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Prólogo ¿Una novela catalana de vampiros?. Éso puede resultar ...

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Capítulo 3<br />

Rosetta era en aquella época la mocita más codiciada por los jóvenes <strong>de</strong> la comarca.<br />

Había cumplido dieciséis abriles cuando el con<strong>de</strong> Estruch llegó al castillo <strong>de</strong>l río Muga y era<br />

hija <strong>de</strong> Josep “el lenyataire”, un humil<strong>de</strong> leñador que habitaba en una solitaria casita <strong>de</strong> las<br />

montañas. Su familia era gente sencilla y bondadosa que, a lo largo <strong>de</strong>l año, proveía <strong>de</strong> leña a<br />

los habitantes <strong>de</strong>l castillo y también a los al<strong>de</strong>anos <strong>de</strong> los alre<strong>de</strong>dores, gracias a la cual éstos<br />

podían hacer frente a los rigores invernales. Por ello no es <strong>de</strong> extrañar que fuera un hombre<br />

muy apreciado y popular. Josep “el lenyataire” era prácticamente el amigo <strong>de</strong> todos dado su<br />

carácter alegre y campechano.<br />

Rosetta había <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> ser ya una niña para convertirse en una espléndida mujer a la<br />

que la Madre Naturaleza había dotado <strong>de</strong> envidiables encantos. De melena rizada y rostro<br />

redondo lucía siempre una alegre sonrisa en sus sensuales labios. Caminaba siempre<br />

garbosa, ondulando sus bien formadas ca<strong>de</strong>ras, ante la admiración <strong>de</strong> los al<strong>de</strong>anos que<br />

suspiraban <strong>de</strong> amores. Con voz dulce y melodiosa, hablaba siempre con la rapi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> un<br />

galgo, y era muchacha ingeniosa en sus respuestas a los pretendientes que le hacían toda<br />

clase <strong>de</strong> requiebros. Pero a pesar <strong>de</strong> su coquetería la mocita tenía buen corazón y siempre era<br />

piadosa con los menesterosos. Tal vez nunca hubo en la comarca un corazón más generoso<br />

que el <strong>de</strong> Rosetta y eso hizo que aún fuera más apreciada por todos los galanes en eda<strong>de</strong>s<br />

casa<strong>de</strong>ras. No es <strong>de</strong> extrañar pues que el capitán <strong>de</strong> la guardia también pretendiera tener<br />

amores con la tan codiciada montañesa.<br />

¡Pobre Rosetta! ¡Qué <strong>de</strong>sdichado fue aquel día en que el pérfido Benach echó su<br />

mirada en aquel hermoso cuerpo cuando la sorprendió bañándose <strong>de</strong>snuda en la presa <strong>de</strong><br />

Salt <strong>de</strong> Barral, un día <strong>de</strong> verano!<br />

En la falda <strong>de</strong> la montaña Las Escaulas, don<strong>de</strong> habitaba el “lenyataire”, corría el caudal<br />

<strong>de</strong>l río Muga. A pocas leguas, enmedio <strong>de</strong> un escarpado <strong>de</strong>sfila<strong>de</strong>ro, está situada la pequeña<br />

y solitaria presa <strong>de</strong> Salt <strong>de</strong> Barrala a la que no solían ir las gentes <strong>de</strong> los pueblos, temerosas<br />

<strong>de</strong> los malos espíritus que, según ellos, vivían en sus bosques. Pura e inocente, la codiciada<br />

moza, gustaba <strong>de</strong> nadar en sus aguas sabiéndose segura <strong>de</strong> su soledad.<br />

Era un soleado día <strong>de</strong> agosto cuando los soldados <strong>de</strong>l castillo habían <strong>de</strong>scubierto a<br />

unos musulmanes espiando por la Sierra <strong>de</strong> Tramonts y les estuvieron persiguiendo la<strong>de</strong>ra<br />

abajo para darles muerte. El capitán Benach se había separado <strong>de</strong>l grupo cuando <strong>de</strong>cidió<br />

refrescarse en la presa <strong>de</strong> Salt <strong>de</strong> Barral para quitarse los sudores que le había causado su<br />

esfuerzo en aquella inacabable persecución por los escarpados parajes.<br />

Dió la fortuna <strong>de</strong> que en aquel mismo día Rosetta había aprovechado una ausencia <strong>de</strong><br />

su padre, al que no le agradaba que su hija se bañara <strong>de</strong>snuda en aquel bucólico lugar, para<br />

huir <strong>de</strong> su cabaña y correr velozmente hacia la presa. Tras quitarse todas su ropas, se a<strong>de</strong>ntró<br />

en las cristalinas aguas y nadó alegremente sin sospechar que un par <strong>de</strong> ojos la estaban<br />

observando tras unos frondosos matorrales. El pérfido Benach sintió fuertes<br />

estremecimientos en su largo talle, ya que nunca en su vida había visto un cuerpo más<br />

hermoso que el <strong>de</strong> aquella misteriosa doncella y sintió en su interior gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>seos <strong>de</strong><br />

poseerla.<br />

“Yaceré con esa hermosa mujer tanto si quiere como si no”, se dijo observando aquella<br />

exquisita <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z. El truhán ya se había <strong>de</strong>cidido a poseerla a la fuerza cuando le sobresaltó<br />

el crujir <strong>de</strong> unas ramas secas pisoteadas. Allí, en aquel bosque, había alguien más.<br />

Sigilosamente <strong>de</strong>senvainó su adarga, arrastrándose la<strong>de</strong>ra arriba llegó hasta unos<br />

arbustos tras los cuales divisaba el ropaje propio <strong>de</strong> los seguidores <strong>de</strong> Mahoma. Sin dudarlo

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