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Cuatro estaciones - Diverdi

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La reina de Viena<br />

Con su apoteósica Zerbinetta con Karl Böhm de<br />

1976 (que acaba de ser publicada por Orfeo), Edita<br />

Gruberova se convirtió de la noche a la mañana en<br />

una de las reinas absolutas de la Staatsoper de<br />

Viena. Ya había cantado la Reina de la Noche,<br />

Olympia o Konstanze, pero seguía condenada a<br />

interpretar personajes de paje como Tebaldo en<br />

Don Carlo, de amigas de la protagonista, como<br />

Flora en La Traviata (con Ileana Cotrubas y Nicolai<br />

Gedda) o criadas tipo Annina o Barbarina. A partir<br />

de entonces, la diva eslovaca ostentaría un cetro<br />

y una corona que ha logrado mantener hasta hoy,<br />

gracias a una técnica a prueba de bombas y unas<br />

cualidades físicas y vocales absolutamente admirables.<br />

Es verdad que la cantante no ha frecuentado<br />

demasiado a Verdi (salvo Violetta en La Traviata<br />

–que ha sabido llevar a su terreno, convirtiéndolo<br />

en uno de sus caballos de batalla– o, más esporádicamente,<br />

la Gilda de Rigoletto, de la que, no obstante,<br />

ha ofrecido convincentes retratos tanto en<br />

disco con Giuseppe Sinopoli como en la película<br />

de Jean-Pierre Ponnelle), y mucho menos a Puccini,<br />

ni siquiera la Musetta de La Bohème (sus únicas contribuciones<br />

al compositor de Lucca son “O mio<br />

babbino caro”, “Signore, ascolta” y el “Sueño de<br />

Lauretta” en un disco de su propio sello, llamado<br />

muy adecuadamente Nightingale). Y, en el bel canto,<br />

ha obviado prácticamente a Rossini, aunque se<br />

ha permitido dejar una estupenda constancia de la<br />

“reina entre las reinas”, la gran Semiramide, lo<br />

ópera 212 / marzo 2012<br />

Orfeo publica un exhaustivo retrato de Edita Gruberova por los 40 años<br />

de actuaciones de la diva eslovaca en la Staatsoper de la capital austriaca<br />

cual demuestra que podría haber hecho mucho<br />

más por la causa del músico pesarés que una Rosina<br />

del Barbero en clave jilgueril.<br />

Pero, en fin, Edita Gruberova ha querido centrarse<br />

en Bellini y, sobre todo, en Donizetti, convirtiéndose<br />

en una auténtica adalid de la obra del<br />

compositor bergamasco en los territorios centroeuropeos<br />

(tanto en la capital austriaca como en<br />

Munich y, anteriormente, en Zurich). Podremos<br />

estar más o menos de acuerdo con la forma de<br />

abordar sus óperas, pero hay que reconocer que ella<br />

ha sabido crear una vía propia y coherente, culminada<br />

con esa Norma que nos presenta a la sacerdotisa<br />

de Irminsul no como uno de los grandes<br />

personajes trágicos de la historia de la lírica, la<br />

heredera de la Alceste o las Ifigenias de Gluck, La<br />

Vestale de Spontini o Medea de Cherubini, sino<br />

como una consecuencia lógica de sus retratos de<br />

las reinas y demás heroínas donizettianas como<br />

Lucrezia Borgia o Linda di Chamounix, basadas<br />

en un canto más instrumental que puramente dramático.<br />

Su Lucia di Lammermoor es tan válida como<br />

puede serlo la de Joan Sutherland. Hay que decir<br />

que, como en el caso de la australiana, también en<br />

Edita Gruberova se aprecia, desde las primeras<br />

aproximaciones a estos roles hasta el momento<br />

actual, un mayor cuidado por el fraseo y el aspecto<br />

teatral de los personajes, como hemos podemos<br />

apreciar en su reciente Roberto Devereux<br />

muniqués. En su Mozart han predominado los<br />

papeles de bravura, como Doña Ana o la escalofriante<br />

Giunia de Lucio Silla (de la mano de Arnold<br />

Östman, lo cual indica que también ha sabido plegarse<br />

a criterios historicistas, como demuestran<br />

sus habituales colaboraciones con Nikolaus<br />

Harnoncourt). Sin olvidar su extraordinaria<br />

Konstanze, de una destreza técnica más apabullante<br />

aún en esta edición con Karl Böhm de 1979<br />

que en su posterior grabación comercial con Georg<br />

Solti para Decca un lustro después.<br />

Se abre el doble álbum con una Norina de<br />

Don Pasquale en alemán, de una visita de la compañía<br />

a un teatro de la periferia vienesa, con un estilo<br />

ya por fortuna periclitado de enfocar este<br />

repertorio, y lo corona, muy justificadamente, la<br />

gloriosa Zerbinetta, un papel que parece que<br />

25<br />

Rafael Banús Irusta<br />

Richard Strauss escribiera expresamente para la<br />

soprano de Bratislava, donde el más puro artificio<br />

se eleva a la categoría de obra de arte (aquí la encontramos<br />

en una de sus tantas deslumbrantes encarnaciones<br />

de la pizpireta comedianta, con el<br />

experimentado Horst Stein en el foso). Entre<br />

ambos fragmentos, asistimos a una ilimitada exhibición<br />

de sobreagudos que producen verdaderos<br />

escalofríos (especialmente en I Puritani, donde<br />

manifiesta un absoluto dominio de la messa di voce).<br />

En Manon quizá esté un poco fuera del papel, aunque<br />

juega abiertamente a la coquetería y en los<br />

momentos más apasionados es arrastrada por el<br />

arrebatadísimo Des Grieux de Francisco Araiza (no<br />

nos extraña que el tenor mexicano se “abrasase”<br />

la voz antes de tiempo). Es sorprendente escuchar<br />

cómo se conserva aún en la entrada de Lucrezia<br />

Borgia, de 2010, “Com’è bello”, una proeza de la<br />

que fuimos testigos gracias a la transmisión radiofónica<br />

en vivo. Es una lástima que no se incluya ningún<br />

ejemplo de su Aminta de La mujer silenciosa,<br />

ya que podemos apreciar su vis cómica en la Adele<br />

de El Murciélago, otro de sus absolutos musts.<br />

Encontramos también otras voces importantes<br />

(Peter Dvorsky –un timbre de oro puro que<br />

muy pronto se gastó– como Edgardo en el dúo del<br />

“Con su apoteósica Zerbinetta con Karl Böhm de 1976 [...] Edita Gruberova<br />

se convirtió de la noche a la mañana en una de las reinas absolutas<br />

de la Staatsoper de Viena. [...] A partir de entonces, la diva eslovaca<br />

ostentaría un cetro y una corona que ha logrado mantener hasta hoy,<br />

gracias a una técnica a prueba de bombas y unas cualidades físicas<br />

y vocales absolutamente admirables.”<br />

I acto de Lucia, el recordado y aquí algo excesivo<br />

Jerry Hadley en Don Ottavio de Don Giovanni,<br />

Kurt Rydl como el confesor en Maria Stuarda,<br />

Ramón Vargas en Roberto Devereux, Michele<br />

Pertusi en el malvado Alfonso de Lucrezia Borgia,<br />

Nadia Krasteva en sensible Adalgisa en Norma<br />

(bajo la atenta mirada del desaparecido Marcello<br />

Viotti), Carlos Álvarez y Egils Silins como nobles<br />

Riccardo y Giorgio en I Puritani, y muy especialmente<br />

Alfredo Kraus, que aporta su aristocrática<br />

elegancia frente a la virtuosística Violetta de la<br />

soprano), así como una panoplia de ilustres batutas,<br />

que además de las ya citadas incluyen a los dos<br />

hermanos Fischer (Iván y Adam), Giuseppe Patané,<br />

Pinchas Steinberg, Theodor Guschlbauer, Bruno<br />

Campanella, Maurizio Benini o el marido de la<br />

artista, Friedrich Haider.<br />

EDITA GRUBEROVA: Arias de ópera (1977-2010)<br />

Edita Gruberova, soprano. Varios cantantes, orquestas y<br />

directores / ORFEO / Ref.: C857112I (2 CD) D4 x 2

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