V.ARIEDADE'S; - Biblioteca Nacional de Colombia

-376 NOCIONES SOllR!!: LA EN'1'OMOLOGIA.
.1776 en Long-Island; desde alli
fué ganando terreno hacia el interior,
y al fin llegó a inundar un espacio
de mas de 60 leguas. Sus gruesísi-
mas col unas atravesaron el Delaware,
y llegaron a incomodar muy grave-
mente a los habitantes aun dentro de
las mismas casas, destruyendo todo
genero de granos y semillas. Aun
mas terribles son las fechorias de la
hormiga de las Barbadas (Forrnica
saccharioora ), Aparecieron sus
esquadrones hace unos setenta años
en' la isla Granada, y aniquila-
ron todo el cultivo de las cañas de
azúcar. En vano se ofreció premio
de cien mil pesos al que descubriese
un específico para exterminar aquel-
las malas bestias. Era tal el furor
que tenian por la golosina, y creció
tanto m número, que se derrumba-
ban como torrentes desde los col-
lados, cubriendo todos los caminos,
sendas y veredas, sin dexar a vida
planta, reptil, paxaro y aun animales
domésticos que encontraban al paso.
Los arroyos no bastaban a detener-
las, porque arrojándose a ellos pOI'un
impulso ciego en espesos pelotones,
en muy poco tiempo formaban los
primeros que perecían un puente de
cadaveres bastante solido para los
innumerables enxambres que se agol-
paban sin cesar unos tras otros. Esta
horrorosa plaga desapareció por fin
a la violencia de un huracán. La
de la langosta no menos horrible y
freqiiente en los paises meridionales,
es mas generalmente conocida, y no
hay para qué recordar sus memora-
bles destrozos, causados por nubadas
llegado a oscurecer el sol. Pero la
de la hormiga blanca de las Indias
orientales y occidentales merece
mencionarse por la particular habili-
dad que tiene para roer en muy poco
tiempo, pulverizar y derribar todo el
maderámen de un edificio. Ha habi-
do ocasiones en que han llegado a
destruir navíos, y son tan diestros
minadores que, segun refiere un
escritor fidedigno, él las vió en una
noche meterse por el pie de una
mesa, atravesarla toda por el plano,
baxar por otro de los pies, y salir al
piso inferior de la casa, formadas en
una especie de cordon mucho menos
grueso que el dedo meñique, dexan-
do intacta la superficie de la madera,
segun siempre acostumbran. ¿ Qué
seria de nosotros y de Jos demas ani-
males, ,desprovistos de medios para
luchar con estos inumerables enemi-
guillos, cuya fuerza consiste cabal-
mente en su pequeñez y debilidad
individual, si la naturaleza próvida
no hubiese puesto la principal parte
de nuestra defensa, ya en la guerra
mortal que se hacen unas castas y
familias a otras, ya en la voracidad
con que se comen unos a otros aun
los de una misma tribu y especie?
A.quí se puede aplicar con alguna
propiedad la retaila de: el gato al
rato, el rato a la araña, la araña á
la mosca. N o es pues el hombre el •
único animal que guerrea con los de
su especie. Si su ingenio ha sido
tan fecundo en inventar medios de
destruccion contra sus semejantes,
los que la fuerza del instinto sugiere
a los insectos para valerse de las •
tan enormes y compactas
que han armas que la naturaleza les ha dado,