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Camilo José Cela - La familia de Pascual Duarte - Letra Hispanica

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<strong>La</strong> <strong>familia</strong> <strong>de</strong> <strong>Pascual</strong> <strong>Duarte</strong> inaugura <strong>de</strong> hecho una vigorosa forma <strong>de</strong> realismo<br />

existencial, más vitalista que filosófico, estéticamente matizado por un<br />

expresionismo muy hispánico, que, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> ofrecer un cabal contrapunto a<br />

L’Etranger <strong>de</strong> Albert Camus, impresa en el mismo año 1942, encuentra enseguida<br />

eco y apoyo en otras <strong>de</strong> nuestras plumas más jóvenes.<br />

Pero no menos admirable es que <strong>La</strong> <strong>familia</strong> <strong>de</strong> <strong>Pascual</strong> <strong>Duarte</strong> se resistiese a<br />

verse convertida en mero monumento inerte, que ostenta <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñoso su esencia<br />

intemporal fosilizada (por así <strong>de</strong>cirlo), y siga viva no solo para los lectores<br />

españoles, que acaban <strong>de</strong> elegirla entre las diez mejores escritas en castellano<br />

durante el siglo XX, sino para los <strong>de</strong> muchas otras lenguas. Cuando en 1968<br />

Fernando Huarte Morton elaboró una primera bibliografía <strong>de</strong> sus ediciones y<br />

traducciones fueron cincuenta y siete las referencias registradas. Veinticuatro años<br />

<strong>de</strong>spués, su «recuento <strong>de</strong>l cincuentenario (1942-1992)» aportaba ya doscientas<br />

papeletas, <strong>de</strong> entre las cuales ochenta y cinco pertenecían a versiones a lenguas<br />

muy diversas, entre ellas el chino, el hindi, el romanó, el serbocroata, el turco, el<br />

hebreo, el japonés, el euskera, el esperanto, el gallego, el lituano o el latín, que<br />

hacen <strong>de</strong> ella la novela española más traducida, junto a El Quijote. Se confirma así,<br />

con la terquedad <strong>de</strong> los datos bibliográficos, una evi<strong>de</strong>ncia: que la novela <strong>de</strong> aquel<br />

joven poeta prácticamente inédito que era <strong>Camilo</strong> <strong>José</strong> <strong>Cela</strong> en 1942 ya ha sentado<br />

sus reales en ese territorio privilegiado <strong>de</strong> la literatura, en el único ámbito que, como<br />

quería el Premio Nobel T. S. Eliot, vence las limitaciones humanas <strong>de</strong>l espacio y el<br />

tiempo.<br />

<strong>La</strong> <strong>familia</strong> <strong>de</strong> <strong>Pascual</strong> <strong>Duarte</strong> significó, pues, el do <strong>de</strong> pecho precoz <strong>de</strong> un escritor<br />

que probablemente había cambiado el rumbo <strong>de</strong> su creación a consecuencia <strong>de</strong> la<br />

guerra civil, y que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces situaría en el meollo <strong>de</strong> toda su literatura el<br />

<strong>de</strong>sgarrado carpetovetonismo <strong>de</strong> su obra primera. En el fondo se trata <strong>de</strong> una<br />

búsqueda <strong>de</strong> la autenticidad. <strong>Cela</strong>, que alguna vez ha prometido <strong>de</strong>sarrollar la tesis<br />

<strong>de</strong> que un hombre sano no tiene i<strong>de</strong>as, para hallar lo esencial <strong>de</strong> las personas y<br />

ponerlo en el centro <strong>de</strong> su literatura, prescin<strong>de</strong> <strong>de</strong> todos los perifollos y disfraces<br />

culturales o sociales que pue<strong>de</strong>n ocultarlo, y al término <strong>de</strong> su poda se encuentra con<br />

lo escatológico, lo ruin, lo elemental, pero también con el sorpren<strong>de</strong>nte e inagotable<br />

filón <strong>de</strong> los valores <strong>de</strong>scarnadamente humanos.<br />

En el origen <strong>de</strong> esta actitud, que en su pluma adquiere <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>La</strong> <strong>familia</strong> <strong>de</strong> <strong>Pascual</strong><br />

<strong>Duarte</strong> matices estéticos singulares e irrepetibles, está el perspectivismo <strong>de</strong> Ortega,<br />

que el mozo <strong>Camilo</strong> <strong>José</strong>, tísico convaleciente, leyó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el alfa hasta el omega. El<br />

filósofo había escrito en las páginas preliminares <strong>de</strong> El Espectador algo que nuestro<br />

Nobel siempre ha tenido en cuenta: «Situado en el Escorial, claro que toma para mí<br />

el mundo un semblante carpetovetónico». Mas <strong>Cela</strong> no es un pensador, sino antes<br />

que otra cosa, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su primera juventud, todo un artista <strong>de</strong> la palabra. Así, aquel<br />

<strong>de</strong>svelamiento <strong>de</strong> la esencia humana coinci<strong>de</strong>, por su afán <strong>de</strong> ignorar lo superfluo,<br />

con la búsqueda <strong>de</strong> la pureza <strong>de</strong>l instrumento verbal que él siempre intenta, e<br />

invariablemente consigue <strong>de</strong>s<strong>de</strong>, precisamente, <strong>La</strong> <strong>familia</strong> <strong>de</strong> <strong>Pascual</strong> <strong>Duarte</strong>, la<br />

historia <strong>de</strong> un criminal inocente contada por él mismo con las palabras justas, las<br />

más verosímiles y convincentes, las más emocionadoras también. Por eso se ha<br />

dicho <strong>de</strong> <strong>Cela</strong> que es un lírico disfrazado <strong>de</strong> humorista. Para el poeta los temas<br />

posibles son pocos, continuamente reiterados. Y cuando a <strong>Cela</strong> se le preguntó sobre<br />

la fórmula <strong>de</strong>l humorista respondió así: «Escepticismo, siempre. Y crueldad y<br />

caridad a teclas alternas». Fórmula que está en este párrafo <strong>de</strong> la <strong>de</strong>dicatoria a su<br />

libro Tobogán <strong>de</strong> hambrientos: .Bienaventurados los Juan <strong>La</strong>nas, los cabestros, los<br />

que lloran como Magdalenas, los incomprendidos, los miserables, los tontos <strong>de</strong>l

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