no se vale - Realizate.com

Cuelgo. Veo llegar a Alejandro; se acerca hacia mí con una gran
sonrisa. Me levanto para felicitarlo.
-¡Mi Ale, feliz año!
-Mira, Terry.
Me muestra un cuaderno forrado de piel. Lo abro. Es una partitura.
Leo el título: “La Reverberante”.
-¡No puede ser, Alejandro!
-Es una sinfonía. Ya está terminada.
Las lágrimas salen de mis ojos sin que pueda controlarme.
-Pero no me habías dicho…
-Quería que fuera una sorpresa.
Lo abrazo emocionada.
-Comencé a componerla hace cuatro meses.
-O sea que cuando fuimos a San Luis, en noviembre, que mi
amiga Rosa Villa nos invitó al concierto de la filarmónica que
dirige el maestro Miramontes…
-Estaba a la mitad. ¿Te acuerdas del pianista Anatoly Satin?
-¿Alguien se puede olvidar de ese señor?
Hace apenas dos meses, en el Conservatorio de Música de la
ciudad de San Luis Potosí, el intérprete ruso Anatoly Satin tocó
para nosotros, a puerta cerrada, varias piezas compuestas por él
mismo. Yo estaba fascinada con el movimiento de sus manos y el sonido
que salía de ese imponente instrumento.
-Me tiene asombrada su kinestesia, maestro. La precisión, la
rapidez con la que mueve sus dedos. No cabe duda que, además
del talento, el hábito y la persistencia hacen al maestro.
Me platicó que nació en Rusia, en Kiev.
-Mis abuelos maternos también son de Kiev -le conté-, y vinieron
a vivir a México cuando se casaron.
-¿De verdad? Entonces seguramente somos primos -dijo bromeando-.
Qué curioso que tus abuelos rusos vinieron a vivir
aquí y yo, que también soy ruso y judío del mismo lugar que
ellos, vivo en Colima.
-Con razón habla tan bien el español.
-Maestro -dijo Alejandro-, yo siempre le he dicho a Terry que
la creación artística se basa en el principio del aquí y el ahora.
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