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Cuatro estaciones - Diverdi

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24 di v e r di ópera<br />

Entre Mozart y Strauss<br />

Interesante debut discográfico de<br />

la soprano polaca Aga Mikolaj<br />

Fernando Fraga<br />

Pese a las evidentes diferencias algo hay que une, interpretativamente<br />

hablando y en especial si hablamos<br />

de sopranos, las músicas vocales de Mozart y Richard<br />

Strauss. La gloriosa Elisabeth Schwarzkopf floreció<br />

en sus repertorios; más modernamente Kiri Te<br />

Kanawa hizo lo mismo. A estas dos personalidades<br />

parece sumarse la joven cantante polaca Aga Mikolaj<br />

quien –el mundo, incluso lírico, es un pañuelo, pues<br />

fue alumna de la Schwarzkopf– para su presentación<br />

discográfica eligió –con una prestigiosa orquesta<br />

(Radio de Colonia) y un director oportunamente vienés<br />

(Karl Sollak)– un programa exclusivamente centrado<br />

en ambos mundos operísticos y liederísticos, ya<br />

que abre programa con las grandiosas Vier letzte Lieder,<br />

una versión más a las tantísimas existentes, desde la<br />

de quien las estrenara, la inmensa Kirsten Flagstad,<br />

a Nina Stemme o Ricarda Merbeth. Continúa Sollak<br />

por todo lo alto con la inmensa escena de abandono<br />

de Ariadne y completa la oferta straussiana con la<br />

escena final de la hasta entonces indecisa Condesa<br />

de Capriccio. De Mozart asume las dos páginas de la<br />

Condesa Almaviva, el aria principal de doña Elvira y<br />

la ajetreada diatriba que Fiordiligi dirige a los albaneses<br />

invasores de su napolitana intimidad. Mikolaj se<br />

enfrenta a este exigente repertorio con una voz muy<br />

atractiva, de soprano esencialmente lírica, limpios y<br />

firmes los tres registros, que distribuye y expone con<br />

una juvenil y segura fuerza disuasoria. Pero añade<br />

algo aún más esencial: una musicalidad exquisita,<br />

heredera de aquella escuela que dio en llamarse vienesa:<br />

de ahí la oportunidad del acompañante; de ahí<br />

la presencia magistral de la soprano docente. Si en el<br />

capítulo cancioneril los resultados son más que meritorios,<br />

la artista deja su mejor presencia en momentos<br />

reflexivos, elegantemente trazados (Bodas), igual<br />

que, y ya metida en territorios más exaltados, en un<br />

notable In quali eccesi donjuanesco, enérgica y dolorida<br />

en el recitativo, totalmente convincente en el aria.<br />

Una cantante a descubrir de inmediato.<br />

MIKOLAJ canta STRAUSS: Los cuatro últimos lieder y arias,<br />

Ariadne en Naxos y Capriccio; MOZART: Arias de Las bodas<br />

de Fígaro, Don Giovanni y Così Fan Tutte<br />

Aga Mikolaj, soprano. WDR Rundfunkorchester Köln. Karl<br />

Sollak, director / CPO / Ref.: 777641-2 (1 CD) D5<br />

Jovanski y los cismáticos<br />

Reedición de la maravillosa Jovanschina dirigida a las huestes del<br />

Bolshoi por Boris Jaikin<br />

Estamos en 1974, y desde entonces se ha revolucionado<br />

el panorama de Jovanschina. No sólo porque<br />

se han disparado las referencias en soporte audiovisual,<br />

con nuevas producciones y reediciones de<br />

videos más o menos históricos, lo que ya sería<br />

importante. Es que hasta aquel momento sólo se<br />

interpretaba la “versión Rimski”, aunque con determinados<br />

cambios o libertades. Esta versión de<br />

Jaikin resuelve algunas cosas con lo que luego conoceremos<br />

como versión de Shostakóvich, pero en<br />

general se atiene a la versión ortodoxa rimskiana,<br />

pasada por determinadas censuras soviéticas del<br />

texto. No ha de sorprender esto, puesto que las<br />

dos grandes óperas de Musorgski son relatos históricos<br />

de gran alcance político. Él también se<br />

tomaba sus libertades, y no vamos a señalar ahora<br />

las que se tomó con la revuelta de los Jovanchi<br />

y los streltsi, con los gobernantes realmente en el<br />

poder en ese momento, y con la rebelión de estos<br />

Raskólniki (los Staroviertsi, los Viejos creyentes).<br />

Al margen de eso, estamos ante una versión<br />

casi insuperable. “Casi”, porque el propio Jaikin<br />

había conseguido en su registro de 1946 al menos<br />

una voz insuperable (ésta, sí), la de Reizen como<br />

Dosifei, mientras que aquí tiene un intérprete que<br />

deja mucho que desear, Ognivtsev. Ese importante<br />

lunar no debe indisponernos con esta sensacional<br />

propuesta, que sigue viva y llena de color casi<br />

cuatro décadas después.<br />

Porque tanto la dirección de Jaikin (tenía 72<br />

años y le quedaban cuatro de vida) como el esplendoroso<br />

coro del Bolshoi (streltsi, pueblo) y la orquesta<br />

del teatro acompañan, arropan y dan sentido a<br />

una serie de situaciones dramáticas definidas con<br />

rigor y con emoción. Por ejemplo, el cuadro de la<br />

euforia y caída de los streltsi, acto III, en la que la<br />

orquesta apoya a un coro espléndido, convertido<br />

en auténtico personaje: uno de esos grandes<br />

momentos musicales y dramáticos (momento álgido<br />

de euforia y embriaguez, alarma, decepción,<br />

desesperanza tras la intervención de Iván Jovanski,<br />

final en piano y canto simultáneo) que nos permiten<br />

decir: “esto es la ópera”. Por no referirnos a<br />

otros, memorables, como el sacrificio final de los<br />

viejos creyentes.<br />

Santiago Martín Bermúdez<br />

“No encontraremos, ni<br />

en audio ni en video,<br />

ninguna lectura<br />

fonográfica que<br />

supere ésta de Jaikin<br />

de 1974.”<br />

Y junto a las excelencias de orquesta y coro,<br />

hay un plantel de voces inigualable, salvo el caso<br />

mencionado (importante, sí) hasta en los cometidos<br />

menores. Sorprende que el papel del escribano,<br />

para tenor ligero, tenga una voz de lujo, de esas<br />

que ya no existen, la de Efimov; o que Susana corra<br />

a cargo de una soprano espléndida como<br />

Tugarinova. He de confesar que, contra algún criterio<br />

muy respetable, la voz rotunda y de hermoso<br />

timbre de Sorokina me parece muy adecuada<br />

para Emma. Grigoriev define de manera clara la<br />

embriaguez del strelet ufano que abre la acción y<br />

reaparece en ocasiones.<br />

Siendo así los secundarios, no deberían sorprendernos<br />

los dos enormes protagonistas que<br />

son Krivchenia para el Príncipe Iván, voz rotunda,<br />

poderosa, de una dignidad que aquí queda por<br />

encima de la de Dosifei; y Arjípova para Marfa, en<br />

una prestación que ya no oiremos más que en disco,<br />

ni aunque surja otra Borodina, porque ese timbre,<br />

esa emisión, esa línea ya no existen,<br />

sencillamente. Al lado de los dos, Maslenikov cierra<br />

el triángulo con un excelente Golitsin, de voz<br />

demasiado clara para su cometido, lo que no es<br />

defecto, sino mejor definición de la ambigüedad de<br />

este personaje (la ambigüedad sugerida de sexo<br />

como trasunto de la ambigüedad política).<br />

Redondean el reparto Piavko como Príncipe Andrei<br />

y Nechipailo en el cometido del boyardo-policía<br />

Shaklovity. Imposible dar más detalles, pero nos<br />

queda una sensación: hay lecturas de versiones<br />

acaso más fieles, como las basadas en la revisión<br />

de Shostakóvich, pero no encontraremos, ni en<br />

audio ni en video, ninguna lectura fonográfica que<br />

supere ésta de Jaikin de 1974; si acaso, pero con sonido<br />

demasiado “histórico”, la del propio Jaikin con<br />

Kírov de Leningrado en 1946. En fin, estamos ante<br />

una maravilla, una reedición muy oportuna y muy<br />

deseable.<br />

MODEST MUSSORGSKY (1839-1881): Khovanshchina<br />

Solistas, coro y orquesta del Teatro Académico Estatal<br />

Bolshoi y el Palacio de Congresos del Kremlin. B. Khaykin,<br />

director (grabado en 1975) / MELODIYA / Ref.: MEL<br />

1001867 (2 CD) D5 x 2

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