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Mitos y leyendas del agua en el Perú<br />
El Amaru salió de su sueño de siglos desperezándose, y el mundo se sacudió. Elevó la cabeza<br />
sobre las aguas espumosas de la laguna y extendió las alas, cubriendo de sombras la tierra<br />
castigada. El brillo de sus ojos fue mayor que el sol. Su aliento fue una espesa niebla que cubría<br />
los cerros. De su cola de pez se desprendió un copioso granizo.<br />
Al sacudir sus alas empapadas hizo llover durante días, y del reflejo de sus escamas multicolores<br />
surgió, anunciando la calma, el arco iris. Luego volvió a enroscarse en los montes,<br />
hundió la luminosa cabeza en el lago, y volvió a dormirse.<br />
Pero la misión del colibrí había sido cumplida… Los quechuas, aliviados, veían reverdecer<br />
su imperio, alimentado por la lluvia, mientras descubrían nuevos cursos de agua, allí donde las<br />
sacudidas del Amaru hendían la tierra.<br />
Y cuentan desde entonces, a quien quiera saber que en las escamas del Amaru están escritas<br />
todas las cosas, todos los seres, sus vidas, sus realidades y sus sueños. Y nunca olvidan cómo<br />
una pequeña flor del desierto salvó al mundo de la sequía.<br />
(1) El Amaru: Según me contó mi abuelo, en los oscuros tiempos inmemorables, en toda la región de Huancamayo<br />
(antiguo nombre del río Mantaro), había una inmensa laguna donde habitaban dos monstruos. El hombre no había sido<br />
creado todavía. Entonces el dios ConTincsi Viracocha ordenó al Tulumanya (arco iris) que engendrara al Amaru.<br />
El Tulumanya puso un pie en la orilla y el otro sobre el lado opuesto. En las quietas aguas miró complacido su cuerpo<br />
de siete colores, se rasgó el pecho y nació una inmensa serpiente alada que cayó con gran estrépito. En la gran extensión<br />
plateada, el rey monstruo se paseaba solitario. El Tulumanya pensó que eso no era bueno, entonces creó otro Amaru de<br />
color más oscuro para diferenciarlos. Pero sucedió que desde ese instante no hubo tranquilidad. Los dos monstruos gigantes<br />
se disputaban la supremacía del lago. Cada uno quería reinar sobre el otro. Para castigar la soberbia de los seres, el<br />
dios ConTincsi Viracocha descargó una tempestad cuyos rayos mataron a ambos, algunos dicen que sólo se durmieron.<br />
Se estremeció todo el mundo. Los Amaru cayeron desechos sobre el lago. Debido a las conmociones, las contenciones<br />
de la parte sur se rompieron y las aguas corrieron tormentosamente. Solo en Paca, Ñawinpuquio y Wacracocha quedaron<br />
residuos del gran lago, entonces el río Huancamayo empezó su sereno cauce de norte a sur, y se formó el valle. La paz<br />
reinó en todos los ámbitos, germinando las plantas, apareciendo los animales. La vida floreció en miles de colores.<br />
Fuente oral: Emiliano Flores Cortijo; Valle del Mantaro, Junín.<br />
Escolar: Jean Marco Véliz Flores; 12 años; Huancayo, Junín.<br />
Asesor: Wilder Roldán, Salomé Galindo.<br />
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