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Parte I - ALT

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Estudio de la tola y su capacidad de soporte para ovinos y camélidos en el ámbito boliviano d el sistema T.D.P.S.<br />

Así, las Cordilleras y el Altiplano son el medio agrícola en el que se producen los alimentos y son la fuente del<br />

abastecimiento humano. La papa (6RODQXP DQGLJHQXP) principalmente, otros tubérculos andinos (oca,<br />

papalisa, tarwi, etc.), las gramíneas, con énfasis en cebada, maíz de altura, las praderas nativas mejoradas y<br />

las pasturas cultivadas, comprenden la mayor dinámica de la producción pecuaria. Esta área es la de la<br />

agropecuaria intensiva, que se cultiva anualmente y en la que se incluyen las tierras de los cultivos en<br />

descanso. La agricultura y ganadería contribuyen a abastecer de artículos esenciales alimenticios más<br />

importantes de la mesa de la familia nacional. La extensión relativa es del 18.4% del Altiplano. Esta área se<br />

considera de subsistencia, con baja tecnología y casi ninguna inversión. Por otra parte, es la parte de mayor<br />

población animal. Aquí están asentadas el 95% de la población de camélidos, 70% de la población ovina y el<br />

33% de los bovinos.<br />

En el resto del Altiplano, están incluidas las praderas nativas que comprenden el 81.6% de la superficie de<br />

las tierras de pastoreo. Son las zonas de pastoreo con pastos naturales que no reciben un tratamiento<br />

agrícola especial para la conservación, producción y sostenibilidad. Por ello, el deterioro de los pastos<br />

naturales es permanente. Alzérreca (1988), junto a otros investigadores, estimaron que la producción actual<br />

de forrajes no alcanzaba al 20% de su capacidad de producción total. Esto significa que las praderas nativas<br />

están más de 30 años en un punto crítico de producción. No se exagera al manifestar que es un camino que<br />

conduce a la desertificación.<br />

Las consecuencias serían muy graves sino se ponen remedios todavía oportunos. Por tanto, desde el punto<br />

de vista económico y social, la gravedad de esta situación debe llamar severamente la atención. Las praderas<br />

no producen, no hay rentabilidad y la pobreza se incrementa. Por otra parte, desde el punto de vista<br />

ecológico, es una aventura con difíciles caminos de retorno ó de recuperación.<br />

Por tanto, las praderas nativas constituyen un punto neurálgico en el futuro de las actividades agropecuarias.<br />

La situación es más dramática que la de los cultivos andinos, que, de cualquier modo, están siendo<br />

favorecidas con el uso de fertilizantes, control integrado de plagas y enfermedades, utilización de variedades,<br />

protección ambiental y semillas mejoradas. En cambio, las praderas naturales Altiplánicas y Altoandinas han<br />

merecido muy poca atención, o casi ninguna atención, para su mejoramiento.<br />

En efecto, de los 246.253 km 2 de la zona Altoandina, se estima que el 200.942 km 2 corresponden a campos<br />

naturales de pastoreo (CANAPAS). De este total, existen sólo 0.7% de praderas con mayor producción. Estas<br />

praderas mejoradas (alfalfa, cebada, avena y otras pasturas), mejor expresado como pasturas de corte, solo<br />

representan 1400 km 2. La superficie mejorada es absolutamente insignificante.<br />

En la prospectiva del Altiplano, son las praderas nativas que incluyen a los tolares, los espacios con mayor<br />

posibilidad de contribuir al desarrollo. Sin embargo, esto parece a muy largo plazo. La otra y mejor alternativa<br />

es encausar a las praderas en cambios en su calidad, mediante prácticas de recuperación.<br />

Asociación Integral de Ganaderos en Camélidos de los Andes Altos (AIGACAA)<br />

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