Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Marion Zimmer Bradley <strong>Las</strong> <strong>Nieblas</strong> <strong>de</strong> <strong>Avalón</strong><br />
Libro IV El Prisionero en el Roble<br />
—El rey también ha mandado por mí, madre. ¿Puedo ir con vos?<br />
Eso estaba un poco mejor: que pudiera confesar así su vulnerabilidad.<br />
—Arturo no quiere perjudicarte, hijo mío, pero si prefieres presentarte con nosotros, a lo sumo te mandará<br />
salir para hablar aparte contigo.<br />
—Venid, hermanastro —invitó Accolon, tomándolo <strong>de</strong>l brazo <strong>de</strong> modo que el joven pudiera verle las<br />
serpientes tatuadas en las muñecas—. Mi padre irá primero con su señora; vos y yo los seguiremos.<br />
A Morgana le gustó que Accolon se hiciera amigo <strong>de</strong> su hijo y lo reconociera como hermano. Pero al mismo<br />
tiempo se sintió estremecer. Uriens la cogió <strong>de</strong> la mano.<br />
—¿Tienes frío, Morgana? Coge tu manto.<br />
En las habitaciones <strong>de</strong>l rey había fuego encendido y se oían los sones <strong>de</strong> un arpa. Arturo estaba sentado en<br />
una silla <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra cargada <strong>de</strong> almohadones. Ginebra bordaba una estrecha faja con hebras <strong>de</strong> oro. El criado<br />
anunció ceremoniosamente:<br />
—El rey y la reina <strong>de</strong> Gales <strong>de</strong>l norte, con su hijo Accolon y el señor Lanzarote...<br />
Ginebra levantó la vista y se echó a reír, corrigiendo:<br />
—No, aunque el parecido es mucho. Es el señor Mordret, a quien vimos armar caballero el día <strong>de</strong> hoy.<br />
Gwydion se inclinó ante la reina sin <strong>de</strong>cir nada. Pero en esa reunión familiar Arturo no estaba dispuesto a<br />
ceremonias.<br />
—Sentaos todos. Voy a or<strong>de</strong>nar que traigan vino.<br />
Uriens protestó:<br />
—Ya he tomado vino suficiente para poner a flote un barco Arturo. Para mí no. gracias. Tal vez los jóvenes<br />
tengan más resistencia.<br />
Ginebra se acercó a su cuñada. Morgana comprendió que, si no hablaba inmediatamente. Arturo iniciaría una<br />
conversación con los hombres, esperando que ella se sentara en un rincón con la reina, a discutir en susurros<br />
cosas <strong>de</strong> mujeres: bordados, criados y embarazos. Hizo un gesto al criado que llevaba el vino:<br />
—Yo tomaré una copa —dijo, recordando con dolor que, como sacerdotisa <strong>de</strong> <strong>Avalón</strong>, se había<br />
enorgullecido <strong>de</strong> beber sólo agua <strong>de</strong>l Pozo Sagrado. Después <strong>de</strong>l primer sorbo dijo—: Me inquieta<br />
profundamente la recepción dada a los enviados sajones. Arturo. No, no hablo como mujer que se entromete<br />
en asuntos <strong>de</strong> estado. Soy la reina <strong>de</strong> Gales <strong>de</strong>l norte y la duquesa <strong>de</strong> Cornualles. Lo que afecte al reino me<br />
afecta a mí también.<br />
—Entonces tendrías que alegrarte <strong>de</strong> que haya paz —observó Arturo—. Me he esforzado toda la vida en<br />
poner fin a las guerras con los sajones. Al principio creí que sólo acabarían cuando se les obligara a<br />
retroce<strong>de</strong>r hasta el otro lado <strong>de</strong>l mar. Pero la paz es la paz; si se pue<strong>de</strong> conquistar con un tratado, sea. Hay<br />
muchas maneras <strong>de</strong> utilizar un toro, aparte <strong>de</strong> asarlo para la cena. Resulta igualmente efectivo castrarlo y<br />
ponerlo a tirar <strong>de</strong>l arado.<br />
—¿O reservarlo para servir a las vacas? ¿Pediréis a vuestros reyes vasallos que casen a sus hijas con los<br />
sajones, Arturo.<br />
45