no se vale - Realizate.com

Este dos mil seis comienza con noticias maravillosas. La magia,
los deseos y los decretos van viento en popa.
Es viernes por la noche: la primera luna llena del año
que nos guiará durante los doce meses que restan. Invité a cenar a
mi familia. Habrá pescado a la veracruzana, arroz a la mexicana,
una rica ensalada y kipes.
Los platillos de la comida en esa noche de Shabat han cambiado.
A diferencia de las cenas en casa de mi abuela Esther, ahora
la comida es más ligera. Mis tres hijos dejaron de comer carne o
pollo y ahora comen pescado y verduras por toneladas. Desde que
estudiaba en la universidad, Fredelle nos convencía a todos de lo
importante que es comer de manera sana. Las deliciosas fritangas
han desaparecido por completo del menú. José, mi nieto, me pide kipes,
a él le fascina la carne y ahora, en vez de freírlos, los hervimos.
Me quedo pensando que mañana es sábado: descansaré y no
iré al gimnasio. Despertarme cada mañana para hacer ejercicio me
ha costado un triunfo. Pero todo se lo debo a mi cuñada Jacquie,
quien no quitó el dedo del renglón hasta crear en mí el hábito de
ir todos los días a ejercitarme. Qué maravilla es sentir la adrenalina
a todo lo que da.
En la mesa de adultos estamos mi abuelita, mi mamá, mis hermanos,
mi hermana, mis cuñadas, mi cuñado, mis hijos, mi yerno,
mi nuera y yo. En la mesa de niños, los hijos de Sharon, mis nietos
y todos mis sobrinos. Frente a nosotros hay pan y vino para el
rezo del viernes. Agradecemos la semana y damos vuelta a la mesa
saludándonos todos: Shabat Shalom, que significa “te deseo un
buen día de descanso y una buena semana”.
Terminamos de cenar. Loreto, como siempre desde hace muchos
años, trae a la mesa el café turco, que a estas alturas lo prepara
como un gran gourmet árabe. Cada uno toma una taza de la
155