31 de diciembre fun fun fun - Le chasseur abstrait
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Nunca lo vi al Barón Rotchilds hablando sobre cultura y <strong>de</strong>jando en secreto su proce<strong>de</strong>ncia en la<br />
Plaza <strong>de</strong> Mayo. No lo vi nunca a Gamito, el andaluz, diciendo su característica frase “<strong>de</strong>ja el caballo<br />
correr” en la Plaza Moreno <strong>de</strong> La Plata, mientras, atiborrado <strong>de</strong> alcohol, filosofaba sobre la vida a<br />
su manera. No lo oí al petizo Aujier (más conocido en los bares locales como “El político”) <strong>de</strong>cir:<br />
“pibito, traeme un cafecito” en un bar frontal a la Plaza 25 <strong>de</strong> Mayo, <strong>de</strong> Resistencia, Chaco. Y<br />
menos aún a Quique, mendigar puchos, caminar tambaleante, haciendo gestos obscenos y<br />
escupiendo a la gente frente al Monumento <strong>de</strong> la Ban<strong>de</strong>ra en Rosario. A eso le llamo exclusividad.<br />
Me pregunto si alguna vez, al padre <strong>de</strong> la plaza, el señor Carlos Siewert, se le hubiera ocurrido verla<br />
como está hoy: madura y hermosa. Plaza San Martín. Yo no lo sé, pero estoy casi seguro que el día<br />
que murió su viejo y eterno amigo Walter Roil, un viento azotó las copas <strong>de</strong> sus árboles, llenando<br />
sus veredas <strong>de</strong> hojas secas y la gente, indiferente, <strong>de</strong>cía “otra vez viento”, cuando lo que caían no<br />
eran hojas arrancadas por el viento, sino lágrimas arrancadas por la tristeza.<br />
A veces, cuando la cruzo diagonalmente, me pego una escapadita hasta el puente <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra y miro<br />
si ya habrán vuelto a poner las islas pequeñas con los faros, los castillos milenarios y los barcos en<br />
la lagunita que se formaba allí, tal como estaban en las fotos viejas, pero veo que nada más hay<br />
barro, papeles y hasta botellas vacías.<br />
En fin, hay carteles azules por todas partes que me <strong>de</strong>tengo a leer. Ahí está tu historia, querida<br />
Gallegos, capítulos <strong>de</strong> tu historia.<br />
¡Hey, General San Martín! Vos que cruzaste los An<strong>de</strong>s, no estás en la Catedral Metropolitana, estás<br />
acá, en la plaza, en la ciudad <strong>de</strong> Río Gallegos, Provincia <strong>de</strong> Santa Cruz, República Argentina. Hoy<br />
estás acá, sos riogalleguense. Después <strong>de</strong> todo, el barco que transportó tus restos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Europa a<br />
Argentina es el mismo que, cinco años <strong>de</strong>spués, trajo los materiales y la gente para comenzar a<br />
cimentar nuestra comunidad aquel 19 <strong>de</strong> <strong>diciembre</strong> <strong>de</strong> 1885, el mismo que sale en la ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> Río<br />
Gallegos, el Transporte Villarino. Reclamo el cachito <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho que tenemos sobre tu nombre. Hoy<br />
sos nuestro. Mañana… mañana ya veremos. Uno nunca sabe. Despertamos y <strong>de</strong> a poco nos van<br />
borrando los próceres para imponernos otros.<br />
Carteles azules, capítulos <strong>de</strong> tu historia. Ya quiero leerlos, ya quiero cruzar la plaza en diagonal,<br />
guardar esperanzas <strong>de</strong> que algún día jugaré con los barcos en la lagunita, divertirme con mi sobrino<br />
a encontrarle la vuelta a las estatuas y asomarme por la ventana y chusmear si por fin nevó y si por<br />
fin has vuelto a sonreír.