abr. 1968 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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EDGARDO CANTON<br />
La era de los altoparlantes<br />
Introducción<br />
La aparición de la radiofonía y el empleo de las<br />
técnicas electroacústicas de grabación de sonidos,<br />
han modificado profundamente nuestros hábitos<br />
musicales. En 1963, según una encuesta de las Naciones<br />
Unidas, existían en el mundo 500 millones<br />
de aparatos de radio, para una población de<br />
3.000 millones de hombres. EISa % de la población<br />
mundial escucha la radio, y el 50 % de esas emisiones<br />
son puramente musicales. Si se agrega a<br />
ello los millones de discos que se venden cada<br />
año, el aporte <strong>del</strong> cine, la televisión, los juxebox,<br />
etc., se constata rápidamente que la música<br />
grabada ha invadido el mundo y hace parte<br />
de nuestros hábitos cotidianos. Han aparecido al<br />
mísmo tiempo de tal manera, por una parte el<br />
oyente más pasivo posible: aquel para quien la<br />
música no es más que un ruido de fondo estimulante<br />
o lenitivo acompañando sus actividades diarías;<br />
y por otra parte, el oyente más activo: aquel<br />
para quien esa forma de audición permite una<br />
mayor concentración sobre el aspecto específicamente<br />
sonoro o semántico de la música, al escucharla<br />
liberada de sus soportes visuales (teatrales).<br />
Mas no solamente se han creado hábitos de audición<br />
como consecuencia de ese condicionamiento<br />
psíquico-fisiológico original, sino que la actitud<br />
misma de la creación musical se ha visto modificada.<br />
La primera comprobación ha sido que las<br />
obras destinadas a la grabación deben ser concebidas·<br />
e interpretadas de una manera particular.<br />
y lo que es más importante, las mismas formas<br />
tradicionales <strong>del</strong> arte musical, como la música de<br />
concierto, son influIdas por el tipo de sensibilidad<br />
y de gustos que la música grabada desarrolla tanto<br />
en el oyente como en el compositor. Es propósito<br />
de este artículo examinar los aspectos característicos<br />
de la reciente evolución de la música culta,<br />
mostrando en cada caso la influencia que sobre<br />
dichos aspectos pueda tener la práctica de las<br />
técnicas electroacústicas.<br />
La masa musical que forma el repertorio de nuestros<br />
conciertos, está constituida por obras escritas<br />
en IQs últimos cuatro siglos. Las caracterlsticas<br />
comunes de estas obras (hasta principios <strong>del</strong> siglo<br />
XX por lo menos), se definen as!: música<br />
instrumental pura, concebida dentro de los limites<br />
de la gama temperada, según las leyes de la<br />
tonalidad.<br />
Música instrumental pura.- La música «para<br />
escuchar» es un hecho de alta civilización. Este<br />
fenómeno, que supone una capacidad de abstracción<br />
mental considerable, no se encuentra más que<br />
en culturas altamente desarrolladas. Este tipo de<br />
música, que da nacimiento al ritual mundano <strong>del</strong><br />
concierto, aparece en occidente poco más o menos<br />
hace cuatro siglos, contemporáneamente a la adopción<br />
<strong>del</strong> sistema tonal.<br />
La música grabada, cuya audición requiere una<br />
capacidad de abstracción aún más grande por<br />
parte <strong>del</strong> oyente, ha puesto en evidencia la importancia<br />
que los factores espectaculares (la acción<br />
desarrollada por los intérpretes), conservan en la<br />
música instrumental de concierto.<br />
Sistema tonal.- Obrando en el interior de la<br />
gama temperada de doce notas por octava, el sistema<br />
tonal establece las reglas según las cuales<br />
deben realizarse las relaciones armónico-melódicas<br />
de alturas. Una imagen simplificada <strong>del</strong> proceso<br />
tonal sería la siguiente: por la combinación<br />
de tres o cuatro notas de las cuales una de ellas<br />
sírve de base, se establecen diferentes complejos<br />
de alturas o acordes. Dichos acordes poseen un<br />
grado de consonancia o de disonancia variables<br />
según la relación de continuidad sonora, en la cual<br />
el movimiento resulta de las fluctuaciones de tensión<br />
provocadas por el encadenamiento de acordes<br />
que posean diferentes grados de consonancia-disonancia.<br />
Estas fluctuaciones se realizan alrededor<br />
de ciertos acordes-pivote (los acordes más consonantes),<br />
que actúan como centros de gravedad.<br />
La nota de base <strong>del</strong> acorde pivote principal de<br />
una música dada, define la tonalidad de dicha<br />
música. La tonalidad es, para ese acorde, el ámbito<br />
dentro <strong>del</strong> cual se ejerce su acción de centro<br />
de gravedad. Mientras se permanece dentro <strong>del</strong><br />
ámbito de dicha tonalidad, el oido hace una referencia<br />
tácita constante a ese acorde principal, y<br />
desea sin cesar volver a ese acorde de reposo.<br />
Pero es posible crear, para el oído, mediante ciertos<br />
procedimientos, la necesídadde un centro de<br />
gravedad diferente, aunque construido sobre una<br />
nota·de base diferente. Dicho de otra manera, existe<br />
la posibilidad de "pasar» de una tonalidad a otra,<br />
lo que se llama en términos musicales modulación.<br />
Entre el momento en que el sistema tonal se