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Prólogo ¿Una novela catalana de vampiros?. Éso puede resultar ...

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- ¡Malditos! ¡malditos seáis todos!<br />

Las diabólicas mujeres escupían todo su veneno mientras los mesna<strong>de</strong>ros las llevaban<br />

a Llers para enca<strong>de</strong>narlas en la plaza pública.<br />

- ¡Callas, brujas! ¡No os quedarán ganas <strong>de</strong> insultar cuando las llamas <strong>de</strong>voren<br />

vuestros hermosos cuerpos!<br />

Assumpta estalla en sonoras carcajadas:<br />

- ¡Por Lucifer! ¿Queréis quemarnos? ¡Hacedlo, pero no os servirá <strong>de</strong> nada porque no<br />

podréis <strong>de</strong>struirnos con el fuego!<br />

- ¡Ya lo veremos, brujas! Ar<strong>de</strong>réis como la leña y con vuestras brasas asaremos<br />

butifarras con mongetas.<br />

- ¿Brujas? ¡Sois unos ignorantes! No somos brujas, somos las novias <strong>de</strong>l Señor <strong>de</strong> las<br />

Tinieblas, él os <strong>de</strong>struirá a todos.<br />

- ¡Silencio, brujas! Ar<strong>de</strong>réis en la plaza y <strong>de</strong>spués en el Infierno por vuestros pecados...<br />

Imagino que <strong>de</strong> tanto ar<strong>de</strong>r en la cama ya estaréis acostumbradas a las llamas que os<br />

convertirán en cenizas....<br />

- Polvo somos y en polvo nos convertiremos -vaticinaba otro mesna<strong>de</strong>ro burlándose<br />

<strong>de</strong> las diabólicas cautivas que prorrumpieron en sonoras carcajadas. Los soldados se<br />

quedaron sorprendidos cuando vieron cómo aquellas con<strong>de</strong>nadas a muerte aún se atrevían a<br />

reírse <strong>de</strong> su propio <strong>de</strong>stino.<br />

Atadas espalda contra espalda fueron llevadas montadas en un caballo a la plaza <strong>de</strong><br />

Llers. Allí fueron enca<strong>de</strong>nadas a un poste en espera <strong>de</strong> la llegada <strong>de</strong> los rayos <strong>de</strong> sol y <strong>de</strong> la<br />

hora en que se <strong>de</strong>bía celebrar el juicio por sus crímenes...<br />

Pero las con<strong>de</strong>nadas lejos <strong>de</strong> llorar y suplicar clemencia no paraban <strong>de</strong> reír y <strong>de</strong><br />

insultar a todos los payeses y payesas que asombrados acudían para verlas enca<strong>de</strong>nadas en<br />

la picota.<br />

Aquella fue una <strong>de</strong> las noches más largas <strong>de</strong> toda mi vida, aunque en aquellos<br />

momentos no supe darme cuenta <strong>de</strong> la trascen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los acontecimientos que estábamos<br />

viviendo. Doña Núria no quiso que me arriesgara en la cacería <strong>de</strong> las brujas o <strong>de</strong> las mujeres<br />

a quienes creímos brujas en aquellos aciagos días. Por eso pasé toda la noche durmiendo en<br />

el castillo esperando el regreso <strong>de</strong> mi señora y protectora.<br />

El caballero estaba esperando en la gran sala <strong>de</strong>l castillo cuando llegó la con<strong>de</strong>sa<br />

Estruch que se quedó sorprendida al encontrarle cara a cara.<br />

- ¡Vos! -exclamó al verle.<br />

- Me habían dicho que vos erais mi vivo retrato, con<strong>de</strong>sa... Pero no puedo osar<br />

compararme con vuestra hermosura -gentilmente el caballero se arrodilló ante Doña Núria<br />

que se quedó inmediatamente turbada <strong>de</strong> su presencia.<br />

- ¿Sois Sir Richard <strong>de</strong> Carfax? -susurró tímidamente.<br />

- Soy vuestro esclavo, mi señora.....<br />

- Levantaos, Sir Richard... Es para mí un inmenso placer conoceros... Hasta hace pocos<br />

días yo no sabía <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> un familiar que llevara mi sangre... Por eso, al veros<br />

cabalgar por la sierra me he dado cuenta <strong>de</strong> que no estaba sola en este mundo y que mi<br />

estirpe no iba a extinguirse....<br />

- ¿Extinguirse nuestra estirpe, mi señora? -el caballero se alza para mirar <strong>de</strong> frente a la<br />

con<strong>de</strong>sa Estruch que queda subyugada por su presencia.<br />

- Sir Richard, os parecéis a mi padre....

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