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OM-50-I El Maestro OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Nos enseña de ...

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creo, porque si les amarais, cambiaríais <strong>de</strong> actitud comenzando por corregir en<br />

vosotros ciertas <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s que se reflejan <strong>de</strong> forma muy negativa en ellos.<br />

No hacéis ningún esfuerzo. ¿Es ese vuestro amor?»<br />

Aunque sé que el porvenir <strong>de</strong> la Fraternidad está en los niños, es <strong>de</strong> los<br />

padres <strong>de</strong> quienes me ocupo; quiero hacerles compren<strong>de</strong>r que no <strong>de</strong>ben traer<br />

niños al mundo sólo por satisfacer ese instinto atávico <strong>de</strong> procrear. Ese<br />

instinto existe naturalmente, pero <strong>de</strong>be ser comprendido <strong>de</strong> manera más<br />

espiritual, es necesario que el pensamiento, el alma, el espíritu participen en<br />

ese acto para que el niño esté unido a un mundo superior. En la mayoría <strong>de</strong> los<br />

casos, los humanos se comportan como animales: comen, beben y procrean. A<br />

semejanza <strong>de</strong> éstos, no hay nada espiritual en sus actos. <strong>El</strong> amor no tiene<br />

ninguna importancia, es el placer lo que cuenta, y este placer momentáneo lo<br />

pagarán durante toda una vida, y se lo harán pagar también a sus hijos.<br />

¿Queréis que me ocupe <strong>de</strong> los niños? ¡Ah, no! Es mejor que me ocupe <strong>de</strong><br />

vosotros, y ocupándome <strong>de</strong> vosotros, indirectamente me ocupo <strong>de</strong> los hijos<br />

que ya tenéis y <strong>de</strong> los que tendréis más tar<strong>de</strong>.<br />

UNA EDUCACIÓN QUE C<strong>OM</strong>IENZA<br />

ANTES DEL NACIMIENTO<br />

Cuando quieren un hijo, la mayoría <strong>de</strong> los<br />

hombres se imaginan que sus po<strong>de</strong>res se<br />

limitan a realizar fisicamente lo que hace falta<br />

para ello, y que todo el resto: la constitución<br />

<strong>de</strong>l niño, su carácter, sus faculta<strong>de</strong>s, sus<br />

cualida<strong>de</strong>s y sus <strong>de</strong>fectos, <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l azar o<br />

<strong>de</strong> la voluntad <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong> quien no tienen una<br />

i<strong>de</strong>a muy precisa. Como han oído hablar <strong>de</strong><br />

las leyes hereditarias, suponen que ese hijo se<br />

parecerá fisica y moralmente a sus padres, a<br />

sus abuelos, a un tío o a una tía. Pero no<br />

piensan que está en sus manos el favorecer o<br />

impedir ese parecido, y <strong>de</strong> una manera<br />

general, el escoger lo que será ese niño. Pues<br />

bien, es ahí don<strong>de</strong> se equivocan: los padres pue<strong>de</strong>n influir sobre el hijo que<br />

viene a encarnarse en su familia.<br />

Pero antes <strong>de</strong> la concepción, los padres <strong>de</strong>ben prepararse para po<strong>de</strong>r atraer<br />

un espíritu sublime, porque una entidad superior sólo pue<strong>de</strong> aceptar<br />

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