OM-50-I El Maestro OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Nos enseña de ...
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que ser cálido, que para iluminar a los <strong>de</strong>más hay que ser luminoso, que para<br />
vivificar a los <strong>de</strong>más hay que estar vivo. Los educadores quieren imponer a las<br />
generaciones jóvenes cualida<strong>de</strong>s morales que no poseen en sí mismos, y <strong>de</strong> las<br />
cuales no pue<strong>de</strong>n dar ejemplo. ¿Cómo quieres que los jóvenes no se subleven?<br />
Es normal que no obe<strong>de</strong>zcan. » Eso es lo que me ha dicho el sol.<br />
Un verda<strong>de</strong>ro pedagogo <strong>de</strong>be irradiar las cualida<strong>de</strong>s que quiere <strong>enseña</strong>r,<br />
tiene que emanar <strong>de</strong> él algo contagioso, estimulante, irresistible. Un verda<strong>de</strong>ro<br />
poeta, un verda<strong>de</strong>ro músico anima a los <strong>de</strong>más a llegar a ser poetas, músicos.<br />
Un verda<strong>de</strong>ro portador <strong>de</strong> amor transforma a los otros en amor. Un general<br />
valiente y audaz influye en sus soldados: se lanzan al asalto y se alzan con la<br />
victoria. Imaginad un cobar<strong>de</strong>, un miedoso que grita: ¡A<strong>de</strong>lante!, con una voz<br />
temblorosa; nadie le seguirá. Los educadores dicen: «Hay que ser bueno, hay<br />
que ser honesto, hay que ser...» Pero ellos, ¿acaso lo son? Entonces, ¿cómo<br />
queréis que las jóvenes generaciones les sigan?<br />
La educación es superficial, periférica. Ahora bien, la verda<strong>de</strong>ra pedagogía<br />
es una pedagogía <strong>de</strong> centro. Si interiormente sois nobles, justos y honestos,<br />
aún, sin <strong>de</strong>cir nada, transformaréis a los seres que os ro<strong>de</strong>an en nobles, justos<br />
y honestos.<br />
Toda la fuerza mágica <strong>de</strong> la pedagogía consiste en dar ejemplo, nunca lo<br />
repetiré suficientemente. <strong>El</strong> resto no son más que pasatiempos, chanzas.<br />
Saben, leen, escriben, explican y teorizan, pero son incapaces <strong>de</strong> dar ejemplo.<br />
Yo ya no leo más libros <strong>de</strong> pedagogía, hay <strong>de</strong>masiados, y se contradicen. Si<br />
me hacéis preguntas sobre la educación en los diferentes países, sobre los nuevos<br />
sistemas, sobre las ten<strong>de</strong>ncias mo<strong>de</strong>rnas, os diré que no conozco nada <strong>de</strong><br />
todo eso. Toda mi energía, toda mi voluntad la concentro sobre esta i<strong>de</strong>a:<br />
cómo llegar a ser un ejemplo. Eso es todo.<br />
Si al final <strong>de</strong>l curso escolar los instructores, los profesores están tan<br />
fatigados, no es porque el ocuparse <strong>de</strong> los niños sea un trabajo agotador, sino<br />
porque, a menudo, hacen su trabajo con espíritu <strong>de</strong> mercenarios: ante todo<br />
procuran ganarse la vida. No son los niños quienes les preocupan, y tratan <strong>de</strong><br />
terminar su trabajo lo más rápidamente posible sin ser conscientes <strong>de</strong> la<br />
gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> su misión: trabajar en el alma <strong>de</strong> todos esos niños que le han sido<br />
confiados por el Cielo. Los niños tienen muchos <strong>de</strong>fectos, es cierto, pero<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el momento en que se abraza la carrera <strong>de</strong> educador, se <strong>de</strong>be pensar en<br />
el porvenir <strong>de</strong> esos niños, en aten<strong>de</strong>rles, en amarles. Y como los niños son<br />
sensibles al amor y a la dulzura, al cabo <strong>de</strong> algún tiempo terminan por<br />
cambiar.<br />
Cuando todavía me encontraba en Bulgaria, hace más <strong>de</strong> cincuenta años,<br />
conocí a una mujer muy anciana, la cual hacia el final <strong>de</strong> su vida había<br />
<strong>de</strong>cidido apren<strong>de</strong>r a leer y a escribir. Nunca había podido hacerlo cuando era<br />
joven, y a la edad <strong>de</strong> setenta años había pedido ir a la escuela. Era en un<br />
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