abr. 1968 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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do a la composlclon; en fin, azar en el trabajo<br />
de realización de sonidos sobre cinta magnética.<br />
Bajo todas estas formas, el recurso al azar tiene<br />
por finalidad, en términos generales, ir más allá<br />
de la imaginación espontánea <strong>del</strong> compositor, liberar<br />
el pensamiento de hábitos adquiridos. La forma<br />
más espectacular de su aplicación se encuentra<br />
en ciertas obras de conciertos: los instrumentistas<br />
improvisan según ciertas leyes de juego determinadas<br />
por el compositor. El margen de improvisación<br />
es tal, que no sólo es permitido al<br />
instrumentista, como en el caso <strong>del</strong> jazz, improvisar<br />
«frases» sino que la forma misma y la duración<br />
de la obra pueden variar de manera apreciable<br />
.según su iniciativa (Boulez, Stockhausen,<br />
etc.).<br />
La interpretación de ese tipo de obras se acompaña<br />
de gestos teatrales de los instrumentistas,<br />
que se hacen signos, tiran dados para elegir la<br />
secuencia a interpretar, atraviesan el escenario<br />
para cambiar de instrumento (Pousser, Stockhausen,<br />
Kagel, etc.). Por otra parte, el cálculo de<br />
probabilidades es utilizado por Xenaxis en la composición<br />
de sus obras. Y otra forma de azar significativa<br />
es la que aparece cuando un compositor<br />
busca en un estudio de radio, por medio de mezclas<br />
u otras manipulaciones, algún resultado sonoro<br />
inédito.<br />
La aplicación <strong>del</strong> azar a la música, criterio que<br />
se ha puesto a la moda, da pretexto a toda suerte<br />
de elucubraciones desde hace algunos años. Fue<br />
presentada por su introductor (John Cage) como<br />
una aplicación de puntos de vista relacionados con<br />
el pensamiento Zen. La cibernética, por su parte,<br />
encuentra en la música terreno nuevo donde aplicar<br />
métodos utilizados en otros dominios con la<br />
idéntica finalidad de superar la imaginación espontánea.<br />
Pero no es menos cierto que la grabación<br />
ha sido una causa importante de la boga<br />
actual de su aplicación. En efecto, las imperfecciones<br />
de ejecución que son tolerables (hasta «deseables»<br />
por lo que aportan de humano) durante<br />
la interpretación de un trozo musical en una sala<br />
de concierto, llegan a ser intolerables cuando se<br />
repiten mecánicamente de una aUdición a otra como<br />
en la grabación. Para evitar tales obstáculos, el<br />
intérprete de una grabación recomenzará una y<br />
otra vez su ejecución hasta obtener una versión<br />
conveniente, o mejor, el ingeniero de sonidos se-<br />
EDGARDO CANTON<br />
leccionará los fragmentos más logrados de cada<br />
versión hasta obtener, por montaje, una versión<br />
óptima (procedimiento posible desde que la cinta<br />
magnética ha entrado en uso). Es en gran parte<br />
como reacción contra el carácter automático e<br />
inexorable de las versiones grabadas, contra su falta<br />
de «vida», que aparece en los compositores el<br />
deseo de imaginar obras que resulten diferentes<br />
en cada nueva interpretación. De donde esa ola<br />
de obras que, por el recurso al azar, tratan de<br />
escapar a la prisión <strong>del</strong> eterno retorno...<br />
Espectáculo.- Otra consecuencia notoria de ·la<br />
grabación es la importancia creciente que han adquirido<br />
desde hace seis o siete años los aspectos<br />
teatrales de la música de concierto. La audición<br />
de la música grabada, preferida por muchos amantes<br />
de la música, cuya característica principal es<br />
la de carecer de todo soporte visual (teatral» ha<br />
hecho visible el carácter específico de la música<br />
de concierto, donde el elemento activo) representado<br />
por el instrumentista o el director, aparece entonces<br />
como una particularidad. Es así como ha<br />
surgido en estos últimos años una serie de obras<br />
en las cuales los instrumentistas son llamados a<br />
adoptar actitudes que confieren a dichas músicas<br />
un carácter decididamente teatral, en función generalmente<br />
de necesidades artificialmente creadas<br />
a la ejecución: «Circles», de Berio, «Sobre la escena»)<br />
de Kagel) «Estrategia», de Xenaxis, «opera<br />
Bus», obra colectiva <strong>del</strong> Grupo de Recherches Musicales<br />
que dirige Schaeffer, «La pasión según<br />
Sade», de Bussoti) etc. No se trata aquí de una<br />
acción teatral a la que la música acompañaría,<br />
como en el caso de la ópera, sino de poner en<br />
evidencia los gestos <strong>del</strong> ritual que da nacimiento<br />
a la música.<br />
Otra reacción concomitante es la de quienes se<br />
ha dicho que, dado que la atención <strong>del</strong> espectador<br />
en la sala de conciertos está absorbida en<br />
gran parte por los aspectos teatrales o visuales, la<br />
música debe, para alcanzar su objetivo, servirse<br />
de medios sonoros adaptados. Se llega así a concebir<br />
una música especifica para el concierto y<br />
otra específica para la grabación: la primera, música<br />
«de choc», deberá dar prueba de una gran<br />
«eficacia» sonora (Strawinsky, Xenaxis); la otra<br />
sería la música de las «sutilezas» (Debussy,Bou<br />
Jez). En todo caso, se definan así o de otra manera,<br />
haya o no músicas «sutiles» que «pasan» en