Las cuatro <strong>estaciones</strong><br />

(incluye interludios escritos e interpretados por Theo<br />

Bleckmann y Uri Caine)<br />

Aitor Hevia, violín. Theo Bleckmann, voz. Uri Caine, piano.<br />

Forma Antiqva. Aarón Zapico, director musical / WINTER &<br />

WINTER / Ref.: WIN 910185-2 (1 CD) D1

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