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abr. 1968 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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ELENA DE LA SOUCHERE<br />

Guerrillas en Guatemala<br />

Las noticias que llegan de Guatemala son tan<br />

confusas que h<strong>abr</strong>ia que estar allí y poder realizar<br />

sobre el terreno una investigación en profundidad<br />

para pronunciar un juicio válido sobre los<br />

acontecimientos actuales. Desde lejos, y sin otra<br />

base de referencia que los recuerdos de una estadía<br />

que se remonta a tres años atrás, sólo me<br />

atrevo ahora a formular algunas observaciones.<br />

La primera se refiere al desplazamiento geográfico<br />

de la zona de la violencia. Las guerrillas<br />

estaban situadas principalmente, y hasta hace<br />

poco, en las montañas de los departamentos de<br />

Izábal y de Zacapa; es decir, en la parte <strong>del</strong><br />

país que está orientada hacia el Mar Caribe. Los<br />

focos más activos se encontraban en la Sierra de<br />

las Minas, que domina el curso inferior <strong>del</strong> río<br />

Motagua. De acuerdo con las informaciones de<br />

los últimos meses, ese foco se h<strong>abr</strong>ía desplazado.<br />

Ellas señalan sobre todo los atentados urbanos,<br />

ocurridos en su mayor parte en la capital,<br />

en Ciudad Guatemala. Y las informaciones más<br />

recientes, traídas por los campesinos guatemaltecos<br />

que acuden a la feria de Tapachula, en<br />

México, señalan atentados contra fincas agrícolas<br />

situadas al Oeste, en la zona que desciende<br />

suavemente hacia el litoral <strong>del</strong> Pacífico. Hay que<br />

señalar que Tapachula se encuentra en el estado<br />

de Chiapas, es decir, en la región <strong>del</strong> Sur de<br />

México que está orientada hacia el Pacífico. Y los<br />

campesinos guatemaltecos que atraviesan la frontera,<br />

tan cercana, para asistir a esa feria, muy<br />

a menudo vienen naturalmente de la región noroeste<br />

de su país. Se ha sabido, tambíén, que terroristas<br />

habían incendiado una finca en la región<br />

de Escuintla, es decir: mucho más al sur pero<br />

también sobre la vertiente <strong>del</strong> Pacífico. Todo parece<br />

indicar que los guerrilleros, rechazados de<br />

las montañas <strong>del</strong> Este, donde la situación se ha<br />

vuelto insostenible para ellos debido a la acción<br />

<strong>del</strong> Ejército y de las unidades antiguerrilleras entrenadas<br />

por monitores <strong>del</strong> Ejército norteamericano,<br />

hubieran buscado refugio en la gran ciudad<br />

y se esforzasen por implantar la guerrilla en<br />

la región Oeste. En suma: los guerrilleros siguen<br />

el ejemplo de «Mamita Yunai.. -la United<br />

Fruit-, aunque, es claro, por razones muy diferentes.<br />

Como el frente bananero, el guerrillero<br />

pasa de la vertiente atlántica a la <strong>del</strong> Pacífico.<br />

Otro aspecto que ha llamado la atención de<br />

todos los observadores, pero que no es inútil<br />

subrayar otra vez, es el engranaje de atentados<br />

y represalias. Por cada militante de izquierda que<br />

es abatido por los grupúsculos extra-legales de<br />

derecha -la Mano Blanca, la NAO o el CADEG-,<br />

hay un militar o un gran propietario asesinado<br />

por las FAR o por el Movimiento <strong>del</strong> 13 de Noviembre.<br />

Y cada secuestro, cada asesinato reali·<br />

zado por un grupo terrorista de izquierda provoca<br />

una réplica de los activistas de derecha, la que<br />

a su vez genera nuevas represalias. Esta situación<br />

es comparable, en cierta medida, con la que<br />

reinaba en España en los meses que precedieron<br />

a la guerra civil. En Guatemala, como en la Es·<br />

paña de 1933-1936, la gran mayoría de la población<br />

estaba al margen de esta guerra menor.<br />

y, a ejemplo de los dirigentes españoles de<br />

aquella época, el actual Presidente de Guatemala,<br />

Julio César Méndez Montenegro y la mayoría<br />

de los miembros de su gobierno, son hombres<br />

pacíficos, bien intencionados y de tendencia liberal.<br />

Y conviene agregar que, en la Guatemala de<br />

hoy como en la España de entonces, la violencia<br />

es obra de grupúsculos microscópicos que no<br />

comprenden, en total, sino algunos centenares y<br />

al máximo algunos millares de miembros.<br />

Sería imprudente llevar más lejos el paralelo, ya<br />

que los presupuestos socio-económicos de la<br />

América Latina de <strong>1968</strong> no tienen ninguna relación<br />

con los de España de hace treinta años. Las<br />

comparaciones son siempre peligrosas y la característica<br />

esencial de los malos razonamientos<br />

es que siempre se apoyan en precedentes y referencias.<br />

La Historia no se repite, y los dirigentes<br />

que viven de referencias y que citan con cualquier<br />

motivo la Rusia de 1917, la España de<br />

1936 y la China de los años 50, resultan al cabo<br />

sorprendidos por los acontecimientos, de los que<br />

cabe esperar todo, menos que imiten servilmente<br />

antecedentes situados en un pasado tan lejano<br />

y en países tan alejados de América Latina. Pero<br />

después de haber formulado esta reserva necesaria,<br />

conviene sin embargo poner el acento sobre<br />

el peligro que constituye para Guatemala, el<br />

enfrentamiento de dos terrorismos rivales. En<br />

otros países de América Latina, el problema sólo<br />

comporta dos elementos: por un lado, los grupos<br />

activistas de extrema izquierda y, por el otro,<br />

la fuerza represiva. Pero en Guatemala intervie-

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