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Cuatro estaciones - Diverdi

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Bruckner verbatim<br />

La espléndida integral Bruckner de Herbert<br />

Blomstedt y la Orquesta de la Gewandhaus de<br />

Leipzig en el sello Querstand prosigue a paso lento,<br />

demasiado lento. Con esta Tercera, registrada<br />

en concierto los días 23 y 24 de septiembre de 2010,<br />

son ya cinco las sinfonías publicadas. Previamente<br />

lo fueron Octava (2006), Séptima (2007), Sexta<br />

(2009, ver boletín nº187, diciembre 2009) y Quinta<br />

(2010, ver boletín nº 200, de febrero de 2011). Los<br />

días 8 y 9 de marzo Blomstedt dirigirá en la histórica<br />

Groer Saal de la capital sajona la Segunda,<br />

pero no parece que el plan previsto de lanzar la<br />

integral en julio de 2012 para conmemorar el 85º<br />

cumpleaños del veterano director, titular de la<br />

orquesta entre 1998 y 2005, pueda ya cumplirse.<br />

Desde que hay constancia fonográfica (1998),<br />

Blomstedt se ha mantenido fiel a la versión original<br />

(1873) de la Sinfonía “Wagner”, dedicada “al<br />

inalcanzable y célebre noble maestro de la poesía<br />

y de la música”, que vio la luz tardíamente, en 1977.<br />

Es curioso constatar cómo la práctica musical no<br />

es ajena a las modas. Los grandes brucknerianos<br />

del pasado siglo mostraron su apego por la segunda<br />

revisión de 1889 (editada por Nowak en 1959),<br />

que dejaba la obra en 1644 compases de los 2056<br />

iniciales (en su versión original es la obra más larga<br />

de Bruckner, y no me refiero a duración sino a<br />

número de compases), un recorte del 20% que eliminaba<br />

la práctica totalidad de las citas wagnerianas<br />

(sólo sobrevivió la del Adagio). Lo que más<br />

sufrió fue el Finale, que de 764 compases pasó a<br />

solo 495. Se suponía que era la última palabra del<br />

maestro, el destilado definitivo. Fue la partitura<br />

que utilizaron Böhm, Jochum, Karajan, Celibidache<br />

o Wand. El testarudo Knappertsbusch seguía llevando<br />

bajo el brazo la edición Rättig de 1890, con<br />

los cambios de última hora de Franz Schalk. No<br />

sólo él: ¡también Szell y Schuricht! En los años<br />

70, Deryck Cooke (The Bruckner problem simplified,<br />

The Musical Newsletter, 1975) abogó por la<br />

primera revisión de 1877, que según él había llevado<br />

la obra a su máxima perfección. Esta partitura,<br />

en sus ediciones Oeser (1950) o Nowak (1981,<br />

con la Coda del Scherzo), fue favorecida por<br />

Horenstein, Haitink, Kubelik, von Matacic,<br />

siglo XIX 212 / marzo 2012<br />

Nueva entrega de la integral bruckneriana de Herbert Blomstedt con la Gewandhaus de Leipzig:<br />

una perfecta Tercera, en su versión original de 1873<br />

Barenboim, Solti o Sinopoli. Si dejamos a un lado<br />

los esfuerzos pioneros de Inbal (1982) o<br />

Rozhdestvensky (1988), en los últimos años hay<br />

una abrumadora preferencia por la versión original,<br />

la elegida por Tintner (Naxos, 1998), Nott<br />

(Tudor, 2002), Nagano (Harmonia Mundi, 2003),<br />

Bosch (Coviello, 2006), Young (Oehms, 2006),<br />

Norrington (Hänssler, 2007; también en su discutida<br />

aproximación “historicoide” con los London<br />

Classical Players para EMI/Virgin, 1995) y ahora<br />

Blomstedt.<br />

Debo confesar que siempre he preferido la<br />

versión de 1889… hasta escuchar este registro de<br />

Blomstedt. El ultraobjetivo director sueco-estadounidense<br />

apuesta por los tiempos rápidos (la<br />

duración total es similar a Norrington II; con 5<br />

minutos menos, Botstein y Norrington I ostentan<br />

ex aequo el dudoso record de velocidad), la<br />

transparencia de<br />

planos, la belleza<br />

sonora y la fidelidad<br />

a la letra y realiza<br />

una lectura<br />

rigurosa, coherente,<br />

de una lógica<br />

aplastante. En su<br />

versión original y<br />

en manos de<br />

Blomstedt, la<br />

Tercera suena<br />

mucho más lírica<br />

que en la épica<br />

segunda revisión.<br />

Un lirismo de ley y<br />

algo contenido,<br />

nada almibarado o<br />

autocomplaciente.<br />

Blomstedt, y en<br />

esto me recuerda<br />

mucho a Böhm y Keilberth, se aparta a un lado,<br />

renuncia a interpretar, “limitándose” a recrear literalmente<br />

la partitura con voluntad inflexible. ¡Qué<br />

difícil es hacer esto, más aún hacerlo bien, de manera<br />

tan convincente! La aparente austeridad interpretativa<br />

se ve compensada con creces por la<br />

irresistible belleza del sonido de la Orquesta de la<br />

Gewandhaus, de cuerda luminosa, maderas de<br />

seda y metal impecable (y bien embridado por la<br />

batuta), la patente firmeza de carácter y la sabiduría<br />

práctica del veterano director. Tiempos, dinámicas<br />

y balances se antojan perfectos. Blomstedt<br />

no se recrea en hallazgos aislados, en esa originalidad<br />

tan en boga consistente en resaltar con el<br />

microscopio este o aquel detalle. Despliega un<br />

tapiz sonoro de colores uniformes, bien mezclados<br />

(la orquesta de Blomstedt funciona como un<br />

superinstrumento, con todos los timbres perfectamente<br />

integrados, empastados). Tampoco destaca<br />

ritmos, como el omnipresente latido propulsor<br />

de la cuerda grave o el rústico Ländler en el Trio.<br />

Su enfoque es más global que local; el detalle<br />

importa menos que el conjunto. Estamos ante una<br />

31<br />

Miguel Ángel González Barrio<br />

de las versiones mejor tocadas de toda la discografía,<br />

con una Gewandhaus en estado de gracia. La<br />

frenética Coda del Finale, tocada a ese tempo, no<br />

está al alcance de cualquier orquesta. Las citas y<br />

los diseños estructurales y armónicos tomados<br />

de Beethoven (Novena), Schubert (Inacabada) y<br />

Wagner (Lohengrin, La Valquiria, Maestros cantores,<br />

Tristán), más evidentes en la versión original,<br />

constituyen un capítulo aparte de la “ansiedad de<br />

la influencia” que obsesiona a Harold Bloom. Las<br />

citas wagnerianas son discretas y están perfectamente<br />

imbricadas en el material temático. Las<br />

sucesivas revisiones no solo se llevaron por delante<br />

pasajes enteros de excelente música, como la<br />

bellísima cita del motivo del sueño de Brünnhilde<br />

de La Valquiria (14:41 del primer movimiento), que<br />

aquí podemos oír en todo su esplendor, sino también<br />

buena parte de la audacia inicial (la versión<br />

original es pródiga en silencios agógicos, por ejemplo),<br />

y difuminaron la conexión con el modelo: la<br />

Novena de Beethoven, “sinfonía de sinfonías”,<br />

también en Re menor.<br />

Quien busque una versión más “interpretada”<br />

tiene la excelente grabación de Tintner (Naxos), una<br />

de las cimas de su integral, con una orquesta, la<br />

Nacional de Escocia, entregada pero inferior. Quien<br />

busque la perfección la encontrará aquí.<br />

HERBERT BLOMSTEDT dirige ANTON BRUCKNER (1824-<br />

1896): Sinfonía nº 3 en re menor<br />

Gewandhausorchester Leipzig. Herbert Blomstedt, director /<br />

QUERSTAND / Ref.: VKJK 1017 (1 SACD) D2<br />

Herbert Blomstedt

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