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Cuatro estaciones - Diverdi

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Carolin Widmann. Foto © Marco Borggreve<br />

28 di v e r di siglo XIX<br />

Exquisita dirección<br />

En ECM, Carolin Widmann y Alexander Lonquich ofrecen<br />

un afortunado recital de obras para violín y piano de Schubert<br />

No es muy tocada la música para violín y piano de<br />

Schubert pese a que en ella encontramos obras<br />

muy estimables, no de relumbrón, no magistrales,<br />

como tantas del autor, pero sí perfectamente<br />

escritas, muy en su estilo, llenas de encanto… y algo<br />

más. La vena melódica, casi imparable, los procedimientos<br />

armónicos, a veces tan complejos, las<br />

inesperadas originalidades estructurales, el tratamiento<br />

instrumental, el juego entre ambas voces<br />

otorgan a varias de estas partituras un inusitado<br />

interés. Situadas entre un Mozart evolucionado y<br />

un Beethoven entrando en el romanticismo, nos<br />

tocan el corazón porque, al fin y al cabo, son ya<br />

Schubert auténtico; aunque provengan, como la<br />

Sonata D 574, póstuma, de un año en el que el<br />

compositor estaba todavía buscándose. Los avances<br />

se revelan ya notables, aunque su talante diste<br />

de ser dramático, en las otras dos partituras concurrentes<br />

en la grabación, el Rondó D 895 y la<br />

Fantasía D 934, que nacieron, respectivamente, en<br />

1826 y 1827.<br />

La sombra de la Fantasía Wanderer planea<br />

sobre la Sonata, que va aparte del trío de Sonatinas,<br />

también póstumas, de 1816. Las otras dos composiciones<br />

nacieron para el lucimiento de dos virtuosos,<br />

el pianista Karl Maria von Bocklet y el<br />

violinista Josef Slavic, que las estrenaron en 1827<br />

y 1828. No creemos que uno y otro dieran en su<br />

tiempo mejores pr<strong>estaciones</strong> que las que nos brindan<br />

hoy Alexander Lonquich y Carolin Widmann.<br />

La entente entre ambos es absoluta, dialogan con<br />

naturalidad y presteza y, lo que es más importante,<br />

cantan, dicen y expresan sin ningún tipo de forzamientos,<br />

con una línea de exposición impoluta<br />

y convincente, embebiéndonos en estos hermosos<br />

pentagramas.<br />

Ya en el misterioso inicio de la Fantasía, sobre<br />

trémolos en pianísimo del piano, Widmann sabe<br />

salir de la nada para abordar, delicadamente, la<br />

bella melodía, que crece y crece largamente en un<br />

efecto maravilloso. Aquí queda revelado el exquisito<br />

arte de la violinista, dotada de un sonido delgado<br />

pero intenso y adornada de un fraseo de rara<br />

intimidad, que sabe, no obstante, desplegarse en<br />

las dificultosas florituras de las variaciones del<br />

Arturo Reverter<br />

Andantino. El piano de Lonquich por su parte hace<br />

alarde de seguras octavas a dos manos en el exuberante<br />

y marchoso Allegro final. El encadenamiento<br />

de ideas melódicas es apabullante en el<br />

Allegro del Rondó, cuya bravura es defendida con<br />

ardor por ambos intérpretes. Los cuatro tiempos<br />

de la Sonata son expuestos con una firmeza que no<br />

excluye la gracia y que da pie a un juego preciso y<br />

alado en el cromático Scherzo-Presto. La estructura<br />

ABA del Andantino nos presenta un lied, que<br />

es cantado y respirado con placidez, sin que se nos<br />

hurten las sombras mozartianas de Pamina y<br />

Tamino que Brigitte Massin cree divisar tras los<br />

pentagramas. La ligereza no está reñida con la<br />

agresividad en el rotundo Allegro postrero, servido<br />

igualmente con la mayor de las propiedades y<br />

con el salero rítmico necesario para marcar el tempo<br />

de vals.<br />

Hay bastantes versiones discográficas de estas<br />

tres obras, pero nos atrevemos a afirmar que las<br />

que aquí hemos comentado son de las más afortunadas.<br />

FRANZ SCHUBERT (1797-1828): Fantasía en Do mayor;<br />

Rondo; Sonata en La mayor<br />

Carolin Widmann, violín. Alexander Lonquich, piano / ECM<br />

RECORDS / Ref.: ECM 2223 (1 CD) D1<br />

¿Un antídoto contra la<br />

germanización?<br />

Amplia selección de la música<br />

con piano de César Franck<br />

Eva Sandoval<br />

El nombre de César Franck ha estado tradicionalmente<br />

relacionado con el magnífico Cavaillé-Coll<br />

de la basílica de Santa Clotilde de París y con la creación<br />

de la escuela organística francesa. Sin embargo,<br />

los que le conocían bien opinaban que su<br />

instrumento era el piano. A él están dedicadas las<br />

composiciones que acaba de reeditar el sello belga<br />

Musique en Wallonie en un quíntuple álbum<br />

con grabaciones realizadas en los últimos treinta<br />

años. Esta colección nos presenta un Franck poco<br />

frecuentado para el gran público: autor de piezas<br />

de salón, restaurador de la música de cámara gala<br />

y creador de un pequeño, pero interesante, capítulo<br />

de obras para piano solo. Un músico al que la<br />

historiografía encasilló como adalid del estilo francés,<br />

por oposición al todopoderoso lenguaje germánico,<br />

y al que, sin embargo, debemos contemplar<br />

como continuador del mainstream europeo en buena<br />

parte de sus partituras. El Concierto para piano<br />

y orquesta nº 2 op. 11 manifiesta evidentes<br />

influencias de Hummel, Mozart, Chopin y<br />

Beethoven. La misma línea la encontramos en sus<br />

Tríos concertantes, en este caso de impronta brahmsiana,<br />

o en algunas de las páginas imprescindibles<br />

de su catálogo pianístico, como Preludio, fuga y<br />

variación o Preludio, coral y fuga, que en el mismo<br />

título evocan las referencias a Bach. El punto y<br />

aparte en esa oposición germano-franca llega con<br />

el Quinteto para piano y cuerdas en fa menor y la<br />

Sonata para violín y piano en La Mayor, dos partituras<br />

que determinan el renacer del estilo camerístico<br />

nacional, con sus cromatismos, sus líricas<br />

melodías y su sensualidad armónica. Destaca la<br />

solvencia y calidad interpretativa de Andrew Hardy<br />

y Uriel Tsachor, cuya excelente versión resiste la<br />

comparación, incluso, con otras lecturas recientes,<br />

como la de Vadim Repin y Nikolai Lugansky. Un<br />

apasionante resumen de las mejores, y también las<br />

más desconocidas, páginas con piano del maestro<br />

francés.<br />

CÉSAR FRANCK (1822-1890): Musique pour piano<br />

Jean-Claude Vanden Eynden, Dominique Cornil, Uriel<br />

Tsachor, Daniel Blumenthal, Jacob Bogart y otros, piano /<br />

MUSIQUE EN WALLONIE / Ref.: MEW 1161 (5 CD) D1 x 2

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