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quitó por completo. Dicen que los rezos de una madre son los más poderosos. ¿Qué cosas salieron de Al? Algunos sanadores extraen cordones de sus pacientes. No lo sé. Pero cuando hay intención de amor y quien está enfermo quiere curarse, sin duda lo logra. Al estaba convencido de que así sería y así sucedió. Horas después de la sanación, Al y yo estábamos tomando el sol cuando vimos pasar a Marcio: -¿A dónde vas? -Voy a bañar a Hester. La meteré al mar. -No puedes hacer eso porque aquí es mar abierto, es muy peligroso y te puedes ahogar. -No me pasará nada. Había un fuerte oleaje. Antes de diez minutos, la bola se perdió. Marcio caminaba por la orilla del mar, de un lado al otro, buscándola infructuosamente. Al y yo le dijimos que lo olvidara, que no aparecería porque el mar se la había tragado y que no se preocupara, cuando regresáramos a la ciudad de México yo le regalaría otra Hester. -De ninguna manera. Hester es insustituible. Va a regresar a mí. Fue al departamento, se puso un traje de baño, bajó a la playa y se metió al mar llamando a su Hester. Ni Alberto ni yo pudimos disuadirlo. -¡Cuidado, el mar es muy peligroso en esta zona, no te adentres más! Mi hijo y yo también nos metimos más allá de la orilla. De pronto, a unos cincuenta metros de distancia del lugar donde la perdió, yo sentí que algo me rozaba los pies. Metí las manos: era Hester. La saqué y se la mostré a Marcio. -Yo lo sabía -dijo muy seguro-. Tenía que regresar. -¡Yes, yes! -gritaba Alberto, brincando de felicidad-. ¡El mensaje es para ti, mamá! Así lo sentí: una lección para creer y confiar. Desde entonces, en vez de “mamá”, Al me dice “Hester”. Días después, en casa de mi hermano Amín, platiqué lo ocurrido a mi cuñada Patty, quien se dedica a la fotografía: 97
-¡No puede ser! -me dijo asombrada-. Te voy a enseñar una foto que tomé por esas mismas fechas en una playa de San Diego. Fue por la foto. Me la enseñó. Yo no podía creerlo: Patty había tomado la imagen de una bola de cristal flotando en el mar. -Es idéntica a Hester -le dije. -Yo tenía en mi casa esta bola de cristal y una mañana, mientras caminaba por la playa, se me ocurrió tomar la fotografía colocándola sobre las olas. -Sincronicidad y destino, Patty. Así se llama lo que nos sucede. 98
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Y lo principal es saber firmemente
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