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OM-50-I El Maestro OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Nos enseña de ...

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egiones luminosas, <strong>de</strong> la divinidad misma, y le da <strong>de</strong> comer un alimento<br />

muerto.<br />

Una madre que no tiene por costumbre ir hacia Dios, no pue<strong>de</strong> irradiar<br />

hacia su hijo las partículas vivas y luminosas que harán <strong>de</strong> él un ser<br />

excepcional. La madre será pobre, no podrá darle nada. Su amor mediocre<br />

creará un hijo vulgar. Posiblemente gozará <strong>de</strong> buena salud, vestirá bien, pero<br />

será mediocre, porque habrá sido educado lejos <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> Dios.<br />

Mientras que la madre instruida en la Ciencia iniciática irá hacia Dios y Le<br />

dirá: «Señor, me dirijo a Ti para que <strong>de</strong>s a mi hijo la luz, el amor, la salud, la<br />

belleza <strong>de</strong>l Cielo...» y así le impregnará con los elementos que las madres<br />

normales no han conocido ni sentido nunca. Dicen que no tienen tiempo... En<br />

realidad, su amor egoísta no les permite tener semejante filosofia; por eso el<br />

mundo sigue poblado <strong>de</strong> seres mediocres.<br />

La madre no <strong>de</strong>be nunca ocuparse <strong>de</strong> su hijo antes <strong>de</strong> acercarse a Dios para<br />

ofrecerle su vida, para dársela. ¿Por qué se imagina que si le <strong>de</strong>ja unos<br />

minutos, su hijo va a morir? Aunque el hijo esté en peligro <strong>de</strong> muerte, si su<br />

madre está junto a Dios, cuando vuelva, le salvará. Pero si ella no va hacia<br />

Dios para quedarse con el niño, el día que le suceda algo a éste, no podrá<br />

hacer nada por<br />

él.<br />

Mientras los padres estén vinculados a sus familias hasta el puntó <strong>de</strong> no<br />

atreverse a <strong>de</strong>jarla <strong>de</strong> vez en cuando para instruirse, no podrán transformarla<br />

ni hacerla verda<strong>de</strong>ramente feliz. Los miembros <strong>de</strong> la familia nQ pue<strong>de</strong>n<br />

transformarse mientras estén <strong>de</strong>masiado cerca. No se trata <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarles<br />

físicamente, sino <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarles en su mente, es <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> abandonar una manera<br />

errónea <strong>de</strong> amarles y compren<strong>de</strong>rles. Vosotros diréis: «¡Es una cruzada contra<br />

nuestros hijos!» No lo creáis, quizás yo ame más a vuestros hijos <strong>de</strong> lo que les<br />

amáis vosotros mismos; Debéis analizar esta cuestión. Si hay alguien que ame<br />

a vuestros hijos, ese soy yo; vosotros no les amáis.<br />

Había una vez un niño que le pedía dinero a su madre para hacer locuras y<br />

la amenazaba con matarse si no se lo daba. Entonces la madre le dijo: «Anda,<br />

hijo mío, ve y mátate, no necesitamos en la tierra gente como tú. Yo quería<br />

que fueras un ser noble, gran<strong>de</strong>, y tú te conduces como un criminal; ¡Ve y<br />

suicídate! Es mejor... Le daré gracias al Cielo cuando <strong>de</strong>saparezcas.» Pues<br />

bien, ante tanta audacia, el hijo se enmendó y se transformó en un ser<br />

maravilloso. Años más tar<strong>de</strong>, <strong>de</strong>cía: «¡Es mi madre quien me ha salvado!» Si<br />

la madre se hubiera tirado <strong>de</strong> los pelos, diciendo: «Pobre hijo mío, no hagas<br />

eso, ahí tienes tu dinero», habría hecho <strong>de</strong> él un hombre cruel.<br />

Eso es lo que hacen la mayoría <strong>de</strong> los padres: <strong>de</strong>bido a su ciega bondad, a<br />

su <strong>de</strong>bilidad, a su excesiva indulgencia, convierten a sus hijos en seres<br />

inhumanos. Y <strong>de</strong>spués dicen: «Sí, pero les amamos... » Se justifican <strong>de</strong> su<br />

falta <strong>de</strong> pedagogía y <strong>de</strong> psicología con esta frase: «Les amamos». Así es como<br />

compren<strong>de</strong>n el amor. En lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir: «¡Qué débiles y estúpidos somos!»<br />

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