09.05.2013 Views

Prólogo ¿Una novela catalana de vampiros?. Éso puede resultar ...

Prólogo ¿Una novela catalana de vampiros?. Éso puede resultar ...

Prólogo ¿Una novela catalana de vampiros?. Éso puede resultar ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

ey moro <strong>de</strong> Zaragoza para luchar contra el Con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Barcelona. Mi padre jamás levantaría<br />

la mano contra un cristiano para favorecer a un moro que ha invadido las Españas. Y si<br />

alguna vez ha <strong>de</strong>rramado sangre cristiana ha sido porque sus reyes han querido apo<strong>de</strong>rarse<br />

<strong>de</strong> Cataluña para conquistarla y privarle <strong>de</strong> su libertad. Vos sólo sabéis quemar infelices<br />

paganos y débiles ancianas a las que acusáis <strong>de</strong> brujas. No sabéis lo que me gustaría veros<br />

luchar contra verda<strong>de</strong>ros hombres y no contra pobres <strong>de</strong>sgraciados como habéis hecho hasta<br />

este momento.<br />

- ¡Señora! ¡Vuestras palabras me ofen<strong>de</strong>n!<br />

- Pues id a luchar al frente y si allí os distinguis por vuestra valentía tal vez acceda a<br />

tener algo que ver con vos.<br />

Benach se quedó asombrado por las agallas <strong>de</strong> la señora con<strong>de</strong>sa y su <strong>de</strong>sesperación<br />

iba aumentando cada día.<br />

Mientras iban transcurriendo los días las aguas volvieron a su cauce, ya que el capitán<br />

Benach no se atrevía a proseguir las persecuciones contra los paganos para no disgustar a<br />

Doña Núria.<br />

También olvidamos los malos presagios anunciados por el Gran Maestro cuando<br />

murió Don Guifred. La tranquilidad había vuelto al condado <strong>de</strong> Empúries cuando llegaron<br />

los agobiantes calores <strong>de</strong> agosto.<br />

Doña Núria y yo no podíamos soportar aquellas altas temperaturas que apenas nos<br />

<strong>de</strong>jaban dormir por la noche.<br />

Por esto aprovechando la luna llena solíamos cabalgar por la sierra <strong>de</strong> Mas Carreras,<br />

refrescándonos por la suave brisa nocturna. En una <strong>de</strong> estas excursiones se produjo un hecho<br />

que dio un radical giro a nuestras existencias.<br />

A causa <strong>de</strong> una nube que eclipsó el tenue resplandor lunar, me extravié en aquellas<br />

montañas. Me sentí in<strong>de</strong>fensa y asustada ya que no podía gritar para po<strong>de</strong>r llamar a la<br />

señora con<strong>de</strong>sa.<br />

Mi protectora me estaba buscando angustiada temiendo que haya sufrido algún fatal<br />

percance. Tampoco podía llamarme porque mis oídos no pue<strong>de</strong>n percibir ningún sonido, por<br />

lo cual comenzó a inspeccionar la montaña palmo a palmo encontrándose bruscamente con<br />

un <strong>de</strong>sconocido caballero.<br />

Era alto y fuerte. De porte distinguido, noble y viril, intercambió brevemente su<br />

mirada con la joven con<strong>de</strong>sa que se quedó inmediatamente fascinada. Doña Núria sintió que<br />

un escalofrío recorría todo su cuerpo y que sus piernas temblaban inseguras.<br />

Sólo se miraron durante un instante, pero fue suficiente para que Cupido pudiera<br />

lanzar su dardo <strong>de</strong> amor en el corazón <strong>de</strong> Doña Núria.<br />

Preocupada por mi suerte, la con<strong>de</strong>sa Estruch espoleó al caballo para seguir en mi<br />

busca hasta dar conmigo.<br />

- ¡Isabel, criatura! ¡No sabes cuanto he pa<strong>de</strong>cido temiendo per<strong>de</strong>rte! -me dijo al<br />

encontrarme.<br />

Tras nuestro encuentro ambas regresamos al castillo, cenamos y nos acostamos en el<br />

aposento que compartíamos.<br />

Mientras nos <strong>de</strong>svestíamos no paraba <strong>de</strong> hablarme <strong>de</strong> aquel fortuito encuentro:<br />

- Era un joven caballero <strong>de</strong> noble estampa y hermosas facciones. No era como esos<br />

cortesanos afeminados <strong>de</strong> la Corte sino un verda<strong>de</strong>ro hombre <strong>de</strong> corpulencia viril, alta<br />

estatura, mirada profunda y cuidada barba. Montaba en un corcel negro con el que galopaba<br />

a la luz <strong>de</strong> la luna. Querida Isabel jamás había sentido atracción por ningún hombre hasta

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!