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Cutiy (regresa)<br />
A<br />
llá por el año 1,400 d.C., en tiempos que reinaban en el Tahuantinsuyo los Incas<br />
Pachacútec y Túpac Yupanqui, en la cultura del dios del Agua Wari, hoy departamento de<br />
Ayacucho, en la región de Lucanas (Puquio), había un pueblo próspero, muy aguerrido, difícil<br />
de subyugar al reino del Cusco llamado Hatun Soras (Gran Soras), hoy distrito San Bartolomé<br />
de Hatun Soras, fundado como tal hace 150 años.<br />
Aquí surge una fascinante, linda y romántica leyenda-historia-mítica, ligada directamente<br />
al dios del Agua Wari. En Hatun Soras gobernaba un noble sabio y guerrero. Éste tenía una hija,<br />
con las cualidades del padre y, sobre todo, era extraordinariamente bella.<br />
Hatun Soras se dividía en dos “barrios”: Hurín Soras y Hanan Soras. Al segundo barrio<br />
lo gobernaba un cacique, quien tenía un hijo que a la vez se enamora perdidamente de la hija<br />
del noble, y le ofrece matrimonio. El noble sorprendido ante tal osadía consulta con sus consejeros,<br />
y le dice: “Si logras traer las aguas del río Huancané (afluente del Pampas y Apurímac)<br />
hasta la plaza, te concederé por esposa a mi muy amada hija”. El hijo del cacique aceptó el reto.<br />
Para sí, se dijo: “Moveré cielos y tierra, con la ayuda del dios Wiracocha y el dios del Agua Wari<br />
cumpliré el desafío”.<br />
Reunió cientos de hombres tanto del lugar como de los pueblos cercanos. La misión era<br />
hacer un canal de dos y medio metros de ancho a lo largo de quince kilómetros de longitud.<br />
Cuentan que fue una obra titánica: los hombres luchaban contra el tiempo y la naturaleza;<br />
las mujeres y los niños también se sumaban a la gran tarea. Ellas con la merienda y la chicha de<br />
jora, los niños alcanzaban piedras pequeñas y champas que servían de cuña.<br />
Luego de un año de arduo trabajo, obra que solamente nuestros antepasados supieron<br />
hacer con cada atardecer, después de cada faena cantaban, bailaban y bebían chicha; al día<br />
siguiente de nuevo y acomodarse a otra faena más, en un día lleno de esperanzas.<br />
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