Documento completo - InfoAndina
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La gente lo pasaba asustada y muy preocupada, secreteando entre vecinos que el fin del<br />
mundo estaba por llegar. Maldecían la sequía. La sed de agua para los vivientes de El Boyador<br />
ya era insufrible y día a día se fue convirtiendo en sed de vida. Sentían estarse quemando vivos<br />
en el infierno, como cierta vez había sucedido. Los trucos que sabían y hacían para provocar<br />
lluvia no les daba ningún resultado.<br />
Abuelito Ventura y su viejita Mishi, los más ancianos y curiosos<br />
del pueblo, mañana a mañana, sentados en<br />
las barandas de su casa y mirando al azul cielo,<br />
hacían terribles augurios. Todas estas cosas suceden<br />
–decían– por esa gente wiracucha mala,<br />
ambiciosa, platasapas y pishiñeros, que vienen<br />
de otra parte a llevarse a la ciudad<br />
miles y miles de trozos de madera<br />
(colorada y blanca) y botes cargados<br />
de millones de pececitos<br />
de adorno y pescado bueno,<br />
depredando y saqueando nuestros<br />
bosques y cochas, acabando<br />
nuestras hermosas maderas y ricos<br />
peces; en fin, destruyendo la<br />
naturaleza.<br />
Ante tanta desesperación de la<br />
gente, don Venturita, quien era un<br />
viejito bien querido en el pueblo, se<br />
levantó de madrugada y se puso a limpiar<br />
una poza llena de barro, basuras,<br />
shungos, ramas y toda clase de desper-<br />
Mitos y leyendas del agua en el Perú