18.04.2013 Views

31 de diciembre fun fun fun - Le chasseur abstrait

31 de diciembre fun fun fun - Le chasseur abstrait

31 de diciembre fun fun fun - Le chasseur abstrait

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

aullidos histéricos, las luces <strong>de</strong> los encen<strong>de</strong>dores, los aplausos rabiosos. Se sintió tan <strong>de</strong>scorazonado<br />

que repitió, según su plan, varias veces el acor<strong>de</strong>, pero <strong>de</strong>sganadamente. Al fin, ante otro gesto<br />

imperceptible a sus músicos, bruscamente cambiaron <strong>de</strong> acor<strong>de</strong>, <strong>de</strong> ritmo y <strong>de</strong> canción, otra canción<br />

inédita. El griterío, los aullidos, se calmaron. Los encen<strong>de</strong>dores se apagaron. Ahora lo que podía<br />

palpar en el aire era el <strong>de</strong>sconcierto <strong>de</strong>l monstruo: la comida, el banquete, el festín anunciado por la<br />

campana, por el acor<strong>de</strong>, se había esfumado.<br />

Satisfecho y entristecido, pero inquieto, <strong>de</strong>sgranó en total tres nuevas canciones, una <strong>de</strong> las cuales<br />

duraba casi diez minutos e incluía sofisticados arreglos instrumentales. Fue en esta canción que se<br />

<strong>de</strong>jaron oír los primeros silbidos.<br />

Miró ahora a sus músicos y rasgó nuevamente el acor<strong>de</strong> mágico. Entonces el rito se repitió: los<br />

gritos, los aullidos, los encen<strong>de</strong>dores. Incluso ahora voló alguna lencería femenina. Un poco <strong>de</strong><br />

feromonas nunca viene mal para <strong>de</strong>spertar los instintos. Pero volvió sobre sus pasos, rasgó <strong>de</strong> la<br />

guitarra con rabia y cambió <strong>de</strong> acor<strong>de</strong>, <strong>de</strong> ritmo, e incluso <strong>de</strong> repertorio, porque ahora anunció que<br />

interpretarían versiones <strong>de</strong> temas ajenos. Pero, claro, según el plan, nada conocido. Ninguna que<br />

sepamos todos. Ignotas, aunque bellas, canciones <strong>de</strong> aún más ignotos músicos <strong>de</strong> quién sabe dón<strong>de</strong>.<br />

La impaciencia no tardó en brotar. Los chiflidos aumentaron, unos cuantos encen<strong>de</strong>dores aterrizaron<br />

sobre el escenario. Una botella <strong>de</strong> whisky, vacía, también. Volvieron los aullidos pero no ya <strong>de</strong><br />

placer sino <strong>de</strong> rabia, <strong>de</strong> frustración. Pudo ver con alarma que los efectivos <strong>de</strong> la policía encargados<br />

<strong>de</strong> contener a las hordas a duras penas podían lograr su cometido. Hasta sus músicos comenzaron a<br />

preocuparse. El baterista y el bajista, cercanos entre sí en el escenario por su <strong>fun</strong>ción rítmica,<br />

murmuraban si no sería mejor tocar lo que quería el público. “Si, total, no cuesta nada darles con el<br />

gusto y es más fácil para nosotros”. Mientras, el guitarrista lí<strong>de</strong>r, en la otra punta <strong>de</strong>l proscenio,<br />

empujaba con el pie a uno que había sorteado el cerco policial y había logrado subir. El tecladista, al<br />

fondo, intentó por su cuenta iniciar una canción conocida pero él lo fulminó con la mirada. Nada ni<br />

nadie iba a violentar su criterio artístico. Al fin y al cabo, era el autor <strong>de</strong> todas, pero todas las<br />

canciones. “Si no les interesa lo nuevo que vengo a ofrecerles, entonces uno <strong>de</strong> los dos está <strong>de</strong><br />

más”, pensó para sí. Es <strong>de</strong>cir, era él o la bestia. Una cuestión <strong>de</strong> vida o muerte.<br />

Al fin, muertos <strong>de</strong> miedo, iniciaron otra canción inédita. Ya había pasado más <strong>de</strong> una hora <strong>de</strong><br />

concierto. Los gritos inundaron el lugar, hubo aullidos<br />

espantosos y las botellas <strong>de</strong> whisky vacías habían<br />

reemplazado <strong>de</strong>finitivamente a los encen<strong>de</strong>dores. Por<br />

tercera vez se había anunciado la comida, el banquete,<br />

el festín y, por tercera vez también, se había<br />

escabullido. La paciencia <strong>de</strong>l monstruo se había<br />

acabado. Los policías estaban siendo masacrados sin<br />

piedad y un olor nauseabundo comenzó a pudrir el<br />

aire. El guitarrista lí<strong>de</strong>r ahora repartía guitarrazos a<br />

diestra y siniestra para no entregar el lado débil <strong>de</strong>l<br />

escenario. La bestia estaba <strong>de</strong>satada.<br />

Su libertad artística estaba siendo sido<br />

irrevocablemente ultrajada, pero la visión <strong>de</strong>l horror<br />

casi instintivamente lo llevó a rasguear una vez más el<br />

acor<strong>de</strong> bendito, ese que la bestia reconocía y que la<br />

calmaba. Hubo un silencio ahora. Al primer acor<strong>de</strong> le<br />

siguió el segundo, luego el tercero. El milagro iba<br />

tomando forma. Algunos encen<strong>de</strong>dores volvieron a<br />

pren<strong>de</strong>rse. El guitarrista lí<strong>de</strong>r pudo <strong>de</strong>jar las<br />

escaramuzas y <strong>de</strong>dicarse a tocar. A pesar <strong>de</strong> algunos<br />

estertores aislados, el monstruo parecía estar<br />

aplacándose. El olor nauseabundo <strong>de</strong>sapareció y en su<br />

lugar arreció la lencería, en todas sus variantes. Había

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!