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Prólogo ¿Una novela catalana de vampiros?. Éso puede resultar ...

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Capítulo 1<br />

En aquellos turbulentos años las comarcas <strong>de</strong>l norte <strong>de</strong> Cataluña se vieron azuzadas<br />

por un conflicto interno. Des<strong>de</strong> la llegada <strong>de</strong> los romanos y posteriormente <strong>de</strong>l cristianismo<br />

algunos sectores <strong>de</strong> la población habían permanecido fieles a sus cultos paganos. A pesar <strong>de</strong>l<br />

transcurrir <strong>de</strong> los siglos y <strong>de</strong> la evolución <strong>de</strong> la historia aún permanecía vivo en el corazón <strong>de</strong><br />

las gentes sencillas el recuerdo <strong>de</strong> antiguos dioses, viejas creencias que parecían haber sido<br />

<strong>de</strong>splazadas por el advenimiento <strong>de</strong> la fe en el Re<strong>de</strong>ntor. Tal vez la ignorancia o pue<strong>de</strong> que<br />

cierto resentimiento causado por su situación servil motivaba esta tardía pervivencia <strong>de</strong><br />

ancestrales ritos.<br />

El rey Alfonso II estaba preocupado y en una reunión con su tutor Guillem Torroja, 3 por<br />

aquel entonces Obispo <strong>de</strong> Barcelona, se planteaba dicha cuestión.<br />

- Majestad -exponía vehemente Monseñor Guillem- ésta pue<strong>de</strong> parecer una cuestión<br />

trivial pero los cultos paganos <strong>de</strong>ben <strong>de</strong>saparecer <strong>de</strong> inmediato. Ya sé que vos sois un rey<br />

pragmático y tolerante con vuestros súbditos pero esas gentes podrían <strong>de</strong>sestabilizar nuestro<br />

país....<br />

- El paganismo es fruto <strong>de</strong> la ignorancia, Monseñor Guillem, no po<strong>de</strong>mos castigar al<br />

pueblo por carecer <strong>de</strong>l conocimiento <strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra religión, esa es vuestra cuestión y vos<br />

<strong>de</strong>béis ponerle remedio...-replicaba el compungido monarca.<br />

- Con todos mis respetos, la situación que estoy planteando a su Majestad es una<br />

cuestión <strong>de</strong> Estado... llevamos cinco siglos <strong>de</strong> dominación mulsumana y Cataluña es una<br />

tierra situada en un lugar privilegiado. Es la puerta <strong>de</strong> Europa y una vez sometida, los<br />

seguidores <strong>de</strong>l profeta tendrían paso franco para su posterior conquista... Majestad, pocos<br />

vasallos serán más fieles a la Corona que mi humil<strong>de</strong> persona, pero también <strong>de</strong>bo obediencia<br />

a mi fe en Jesucristo y a la Santa Madre Iglesia. Es por ello que os ruego que penséis<br />

seriamente en este problema antes <strong>de</strong> que se os vaya <strong>de</strong> las manos...<br />

El monarca queda pensativo, in<strong>de</strong>ciso ante el compromiso que le está planteando el<br />

Obispo.<br />

- Yo sólo os puedo prometer una cosa, Monseñor, y es que enviaré a un caballero <strong>de</strong><br />

mi confianza a la comarca más conflictiva <strong>de</strong> Cataluña para que inicie las oportunas<br />

investigaciones. Obraré según sus resultados -sentenció finalmente.<br />

Para Monseñor Guillem aquello suponía una oportunidad para aten<strong>de</strong>r sus<br />

reivindicaciones.<br />

- Majestad ¿en quién habéis pensado para tal investigación?<br />

- Al con<strong>de</strong> Guifred Estruch.. Es un hombre temeroso <strong>de</strong> Dios y un espléndido<br />

caballero. Confío en él cómo si fuera mi padre... En tiempos <strong>de</strong> mi pre<strong>de</strong>cesor no hubo mejor<br />

servidor <strong>de</strong> la Cristiandad. Recuerdo sus gestas en tierras moras a los que venció en más <strong>de</strong><br />

cien batallas.<br />

- Fue a<strong>de</strong>mas vuestro preceptor ...<br />

- Exactamente, Monseñor. El con<strong>de</strong> Estruch me enseñó todo lo <strong>de</strong> menester en<br />

cuestiones militares y a<strong>de</strong>más me formó como caballero. Es gran<strong>de</strong> la <strong>de</strong>uda que tengo con él<br />

y por eso creo que es el hombre a<strong>de</strong>cuado para aten<strong>de</strong>r vuestra solicitud.<br />

3<br />

Enrique II <strong>de</strong> Inglaterra fue tutor “oficial” <strong>de</strong> Alfonso II el Casto pero en realidad dicho cargo lo ejercieron<br />

el noble Guillem Ramón <strong>de</strong> Moncada y Guillem Torroja, obispo <strong>de</strong> Barcelona.

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